Prisionera Del Ruso

—¿Esperas que crea que eres capaz de matar a alguien?

—Puedo hacer eso y más, Paula. No me conoces.

—Y si te digo que no me importa lo que hagas con Jelena, no firmaré.

—Te conozco, te haz encariñado con ella y sobre todo, tu no eres la clase de persona que logra vivir con una muerte en su conciencia.

Por más que quiera ocultar el sol con un dedo es imposible. Las acciones de Andrey sólo me hacen convencerme a mi misma de que es capaz de cualquier cosa.

—Firmare pero... Tengo una condición— No puedo dejar que ese niño crezca en una mentira.

—No estás en posición de pedir nada pero, te escucho.

—Ese niño tiene derecho de saber la verdad. No vas a mentirle, no quiero que crezca pensando que yo soy su verdadera madre— Mucho menos cuando planeo irme lo más lejos posible de Andrey. No quiero que ese inocente niño piense que su madre lo abandonó.

—Está bien, le diremos la verdad en su debido momento. Ahora firma.

Firmare esto solo para comprar un poco de tiempo, al menos hasta que se me ocurra que puedo hacer para que tanto yo como Jelena logremos escapar.

Tomé el documento y le di un rápido vistazo para estar segura de que en verdad se trataba de un acuerdo de sucesión de derechos maternos por el bebé y no otra cosa. Con Andrey he aprendido a ser algo precavida. Lo firmé de una buena vez mientras Andrey me miraba sonriendo como si hubiese logrado derrotar a una simple mosca de la manera más fácil posible.

—¿Tanto te divierte tener a las personas a tu merced?— Se levantó de su asiento y caminó hacia mí, bueno de hecho, hacia el documento.

—En verdad es fascinante. Tener el suficiente poder para lograr doblegar a las personas.

—Puedes lograr todo lo que quieras bajo amenazas pero nunca obtendrás el respeto y la lealtad de nadie. Te quedarás completamente solo.

—Mientras tenga dinero y poder nunca estaré solo.

—Muchos reyes han perdido reinos completos, ¿Tu por qué crees que eres diferente? te puedo asegurar que algún día hasta el más insignificante sirviente para ti, te dará la espalda.

—Di lo que quieras, solo o no, obtendré lo que quiera cuando quiera, aún si debo caer y levantarme mil veces.

Me levanté de mi asiento y salí del lugar, supongo que él se quedaría a terminar todo con su abogado, yo ya no tenía nada más que hacer aquí.

Muy cabreada entré en el ascensor, supongo que solo me queda rondar por el edificio. Conociendo a Andrey debe tener miles de hombres vigilando el lugar y en caso de que yo logrará escapar no podría confiar en nadie. Todos en esta estúpida ciudad han sido comprados por él.

Cuando las puertas se abrieron salí como bala disparada lo que provocó que casi me llevará por delante a alguien.

—Ay por Dios, señora Volkova lo siento mucho. ¿Está usted bien?— A esta mujer la conozco. La conocí en la fiesta de mi supuesta presentación en la mansión. Es Katherine Novikova, la sensual y millonaria soltera por la que todos los hombres estaban babeando en la fiesta.

—Señorita Novikova, perdón fue mi culpa. Yo no me fijé por donde iba.

—De todos modos quiero saber si estás bien, odiaría causarte un accidente que perjudique a tu bebé— Claro, por un segundo olvidé que soy una falsa embarazada.

—No te preocupes, no pasó nada. Tu...trabajas aquí?

—Ah, no no. Solo vine a ver un momento a Andrey, Tengo algo urgente que hablar con él. ¿Está en su oficina?— Supongo que ella y Andrey deben ser muy íntimos ya que lo llamó por su nombre.

—Está en la sala de conferencias.

—Genial, quieres subir conmigo o...— La detuve de inmediato. Por supuesto que este momento no quiero ver al psicópata ese.

—Descuida, tu ve. Yo tengo algo que hacer antes.

—Está bien, supongo que te veré luego, Paula. No te molesta que te diga así, ¿no?

—No, para nada. Hasta luego— La vi desaparecer dentro del ascensor y pude dejar de sonreír y volver a mi emoción original, volver a recordar las mil pesadillas que estoy viviendo junto a Andrey.