Mi Condenada Suerte

Al llegar a su casa, los guardias prohibieron la entrada de Miranda, pues no tenían orden del señor Sincler que podía ingresar a la propiedad por lo cual se tuvo que quedar en el auto toda la noche, hasta que al día siguiente. Hablará con Ricardo. Por más que se hacía la amiga, en realidad odiaba que un gamma tan insignificante tuviera esa suerte, que André y Josep lo protegieran y ahora que don Sincler lo amara, pero sabía algo, y es que ella era una mujer alfa muy sexy que podía conseguir al hombre que quisiera y ese viejito tenía lo supo no solo su cuerpo sino dos carteles importantes en el mundo, y ella quería ser la señora, y debía hacer que Ricardo se le diera el lugar, si solo era un simple gamma.

Esa noche los amantes se unieron después de un año extrañando el aroma del otro, su deseo y pasión los envolvió y se entregaron en cuerpo y alma, Gabriel recorrió todo el cuerpo del joven, besando todas las marcas que tenía en su cuerpo, era como curar las cicatrices que el joven tenía desde que había nacido hasta ahora, ya no había dolor, ya no había tristeza, Gabriel y Ricardo se encontraron en lo más profundo de su amor. Siendo dos en uno. El día llego sin permiso y los primeros rayos del sol iluminaron los cuerpos que seguían en movimiento, en un vaivén de gozo y placer, los gemidos no se habían detenido en toda la noche y la entrega de los dos era plena. Cuando el sol estaba a pleno, decidieron descansar, el gamma quedó vencido en el pecho del mayor, Gabriel limpio a su amado y el joven se acurrucó en el tórax de su enigma, sentía paz, amor, felicidad. Nada podía hacer que su encuentro se opacara, eran los hombres más felices del universo.

La diosa veía todo y sonreía, por fin había logrado algo bueno en esa pareja. Al día siguiente Miranda hizo mucho lío hasta que le permitieron entrar a la casa. Puso las quejas a Ricardo y se hizo la víctima, el joven la vio y solo le dijo, recuerda que estudiamos juntos y esas tácticas ya las conozco, a mí no me funciona.

Se hizo la ofendida y se fue por las maletas, pensaba que viviría en la casa grande donde se quedaba Ricardo con Gabriel, pero no, ya que al regresar la invitaron los guardias a que fuera a la casa de los guardias donde vivían todos los guardaespaldas. Compartiría habitación con un alfa hombre, chofer en turno noche. Eso le daba más furia, pero no se daría por vencida, era un alfa mujer, sexy e irresistible.

Gabriel puso la lista de mis alergias en la cocina así las cocineras sabían que no me podían dar en ningún plato, yo a pesar de que me cure en casi todas, seguía con la alergia al maní, a las abejas y A la dipirona. Leí la lista y eso estaba así que me quede tranquilo, no le dije que lo demás ya no me hacía mal. Adoraba como me cuidaba.

mi madre nos intentó separar, me vivís haciendo citas a ciegas, y encuentros sorpresas con parejas influyentes. Todas eran rechazadas por mí, yo era feliz con Gabriel.

De vez en cuando me sentía mal, había días que la comida me descomponía y a veces dormía mucho luego de tomar mis vitaminas. Al principio no sabía que era, pero cuando ya pasaron tres meses comencé a sospechar, y pedí a los hombres de Gabriel colocarán otras cámaras, disimuladas en la cocina, el pasillo queda al comedor, en el comedor y la sala y en el pasillo que da a la habitación de Gabriel y la mía.

Y les pedí no le cuenten a Gabriel.

Al principio no vi nada extraño, la cocinera preparaba y Miranda llevaba los platos.

Pero me fui dando cuenta de algo, quien condimentada mi comida era mi guardaespaldas, esa alfa me colocaba algo de un especiero que tenía siempre con ella. Y cuando yo dormía mucho era cuando me traía mis remedios a la cama.

sí. Decirle a Gabriel, hablé con Alfonso su jefe delta y le pedí la enviarán a una misión lejos de casa unas semanas. Que le dijera que por su capacidad, su eficiencia y todo lo que él se le ocurriera para subir su ego lo utilizará así ella no sospechaba, me dijo por qué, y solo respondí, es que quiero comprobar algo es así, necesitaré te ocupes personalmente como tú lo sabes.

Alfonso era de las fuerzas especiales, dejo su trabajo porque Gabriel pagaba más y porque mi enigma le permitía usar cualquier método para torturar, y eso el encantaba. Le fascinaba el dolor, le excitaba las súplicas, y podía llegar al clímax cuando la persona agonizaba, su placer más grato era la agonía y el sufrimiento impartido por él.

cuando le dije que la dejaba en sus manos, sus ojos le brillaron y ya comenzó a maquinar que podría hacer para saciar sus ansias de placer en caso de tener que someterla y deseaba que yo tuviera razón y el se viera obligado a trabajar en esa alfa, se lamió sus labios como cazador ante su presa, y me respondió con su voz ronca, déjela en mis manos, nunca se arrepentirá de mis métodos, hizo una reverencia y se fue.

si era lo que pensaba Miranda nunca más volvería a jugar con alguien como yo. Sonreí y seguí en mí trabajo.