📚¡UN CEO! ¿DE PADRASTRO?
Él guarda una venganza.
Ella, un pasado que no la deja en paz.
Valentina es madre soltera y ha aprendido a sobrevivir en silencio.
De noche baila bajo luces artificiales de un club, ocultando su nombre, identidad y su dolor.
Todo su mundo se pone de cabeza cuando empieza a trabajar como secretaria del CEO más reconocido del país, mientras lucha por salvar a su hija enferma.
El amor es un lujo que no puede permitirse... o eso creía.
Armando Garza, frío, calculador y poderoso, tiene un solo objetivo: una venganza .
Pero su mundo perfectamente controlado se tambalea cuando una pequeña empieza a llamarlo “papá”...
Y cuando sus días se entrelazan con los de Valentina, la mujer que nunca debió cruzarse en su camino.
El deseo será inevitable.
El peligro, constante.
Y el pasado... letal.
¿Podrán amarse entre secretos, traiciones y mentiras?
¿Podrán forjar otra historia o su futuro ya está escrito?
Una novela con temas sensibles. No apta para todo público.
NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Primer altercado.
Julian amigo y socio de Armando.
El que repitan mi nombre me saca del shock en el que estoy y empiezo a bailar. El hombre, serio, sentado frente a mí, solo observa el lugar con cara de aburrimiento.
Mira hacia mi dirección.
A pesar de que llevo puesto el antifaz, siento que me descubrirá, y no creo que quiera que su asistente tenga otro trabajo así, por eso de su reputación como CEO de una empresa.
Termina el show y me retiro rápido.
Como siempre, debo ir a apoyar en algo, así que llevo una que otra botella.
Noto que ya no está "mi jefe", solo Julián. Le pido a una compañera que se haga cargo de su mesa.
Regreso al área de cambios y me pongo rápido el gorro de mi suéter. Salgo por la puerta trasera rumbo a mi carro.
Manejo de regreso a casa, donde mi tía y mi prima están en la sala con Emma en brazos. Casi corro preocupada, pero mi prima niega.
—Se levantó, solo es eso. Está bien.
Siento que el alma me regresa al cuerpo.
La veo dormida y la subo con cuidado a su habitación.
Mi tía y mi prima se van, y yo acomodo a mi hija en su cama. Me meto a bañar y salgo en bata. Me duermo a su lado, ya que en unas horas tengo que ir a trabajar a la empresa.
Mi prima está de vacaciones, así que ella cuidará de Emma.
Me quedo dormida, pero me despierta la tos de Emma. Le doy agua y la abrazo para sentir su calor.
Me levanto con la alarma y saco la ropa que me pondré: una falda pegada hasta las rodillas, color negro, y una camisa blanca entallada.
Me amarro el cabello en un moño alto, dejando todo recogido, y me maquillo. Mi hija me observa desde la cama.
—¿Irás al trabajo? —me pregunta, y yo asiento. Mi prima ya le explicó.
Cuando termino, me acuesto con ella. Al oído le digo cuánto la quiero y ella solo asiente.
Entran y sé que es mi tía; ya debemos irnos. Mi prima sube y se acuesta al lado de mi hija mientras yo tomo mi bolso.
Emma me avienta besos y me dice adiós. Me acerco a dejarle más besos y salgo con mi tía. Nos vamos juntas en mi carro. Ya sé el camino y llegamos al trabajo. Estaciono y entramos.
Ella se va a su área y yo subo en el elevador, donde me espera el mismo tipo de ayer: Julián.
Me recibe con una sonrisa en el rostro.
—Hola, la llevo a donde será su lugar de trabajo.
Lo sigo y me señala el cubículo justo al lado de las puertas de la oficina de “mi jefe”.
Dejo mi bolso y él enciende la computadora que está ahí. Conecta un USB y me explica lo que debo hacer hoy.
—Ya de aquí para adelante, lo que Armando te pida. Hoy hay una reunión en la sala de juntas y tú debes seguirlo para apoyarlo en todo.
Asiento y me da una laptop donde los documentos están resguardados. Se supone que debo acompañarlo a todos lados.
Me deja sola y empiezo a abrir los archivos para entender un poco.
—¿Tú qué haces aquí? ¿Quién eres? —me dicen. Levanto la vista y veo a la joven que ayer vi salir llorando de aquí.—¿Eres muda? —me dice groseramente.
—Buenos días, señorita —respondo, levantándome, y ella me mira con enojo.
—Eres una de las tantas mujeres detrás de mi prometido.
—Está en un error. No me interesa su prometido como usted cree.
—Yo creo que sí. Renuncia o hago que te corran.
—Haga lo que quiera, señorita. Mientras, si me permite, debo continuar con mi trabajo, aunque sea mi primer día.
—Mira, estúpida, no me conoces…
—¿Qué haces aquí, Alexa? —le dicen, y ella se gira para ver a Julián.
—¿Así que la proteges? ¿Tú se la conseguiste a Armando?
—Soy su socio y le conseguí una asistente.
—Ajá, cómo no… igual que la zorra de Violeta.
Le grita, y justo en ese momento las puertas se abren. Armando sale y nos ve a los tres.
—¿A qué se deben los gritos como si estuvieran en un mercado? Julián, entra, que tenemos trabajo atrasado —dice, sin darle oportunidad a su prometida de hablar.
Se gira hacia mí.
—¿Tú quién eres? ¿Y qué haces aquí?
Suspiro.
—Trabajando gratis no creo.
Le respondo, y Julián es el único que se ríe. Tarde me doy cuenta de lo que acabo de decir al notar cómo me mira enojado el señor Armando.