Madelein una madre soltera que está pasando por la separación y mucho dolor
Alan D’Agostino carga en su sangre una maldición: ser el único híbrido nacido de una antigua familia de vampiros. Una profecía lo marcó desde el nacimiento —cuando encontrara a su tuacantante, su alma predestinada, se convertiría en un vampiro completo. Y ya la encontró… pero ella lo rechazó. Lo llamó monstruo. Y entonces, el reloj comenzó a correr.
Herido, debilitado y casi al borde de la muerte, Alan llega por azar —o destino— a la casa de Madeleine, una mujer con cicatrices invisibles, y su hija Valentina, demasiado perceptiva para su edad. Lo que parecía un encuentro accidental se transforma en una conexión profunda y peligrosa. En medio del dolor y la ternura, Alan comienza a experimentar algo que jamás imaginó: el deseo de quedarse, aún sabiendo que su mundo no le permite amar como humano.
Cada latido lo arrastra hacia una verdad que no quiere aceptar…
¿Y si su destino son ellas?
¿Madelein podrá dejar
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Capítulo 17
Lo siento no puedo controlar lo que pasa, apenas es una niña. Incluso se dio cuenta que usted estuvo o vino aquí. ¿No le parece raro? Por favor.
—Madre, por favor, déjala en paz. Yo le di el derecho de hablarme así.
—Pero hijo...
—Déjala. Tienes suerte de que activara la protección para que no salieran ruidos. Si no, aquella humana estaría aquí viendo qué pasa.
—Padre, por favor, ayúdame. Quiero saber cómo es posible que ella controle a Lucien.
—Lo averiguaremos. Vamos, mi reina. Tu hijo se puede hacer cargo de esta situación, al menos mientras estemos en el pueblo.
—Vayan.
Lucien se disculpó con Valentina.
—Yo lo siento en verdad, lucien. No quería hacerte esto, tampoco sabía que me defenderías; solo se me salió tu nombre . Por favor, perdóname.
—Ya, niña, no es para tanto.
—¿Averiguaste lo que te pedí sobre ella?
—Al parecer tiene genes de bruja. Proviene de la rama de la realeza de un aquelarre extinto hace milenios, masacrado en su totalidad. Según los registros, nadie sobrevivió. Pero estoy seguro de que ella pertenece a ese linaje, o su mamá, ya que en aquel entonces solo nacían niñas. Al parecer, alguien logró escapar de esa masacre. Eso es todo lo que sé.
—Averigua todo cuanto puedas. Pero si es así, ¿por qué no tiene poder? ¿O acaso tú sientes algún poder, aunque sea un hilo?
—No, amo, es una humana.
Aquella noche, Valentina se quedó dormida. Aunque su mamá la levantó para que comiera, ella dijo que no tenía hambre. Desde la oscuridad, Alan las observó. Se preguntaba cómo podían dormir tan cómodamente con un desconocido en casa, sin miedo a que les hicieran daño.
La mañana llegó otra vez .pero está vez algo cambiaría ...
La niña murmura algo entre sueños y se revuelca bajo las sábanas. Ella se detiene un segundo, gira la cabeza para mirar hacia el cuarto, y luego vuelve a lo suyo. Su rutina es exacta. Se nota que ha estado haciendo esto sola por mucho tiempo. Demasiado.
Lucien sigue allí. Desde la esquina oscura, apenas visible para los humanos, sus ojos grises— vigilan cada movimiento. No interviene. No necesita hacerlo.
—Hoy no iremos a la escuela ni al trabajo hoy tengo libre , Valen —dice ella en voz baja—. Nos quedaremos aquí. Hay que cuidar al señor dormilón.
La niña ríe con voz ronca, arrastrando la cobija hasta taparse la cara.
—¿Y si se despierta y no sabe quiénes somos? pregunto Valentina tanteando el terreno ya que anoche había despertado y su madre no sabía esto
—Entonces le diremos que lo salvamos. Y que se portó como un niño bueno y no se comió a nadie.
—¡Mami! ¡No es un monstruo! Yo lo vi... está triste —responde la niña muy seria.
Y ese comentario, salido de la inocencia más pura, me atraviesa como una lanza invisible. ¿Cómo puede verla? ¿Cómo puede entender algo que ni yo mismo comprendo?
Madeleine guarda silencio. Un silencio largo. Siento cómo se apoya contra la encimera, como si de pronto el peso del mundo la aplastara.
—Sí, amor… tienes razón. No es un monstruo