Después de escapar de las brutalidades de mi manada, he estado viviendo en las sombras como humana durante años, tratando de olvidar el pasado y construir una vida nueva. Pero cuando una incursión real amenaza con desestabilizar todo, me veo obligada a enfrentar mis demonios y proteger a los inocentes que me han aceptado. No puedo permitir que me arrastren de regreso a esa vida de opresión y miedo. Kaiden el rey alfa descubre que soy su compañera predestinada. Desde entonces me persigue e insiste en que mi lugar está junto a él.
Pero me niego a pertenece a alguien y lucharé por mi libertad y por aquellos que me importan, sin importar el costo.
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Tenemos que irnos
El silencio en la cabaña destrozada era ensordecedor, roto solo por el crujido de la madera bajo nuestros pies y el latido desbocado de mi propio corazón. Lili y Surley me miraban, sus ojos llenos de preguntas sin formular, de un miedo que yo conocía demasiado bien. El mensaje en la pared, "No te escaparás de mí", seguía allí, como una herida abierta en el alma de nuestro hogar.
—Adeline, ¿qué está pasando?— Lili fue la primera en encontrar su voz, apenas en un susurro. Sus ojos, siempre tan vivaces, estaban opacos por el terror.
Surley, más pragmática, se acercó a mí, con su mano temblorosa en mi brazo.
—¿Quién hizo esto? ¿Y por qué? ¿Para quién es ese mensaje?—
Sabía que había evitado este momento con todas mis fuerzas. Había huido del bosque, había buscado refugio en esta casa, en esta vida "normal" con ellas, para no tener que enfrentar mi verdad. Pero ahora, el peligro no solo me había alcanzado, sino que las arrastraba a ellas.
A mis amigas.
A mi familia elegida.
Mi misión había sido construir una nueva vida, lejos de las sombras y los colmillos. Pero al hacerlo, las había puesto en el punto de mira. Y ahora, no podía simplemente irme sola. Ellos sabía que ellas eran importantes para mí. Las usaría. Las usaría para llegar a mí, para hacerme caer.
No, mi única opción era protegerlas, asegurarme de que estuvieran a salvo, incluso si eso significaba revelarles mi mayor secreto.
Tomé una respiración profunda, el olor a pintura y destrucción llenaron mis pulmones.
Mis ojos se posaron en Lili, luego en Surley. Eran humanas. Completamente humanas.
¿Cómo les explicaría lo que yo era? ¿Cómo les diría que el mundo que conocían era solo una fina capa sobre algo mucho más antiguo y peligroso?
—Necesito que me escuchen— empecé, mi voz sonaba extrañamente calmada a pesar del torbellino en mi interior. —Necesito que me crean, por muy increíble que suene—
Lili y Surley intercambiaron una mirada, una mezcla de confusión y preocupación.
—Adeline, nos estás asustando— dijo Lili, y su voz está subiendo un poco de volumen.
—Más de lo que ya estamos— añadió Surley, con un tinte de reproche.
—Sé que esto es difícil— continué, —Sé que no tiene sentido ahora mismo. Pero lo tendrá. Todo esto...— hice un gesto con la mano hacia el desastre que nos rodeaba. —... es por mí—
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Por ti?— preguntó Lili, incrédula.
—Sí. Y la persona que hizo esto... es alguien que me ha estado buscando toda mi vida—
El aire se volvió más pesado. Podía sentir la tensión crecer entre nosotras.
—Pero... ¿por qué?— Surley frunció el ceño, intentando procesarlo.
Cerré los ojos por un instante. No había vuelta atrás.
Era ahora o nunca.
—Porque no soy... no soy completamente humana—
Un silencio sepulcral cayó sobre la casa. Lili parpadeó, luego soltó una risita nerviosa.
—¿Cómo que no eres humana, Adeline? ¿Te sientes bien? ¿Te golpeaste la cabeza?—
—No es broma, Lili— dije, —Soy... soy una loba. Una mujer lobo. Y siempre me ha perseguido un... un cazador. Un cazador de nuestra especie, junto a guerreros—
El efecto fue inmediato. Lili se echó a reír, una risa histérica que sonaba completamente fuera de lugar en medio de la destrucción.
—¡Adeline! ¡Ya basta! ¡Esto no es gracioso! ¿Mujer lobo? ¿Cazadores? ¿De qué película de terror sacaste eso?—
Surley, aunque no se reía, me miraba con una expresión de profunda preocupación, como si estuviera sopesando si yo había perdido la cabeza.
—Adeline, sé que estás asustada, y nosotras también lo estamos. Pero... ¿mujer lobo? Es imposible—
—No es imposible— insistí, con la frustración creciendo en mi pecho. —¡Es la verdad! ¡Por eso me fui del bosque! ¡Por eso vine aquí, para estar a salvo, para protegerlas a ustedes de esto! Pero me encontraron. Ellos saben que estoy aquí. Y saben que ustedes son importantes para mí—
Mis ojos se llenaron de una desesperación que no pude ocultar.
—¡Si me voy sola, las usará para llegar a mí! ¡Las lastimarán! ¡No puedo permitirlo! ¡Por eso tienen que irse conmigo! ¡Ahora!—
Lili dejó de reír, su rostro se volvio serio, pero aún con incredulidad.
—Adeline, no te vamos a dejar sola. Y no nos vamos a ir así porque sí. Estás hablando de cosas que... que no existen—
—¡Claro que existen! ¡Soy la prueba!— Mi voz se alzó, la frustración y el miedo desbordan. —¡No entienden el peligro en el que estamos! ¡Ellos no se detendrán hasta encontrarme! ¡Y si ustedes están aquí, las pondrá en peligro!—
Surley se acercó, intentando razonar conmigo.
—Adeline, amiga, te creemos que estás asustada, pero lo de los lobos... es demasiado. ¿Cómo podrías ser una mujer lobo? Nunca hemos visto nada extraño en ti—
—Porque he aprendido a controlarlo—respondí, —He aprendido a vivir como una humana. Pero hay cosas que no puedo controlar. Y ahora ellos están aquí. ¡No puedo dejarlas aquí! ¡No puedo!—
Mis ojos se posaron en el mensaje de la pared de nuevo. "No te escaparás de mí". Y luego, en sus rostros, tan queridos, tan vulnerables.
—Tienen que irse— dije, con mi voz ahora más baja, pero con una intensidad que esperaba que las convenciera. —Tienen que irse lejos de aquí, a un lugar donde no puedan encontrarlas. Y no le pueden decir nada a nadie—
Lili negó con la cabeza, sus ojos llenos de lágrimas.
—No te vamos a dejar. Eres nuestra amiga. No te vamos a abandonar—
—¡No es cuestión de abandonarme!— grité, —¡Es cuestión de que vivan! ¡Ellos son peligrosos! ¡Son asesinos!—
Surley puso sus manos en mis hombros, su mirada firme, aunque aún con esa sombra de incredulidad.
—Adeline, sea lo que sea que creas que eres, o lo que sea que te haya pasado, no te vamos a dejar sola. No te vamos a creer una historia de fantasía y salir corriendo. Necesitamos una explicación real. Necesitamos entender—
Mis ojos se encontraron con los suyos. La incredulidad era palpable, una barrera infranqueable. ¿Cómo las convencería? ¿Cómo les haría ver la verdad sin revelarles el horror de mi otra forma? ¿Cómo les haría entender que su vida dependía de creer en lo imposible?
La tensión en la casa era un cuchillo afilado. El drama era real. Y mi misión de protegerlas se volvía cada vez más difícil. Ellas no se irían. Y yo no podía permitír que se quedaran.
No me queda de otra que mostrarle lo que se niegan a creer...