Amor Infinito

Amor Infinito. 

Capítulo 17 :La vida en Costao da Praia. 

Elsa Isasa. 

Han pasado tres meses. 

En una playita remota de Brasil.

Suelen Artigas y Mauro Rodríguez se habían aclimatado a la vida en el poblado. 

Suelen partía temprano a la casa parroquial donde trabajaba en la parroquia de Costao da Praia. 

La capilla se había erigido en honor a Santo Antonio. 

Hacia la limpieza de la pequeña iglesia y luego revisaba la documentación del Padre Artemio Costa. 

Actas, defunciones, nacimientos, casamientos y bautizos del pequeño lugar estaban siendo digitalizados y organizados como nunca.

 Para hacerlo tuvo que desempolvar pilas de papeles tirados por cualquier lado porque el padre Artemio era muy bueno pero muy desordenado. 

El padre Artemio Costa tenía además a su sobrino que era el prefecto del lugar. 

Y la “Asambleia” municipal era su tarea de la tarde, recomendada por el mismo cura. 

El municipio era pequeño: en suma tendría más o menos 5000 habitantes. Durante la mañana el prefecto y el personal ( tres personas) atendían las cuestiones del pueblo. A la tarde venía Suelen y catalogada y digitalizaba papeles municipales. Su portugués gracias a ambas tareas mejoró notablemente y fue profesora ferviente de Mauro hasta que él entró al último año del colegio elemental en Febrero. 

La educación en Brasil estaba dividida en creche (infantes de 4 y 5 años), Elemental (hasta 11 y 12 años) Meia( de 12 a 17 años, superior universitaria ( + de 18 años). El poblado no tenía universidad y sus recursos eran la venta y producción de frutos regionales especialmente Cocos, banana y pitaya. 

Fue en el mes de febrero que Suelen supo que estaba embarazada. El médico del pequeño Pronto Socorro, le dijo que era posible que las pastillas fallaran. Que había que tomarlas en el mismo horario y no dejar de tomar ninguna. 

Solo sabía que después que salió de la gran ciudad no tomó las restantes del paquete. 

No sé asustó, no hizo escándalos, ni se hizo problemas. Criaría a su hijo como estaba criando a su hermano. 

Su amistad con la morena Marcia que le llamaba comadre les hizo muy bien a ambas. Y la amistad entre Mauro y los hijos de Marcia Edu y Tiago, ayudó a su hermano a integrarse como un brasilero más a la comunidad. 

Mauro estaba feliz con la llegada de su sobrino. Este mes en un viaje a la ciudad más cercana Río, Suelen se realizó una ecografía. 

Supo que su hijo era un varón. Así que toda la particular familia que la antigua Maja había formado en Brasil se alegró de la noticia cuando ella regresó. 

Marcia, Eduarda(Edu), Santiago(Tiago), Suelen y Mauro, eran una verdadera familia. 

Se trataban como familia, convivían unos al lado de los otros, los niños jugaban y estudiaban juntos. El dinero no sobraba pero tampoco faltaba. Maja nunca había aspirado a tener dinero. Solo quería vivir en paz, y allí tenía paz, compañía, sol y mar. 

El lugar era realmente idílico. La arena blanca y el mar turquesa daban al paisaje del pueblo pequeño una visión maravillosa. 

Cómo no estaba cercano a rutas asfaltadas no venían turistas. 

Allí se vivía la vida día a dia.

Marcia se dedicaba al lavado de ropa y cocinar. Las “marmitas” de comida caliente y deliciosa salían de su casa llevadas a otras casas de la comunidad, vendiendo a personas  que no tenían tiempo o no querían cocinar. Con el lavado y la cocina Marcia atendía a su familia económicamente. 

Las dos mujeres eran grandes amigas y se encontraban a diario a las tardes para bañarse y bañar a los chicos en el mar y tomar batidas de frutos locales, banana, coco y pitaya. 

Cuando los chicos empezaron la escuela Marcia empezó a vender los potes de comida en su propia casa. 

Se ingenió en hacer carteles de oferta de sus comidas y Suelen le publicitaba por internet. 

Maja tuvo que invertir en un nuevo celular para su hermano. No tenía dinero como para comprar una computadora y el chico necesitaba para sus tareas de investigación escolares. Antes de entregárselo, le hizo prometer que jamás intentaría comunicarse con Leonardo Valente excepto en caso de urgencia. 

Esa urgencia correspondía solo a que pueda pasarle algo en el parto y su hijo quedará sin madre. Sabía que Leonardo atendería a Bruno y a su pequeño criandolos como al hijo de su esposa. 

Trataba de no pensar en Leonardo Valente. Era una historia que Maja quería dejar atrás, como dejó su nombre y el cuerpo de sus padres en aquel cementerio. 

Pensar en Leonardo y Magdalena juntos le traía dolor al corazón. Y eso afectaba con seguridad su embarazo.  

Al padre Artemio le contó la verdad. 

– Estoy embarazada, padre. Mí niño nacerá para Agosto con la gracia de Dios. 

– ¿El padre?-- 

– Casado. Fue un amor prohibido padre. Cuando se reencontró con su esposa yo me marché. –

– Hiciste bien, hija mía. Aquí todos lo amaremos y celebraré yo mismo su bautizo –

Cuando la panza creció y todo el mundo notó su estado de gravidez, nadie cuestionó a Suelen Artigas. Todo el pueblo la amaba, era gentil, afectuosa y solo eso importaba. 

Había llegado a Costao da Praia con su hermanito y vivían una vida respetuosa y sencilla. 

Suelen y Marcia eran mujeres fuertes jóvenes y alegres. Trabajaban mucho y eran apreciadas por todos. 

A la tarde cuando Suelen llegaba de su trabajo, Marcia ya la esperaba con jugos frescos y deliciosa comida. 

Las amigas se sentaban a escuchar música y charlar a los gritos con el bullicio de los chicos jugando en la vereda. 

Podríamos decir que Maja transformada en Suelen Artigas había encontrado su lugar en el mundo. 

Así fueron pasando los días y los meses. El invierno llegó sin el frío al que estaban acostumbrados. El niño en su panza había crecido bastante y cuando se sentaba sus hermosos pechos recostaban en su panza. 

– ¿Cómo se llamará Suelen?--

– Como su padre Marcia. Se llamará Leonardo. Y será un buen chico como su padre- decía Maja. 

– Leonardo es buen nombre. Leonardo Artigas. Será un hermoso niño como su madre.--

– Dios lo quiera comadre. Dios lo quiera.