Cyra, Mi Segunda Oportunidad

Ante la pregunta de César, Cyra no sabe qué decir, y es que lo último que quiere es justificarse frente al joven, y es que para ella lo que había hecho no tenía justificación, pero César se merecía saber la verdad, él había sido honesto con ella, era su turno de hacer lo mismo.

Cyra respira hondo y le cuanta su historia, desde su nacimiento, en el cual, tras un accidente su madre murió al darla a luz, y como su padre, quien era el rey, decidió que ella había sido la causante de la muerte de la mujer que amaba y la encerró, solo manteniéndola viva para que sufriera, le hablo de los maltratos que sufría a manos de los pocos sirvientes que sabían de su existencia, quienes no dudaban en insultarla y agredirla con tal de ganarse el favor del rey, también le hablo de Ember y de Cole, las únicas dos personas que en realidad la amaron y a las que más lastimo con sus decisiones, y por último le hablo del señor D, a quien por mucho tiempo considero un amigo, pero en realidad era un ser maligno que la uso para hundir el reino del fuego en un caos.

- Mis últimos días de vida no fueron los mejores, él y yo peleábamos constantemente, descubrí que el dolor evitaba que él tomara el control, por lo que buscaba maneras de latinarme para evitar que él me controlara, más de una vez intente acabar con mi vida, pero sin importar lo que hiciera él siempre lo evitaba, fue Cole quien, al final me libero, después de eso, lo siguiente que recuerdo es que estaba en este nuevo mundo como la hija de las personas más maravillosas que hayan existido jamás, y aunque una parte de mí quería olvidar, pareciera que mi subconsciente no me deja olvidar lo que hice, ya que lo vuelve a vivir cada noche en mis sueños – le termina de contar Cyra con una mirada triste, sabía que después de que César oyera su historia había dos opciones, la primera, que no le creyera y pensara que estaba loca, y la otra, que le creyera y que viera en realidad el monstruo que era, de cualquier forma, Cyra estaba segura de que César se alejaría de ella.

- Tuviste que decírmelo antes o tus padres, no tenías que cargar con esto sola – le dice César mientras la estrecha con más fuerza en sus brazos, y es que aunque lo que le dijo era una locura, el joven no dudó en ningún momento que sus palabras eran ciertas.

- Pero… pero… - comenzó a tartamudear Cyra, ya que no se esperaba esa reacción de parte de César.

- Cyra, tú eras una niña, una niña que sufrió por las decisiones de los adultos y ellos te empujaron a hacer lo que hiciste, no voy a decir que eres completamente inocente, todos somos responsables de nuestras decisiones, pero no tienes toda la culpa, además estoy casi seguro que ya has pagado con creces el daño que causaste, Cyra no debes de intentar olvidar, debes de aceptar lo que paso, lo que hiciste y avanzar, y si hiciste mal y te arrepientes, ahora haz el bien, ayuda a las personas, sé amable, bríndale una sonrisa a quien lo necesite, pero no dejes que tu pasado te impida ver el hermoso futuro que tienes por delante, Cyra sin importar lo que hayas hecho, yo y estoy seguro de que tus padres, jamás te dejaremos de amar, pero nos duele verte sufrir, así que apóyate en nosotros, que siempre estaremos aquí para ti, todos merecemos una segunda oportunidad, esta es la tuya, aprovéchala – le dice César causando que Cyra vuelva a llorar, solo que esta vez de alegría.

- Gracias, gracias, te amo – le dice Cyra mientras se aferra a César como si fuera un trozo de madera en medio del mar.

Cyra lloró por mucho tiempo, algo que de verdad preocupo a César, pero aun así solo se limitó a consolarla, ya que sabía que esto era algo necesario para la joven, se había guardado todo ese sufrimiento por mucho tiempo, y necesitaba desahogarse.

- No iremos al hospital por ahora, trataré tus heridas lo mejor que pueda aquí, y mañana a primera hora hablaremos con tus padres, ellos tienen derecho a saber y de allí los cuatro juntos tomaremos la mejor decisión con lo que respecta a tu condición, porque si algo es seguro es que debemos evitar que te lastimes mientras duermes – le dice César a una más calmada Cyra, quien solo asiente.

Ante la confirmación de su novia, César la baja de su regazo y la deja sobre la cama y va hacia el cuarto de baño, y allí saca un botiquín, él y André lo tenían muy bien surtidos debido a que ambos peleaban de manera semi profesional, por lo que lo necesitaban para tratar sus heridas.

Sin perder mucho tiempo, César volvió a lado de Cyra, y comenzó a limpiar sus heridas en el rostro en su cabeza, ambas estaban mal, pero afortunadamente ninguna parecía tener la necesidad de puntos, ya que de ser así, tendrían que ir al doctor sí o sí.

- Listo, ya quedaste – le dice César a Cyra, quien comienza a verse adormilada, algo que enciende las alarmas de César de inmediato, y la meció suavemente para despertarla – puedo preguntarte algo – le pide César a Cyra una vez la despierta.

- Claro, ¿qué pasa? – le pregunta Cyra, quien siente cómo el sueño le va ganando.

- ¿Cómo hacías para no herirte estando sola?

- Usaba unos guantes gruesos de cocina, y también me ataba – le responde Cyra.

- Bueno yo no pienso atarte, pero si probaremos lo de los guantes – le dice César quien sale de la ha habitación hacia la cocina, en donde toma dos guantes de uno de los cajones y regresa con Cyra – bueno, probaremos con estos, y yo te sostendré toda la noche, así en caso de que tengas la necesidad de herirte mientras duermes, yo lo evitaré – le dice César, quién le pone los guantes a Cyra y después la toma en sus brazos para acostarla en la cama y arroparle, ya con Cyra acomodada, él hace lo mismo.

Y así, oyendo los latidos del corazón de su amado, Cyra cede ante el sueño, por su parte, César se niega a dormirse, puesto que teme que Cyra vuelva a intentar herirse, y a pesar de ser alguien capaz de desvelarse por varias noches, poco a poco es vencido por el sueño.