Una hermosa mujer renace en un mundo mágico y vive una noche inolvidable que cambiará su vida.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
** Todas novelas independientes **
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Condiciones
Mas tarde, salió Juliet de su oficina y estuvo casi toda la tarde mirando como jugaba su hijo.
[Había escuchado cada palabra del gran mago, cada argumento que apelaba a la razón, a la conveniencia social, a la sombra que caería sobre mi hijo por ser considerado ilegítimo. Y aunque sabía que todo lo que había dicho tenía sentido, también comprendía que no bastaba con la lógica para tomar una decisión tan trascendental. Miró el rostro de mi pequeño, jugando tranquilamente, ajeno aún a los juicios del mundo. Y entonces, como tantas veces antes, lo supe con claridad: haría lo que fuera necesario para protegerlo, para evitar que su vida estuviera marcada por culpas o prejuicios que no le pertenecían. Sin embargo, en lo más profundo de mi conciencia la duda me desgarraba. ¿Era correcto aceptar un matrimonio sin amor, solo por darle un apellido intocable? ¿No estaría enseñándole a mi hijo que la felicidad debía construirse a costa de renunciar a uno mismo? pero sí sé que nunca permitiré que sufra por las decisiones de los adultos. Si tengo que enfrentar al mundo entero, lo haré. Si debo aliarme con su padre, también lo consideraré. Pero todo será por ti, mi pequeño… porque tu felicidad es mi destino, y tu sonrisa, mi única verdad.]
Con eso en mente, Juliet comenzó a pensar como sería la mejor forma de manejar todo.
Después de la cena que compartieron Juliet, su hijo, sir Claude e Ignacio, ella espero a que William se fuese a dormir y busco a Ignacio para hablar…
Juliet: por favor acompáñame a la oficina
Ignacio sonrió ladino… y camino tras ella, apenas disimulando la emoción.
Juliet: siéntate por favor.
Ignacio: entiendo que pensaste en lo que te dije…
Juliet: asi es… pero, ahora tú me escucharás.
Ignacio: bien… te escucho.
Juliet: He tomado una decisión. Acepto tu propuesta de matrimonio.
Él se giró de inmediato, sorprendido, como si hubiera esperado más resistencia. Sus ojos brillaron con una mezcla de alivio y triunfo.
Ignacio: Has elegido con sabiduría. Nuestro hijo tendrá el lugar que le corresponde, y tú no volverás a temer por su futuro.
Ella levantó la mano, deteniendo cualquier celebración anticipada.
Juliet: escucha las condiciones…
Ignacio: ¿Condiciones? ¿A mí?
Juliet: Sí. Porque no me caso contigo por amor, ni por ambición. Lo hago por nuestro hijo. Y si realmente quieres esta unión, tendrás que entender que no soy un adorno en tu imperio, ni en nada…
El mago entrecerró los ojos, pero permaneció en silencio, curioso por escucharla.
Juliet: Quiero tener voz en cada decisión que lo involucre. Quiero respeto, y quiero que nunca me apartes de él con tus obligaciones. Además, no toleraré mentiras ni manipulaciones. Si deseas mi mano, aprenderás a caminar conmigo, no delante ni detrás.
El silencio se hizo pesado en la oficina. El gran mago la miró fijamente, como si evaluara la fuerza de sus palabras. Y entonces, en un gesto inesperado, sonrió levemente.
Juliet: Veo que la madre de mi hijo no es una mujer débil… Y, aunque me irrite admitirlo, respeto eso. Tus condiciones son duras, pero no injustas. Acepto.
Ella lo observó, buscando alguna señal de falsedad, pero solo encontró un brillo extraño en su mirada: mezcla de orgullo y desafío.
Juliet: Si rompes tu palabra, me tendrás de enemiga, aunque seas el gran mago.
El mago apretó los labios. Nadie lo desafiaba de esa forma. Y, sin embargo, aquella mujer lo hacía sin temblar, como si su fuerza naciera de un poder aún mayor que el suyo: el amor por su hijo.
Ignacio: Jamás pensé que la primera persona que me pondría condiciones sería la madre de mi hijo
Juliet: hay mas condiciones…
Ignacio: ¿mas? ¿de verdad? bien… no me mires asi… te escucho…
Juliet: Lo primero… no renunciaré a mi vida ni a mi identidad. Continuará la casa de modas Hughes creciendo en los negocios… No me encerrarás en palacios, ni me reducirás a un papel decorativo. Seguiré siendo yo misma, con mis pasiones, mis pensamientos y mis decisiones.
Segundo… Respetarás mi forma de crianza… No quiero que conviertas a William en un reflejo de ti, ni que lo sometas a tu magia antes de que él mismo elija si la quiere en su vida. Será un niño libre, no una extensión de ti mismo…
Tercero… Exijo tu lealtad. Si me comprometo contigo, quiero la seguridad de que no traerás otras mujeres a esta unión. No por mí, sino porque nuestro hijo merece crecer en un hogar donde reine el respeto.
Cuarta condición… y fundamental para mi… Si en algún momento rompes estas promesas o conviertes nuestra unión en una prisión, tendrás que dejarme marchar con nuestro hijo. No dudaré en hacerlo… me darás de inmediato el divorcio…
El gran mago arqueó una ceja, sorprendido por la dureza de sus palabras. Dio un par de pasos hacia ella y la observó como quien mide la fuerza de un rival inesperado.
Ignacio: aun no nos casamos y ya estas pensando en divorciarte de mi…
En su voz había una mezcla de burla y desconcierto, como si no supiera si enojarse o admirar su osadía.
Juliet: No pienso en divorciarme. Pienso en protegerme. Pienso en proteger a mi hijo. Yo no te temo, pero tampoco me entregaré ciegamente. Este matrimonio no es un premio, ni una prisión. Es un pacto. Y como todo pacto, debe tener una salida si se rompe la confianza.
El mago permaneció en silencio unos segundos, con los labios tensos, hasta que una ligera sonrisa cruzó su rostro.
Ignacio: Eres más desafiante de lo que imaginé… y, de algún modo, eso me agrada. No me gusta que me pongan condiciones, pero admito que me atrae tu valor. Está bien, acepta nuestro matrimonio, y yo aceptaré tu desafío.
Juliet: No es un desafío. Es mi vida… y la de nuestro hijo.
Por un instante, sus miradas se enfrentaron con la fuerza de dos voluntades indomables. Y aunque el acuerdo estaba sellado, ambos sabían que ese matrimonio no sería una unión tranquila, sino un campo de batalla donde el amor, la dignidad y el poder se pondrían a prueba cada día.
.ya déjenmelo tranquilo al pobre