La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
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¡Sorpresa!
Al ver la escena, Jimena no pudo más que gritar...
¡¿Es por esta zorra que terminaste conmigo?! ¡Maldito seas, Marcelo!
Marcelo fue pillado "in fraganti", e inmediatamente agarró una sábana para taparse a Linda le valió y dejó que el otro tipo la viera así desnuda.
Ay, pero, ¿qué es esto?, gritó Pascual, ¿cómo es posible que hayas preferido a esta loca que a Jimena?
Marcelo, inmediatamente se vistió y fue a hablar con Jimena. Jimena, por favor, escúchame.
Tú y yo no tenemos nada de que hablar. Está claro de lo que quieres hablar conmigo, está bien, tú y yo hemos terminado para siempre, adiós y no trates de buscarme porque no voy a estar para ti.
Salió corriendo seguida de Pascual y más atrás Marcelo.
Linda se veía muy divertida con lo que pasó y sonreía triunfante. "A ver cómo te libras de esta, Marcelo, jajaja".
Jimena, espérame, gritaba Marcelo, no es lo que tú te imaginas.
Yo no imagino nada, es lo que vi. ¿O me vas a decir que estabas rezando un rosario con ella?, déjame en paz y siguió corriendo hacia el coche.
Arranca, Pascual, por favor, no quiero saber más de esto.
Al instante, Pascual obedeció la orden.
Marcelo se quedó parado viendo como su exnovia huía en el coche de Pascual.
"¡Dios mío, qué hice!", se dijo Marcelo.
Marcelo volvió al lado de Linda, era obvio que no contaba con que Jimena lo iba a seguir por el GPS.
Vaya, vaya, esto salió mejor de lo que esperaba, dijo Linda con una gran sonrisa en su rostro.
Y, ahora, ¿qué vamos a hacer?, preguntó Marcelo.
¿Vamos, kimosabi? ¿Qué vas a hacer tú?, a mí no me metas en tus líos.
¿Cómo puedes decirme eso? Si por ti perdí a mi novia.
Ah, no, la perdiste por ti mismo, yo no te puse una pistola en la cabeza para que vinieras a hacerme el amor, ¿o sí? Tú eres un hombre en toda la extensión de la palabra y sabías muy bien a lo que te enfrentabas; así es que no me culpes a mí de tus decisiones. Y, ahora vete de mi casa ya me aburriste.
Pero Linda, ¿cómo puedes correrme de tu casa?
Pues precisamente por eso porque es mi casa, fíjate. Lárgate ya.
Marcelo se fue, se subió a su coche y enfiló directo al despacho de Jimena.
Pero Jimena no estaba en su despacho, después de que Pascual la dejara ahí, ella esperó un descuido y se fue a otra parte. Nadie sabía dónde estaba.
Cuando Pascual vio llegar a Marcelo no lo dejó entrar. Lo siento, Marcelo, tú ya no eres bienvenido en esta empresa. Así que escoge a un suplente tuyo porque no voy a tratar contigo absolutamente nada.
Tú no eres el que trata estas cosas, es Jimena y te exijo que le digas que quiero hablar con ella.
Y yo te digo que yo soy el brazo derecho de Jimena y, por lo tanto, te digo que no voy a tratar más contigo así es que lárgate.
Es que no confundas los asuntos personales con el trabajo, el trabajo es trabajo y ya.
Pues será el sereno, si no te vas voy a llamar a seguridad.
Está bien, ya me voy pero esto no se acaba aquí, buscaré a Jimena hasta que me haga caso.
Perderás tu tiempo, ella no quiere volver a verte, lárgate ya.
Marcelo se fue, pero en el fondo deseaba con el alma hablar con Jimena.
Pascual fue al despacho de Jimena y al no encontrarla ahí se preocupó.
"Dios mío, ¿a dónde fuiste, Jimena?
Pascual llamó a la casa de Jimena.
Buenas tardes, señora, ¿está Jimena ahí?
Del otro lado de la línea... ¿Cómo que si está Jimena aquí?, pues, ¿que no está allá en su despacho trabajando?, contestó Carolina un poco molesta por la pregunta.
Técnicamente, sí estaba aquí trabajando, señora, pero tuvo un inconveniente y salió y no sé dónde pueda estar.
Está bien, iré para allá y la buscaremos.
Ya en la tienda "Fashion", Carolina habló con Pascual. Señora yo no le pienso decir nada. Es ella la que va a hablar con usted, lo único que le puedo decir es que ella no está aquí, ¿no tiene idea de a dónde pudo haber ido?
La verdad no, mi hija tiene cada arrebato y se pierde por horas, pero luego regresa.
Entonces, esperemos que regrese, gracias por estar aquí.
Solo llámeme si ella llega a aparecer por aquí, dijo Carolina, sin preocuparse de más ya conocía bien a su hija.
Y usted, llámeme a mí si llega a aparecer por su casa, por favor.
Bueno, me voy, estaré al pendiente cuando ella regrese.
Pero pasaron las horas y Jimena no aparecía por ninguna parte.
Carolina y Alejandro fueron la delegación a denunciar la desaparición de su hija.
¿Ya pasaron 72 horas de su desaparición?, preguntó el oficial de policía.
Aún no, pero a mi hija no se encuentra bien, está muy alterada, por favor, ayúdeme a buscarla.
Lo siento, señora, los reglamentos son muy exactos y claros, tienen que pasar 72 horas para empezar a buscar a su hija.
Oficial, ¿comprende que cada minuto que pase puede ser peligroso para ella?
¿Qué edad tiene su hija?, preguntó el oficial con curiosidad.
25 años el mes próximo cumplirá 26.
Por Dios, señora, a esa edad ya se sabe perfectamente bien lo que quiere, fue un berrinche, estoy seguro que regresará pronto.
Y, ahora, si me disculpa tengo mucho trabajo.
Carolina se fue toda desconsolada, ¿cómo era posible que el policía no quisiera buscar a su hija?
A las 10 de la noche, Jimena no regresaba aún.
Toda la familia estaba preocupada porque Pascual les había dicho que ella estaba muy alterada.
Espero que no le pase nada malo dijo Alex.
Joseph y Darío también estaban preocupados por su hermana.
¿Pues qué habrá pasado para que ella se haya ido toda alterada?, preguntó Darío.
Mientras Jimena no regrese no lo sabremos. Es ella la que nos tiene que explicar todo lo que pasó y, ¿por qué Marcelo no se aparece por ningún lado?, dijo Carolina muy molesta.
Pues esperemos por aquí, ojalá regrese pronto, dijo María, la abuela.