Dentro de lo más profundo de esta sociedad, existen males que le hacen bien al mundo, sin embargo, su simple existencia envenena a todo el que la toca.
Mas allá de la vida cotidiana, este mundo consagra distintas plagas, una de ellas ha logrado atrapar a Killian Inagawa en una red de dulces mentiras superpuestas por ¿su prometida?
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Dos Contra Uno
La planta de energía de emergencia se tarda un par de minutos en accionarse, sin embargo, no me dificulta la tarea de encontrar la habitación en la cual Laila se encontraba minutos atrás.
Fácilmente me reúno con Ethan, quien observa el lugar con detenimiento, después de todo su movimiento había sido completamente brusco y efectivo. Si no me estaba equivocando, esa persona permitió que me ocupase de bloquear sus ataques con la intención de infiltrarse por medio de otra base de datos hasta la red eléctrica de la mansión.
Además, reventaron las ventanas con pólvora, no solo la de esta habitación, pues el estruendo se sintió alrededor de la mansión, alertando y desorientando a mis hombres. Suelto una carcajada nerviosa. Esto me estaba fastidiando, pues habían conseguido llevarse a la Durga sin escatimar en gastos. Finalmente, la luz regresa, iluminando la habitación.
Los pedazos de vidrio se esparcían dentro de la habitación; no obstante, el rastro bajo presión de un par de ellos me da a entender que sabían perfectamente donde se encontraba ella a tiempo real.
Volteo a ver las cámaras del pasillo, las cuales a pesar de la desconexión habían continuado funcionando sin problemas. Sin pensarlo disparo a cada una de ellas, jodiéndolas tanto como puedo.
–Brais, regresa al monitor y comienza el rastreo.
Le ordeno, cosa que el joven no duda en hacer, retirándose del lugar.
–Jefe – Llama Jairo a unos cuantos pasos del lugar – No se han llevado al menor.
Suelta, dejando al descubierto al pequeño Nakamura, quien a pesar de todo lo sucedido mantenía una mirada desprovista de emoción. Suelto un suspiro al notar aquello, pues tanto él como todos los presentes habían naturalizado el uso de un niño para cumplir con sus objetivos.
–Llévalo junto con Brais y encárgate de mantenerlo lejos de todo esto. Él no tiene por qué pagar por las estupideces de su padre.
Sin decir una sola palabra más, me dirijo junto con Ethan e Iker hacia la planta principal, donde se encontraban reunidos los hombres de ambas familias, previamente organizados por Einer.
–Estamos bajo sus órdenes, Jefe.
Le agradezco a este hombre su colaboración con una aprobación e inmediatamente organizo al personal, estableciendo una división encargada de proteger la mansión y otra para seguirme junto con mis dos acompañantes, quienes sin rechistar se equipan tal cual habíamos decidido.
–Será mejor que se proteja.
Recomienda Einer, abriendo un chaleco antibalas a mi disposición, el cual me coloco sobre la camisa, retirándome la corbata y cubriéndole con la chaqueta del esmoquin.
–Volveré junto con ella a fastidiarte la vida, así que no empieces a buscarme un reemplazo.
Le solicito, regalándole una sonrisa tranquilizadora, la cual es bien recibida. El timbre de mí teléfono mueve la adrenalina que había estado conteniendo en mi interior, pues Brais se había encargado eficazmente de enviarme las coordenadas de la ubicación actual de Laila.
–Será mejor que no te despegues de ese monitor Brais, esta misión depende de ti.
Le ordeno por el intercomunicador, dejándole una increíble presión sobre sus hombros, después de todo, si esto terminaba siendo una mentira y los Nakamura cumplían con el objetivo de asesinar a la cabeza de los Miwra, toda la responsabilidad recaería sobre él.
Sabía que se trataba tan solo de un joven, pero si esta era la oportunidad para que se replanteara regresar a un lugar seguro, entonces no la iba a desaprovechar. Sin meditarlo dos veces, tomo una de las motos Kawasaki Z400 enlistadas fuera de la residencia, y asegurándome de que el grupo entendía la ruta que debía tomar, me dirijo hacia las coordenadas que Brais me envió.
La carretera de noche prometía demasiada calma, favoreciendo mi movilidad hacia el objetivo, sin embargo, algo de todo esto no me convencía.
...–Jefe, a su izquierda!...
Suelta Brais, llamando inmediatamente mi atención, pues una de sus funciones era el vigilar las cámaras de vigilancia de la ciudad, reportando cualquier anormalidad aparente.
Volteo para ver hacia la dirección que me indica, encontrándome directamente con una camioneta Ford Explorer 4.0 Xlt., la cual me obliga a arrinconarme contra la berma. De la ventana derecha sale una mujer de cabello dorado, quien me avienta un explosivo que estalla en el aire, obligándome a derrapar y detenerme momentáneamente.
El ataque había sido débil, lo que me alerta de más artimañas. Reanudo el paso, comunicando la situación a mis hombres, quienes reportan estar experimentando explosiones a lo largo de la carretera. La situación era demasiado incluso para la mafia, pues estaban involucrando un espacio público, en el cual cualquier civil podía salir herido. Ya me habían dejado claro que no escatimaban en tácticas sucias con tal de tenerla para ellos.
Maldigo en voz alta, pues algo en mi interior no me permitía mantener la mente focalizada, razón por la que me comunico nuevamente con Brais.
...–Hermano – Le llamo, intentando calmarle – Espero que hayas aprendido algo durante los últimos días, porque ahora mismo necesito que bloques a un intruso de la red de vigilancia....
El silencio se agolpa momentáneamente. Obligándome a mantenerme bajo control. Sabía que podía confiar en él, pero también era consciente de que se trataba de un menor de edad, quien tan solo buscaba un refugio.
...–Con gusto hermano…...
Su afirmación me permite soltar un suspiro de alivio. Gracias a su colaboración, sabía que podía al menos dificultarle seguir monitoreando la activación de las bombas a control remoto, sin embargo, aquellas que se activan por movimiento aún eran un problema.
...–Brais, bloquea el paso de civiles. Tan solo debes restringir el paso con los letreros digitales y posicionar cada semáforo de la zona Kolton en adelante....
En esta ocasión, a pesar de que no recibo respuesta, tengo la seguridad de que ha cumplido con mi petición, no obstante, la momentánea tranquilidad se ve interrumpida por una explosión aún mayor a la que recibí por parte de esa mujer, arrinconándome a moverme bruscamente hacia la vía contraria.
No podía disminuir mi velocidad, así que debía permanecer alerta, de lo contrario acabaría siendo alcanzado por alguna de esas trampas. Finalmente, logro llegar a las coordenadas, encontrándome cara a cara con un edificio abandonado.
Si mi memoria no me fallaba, este había sido uno de los proyectos de los Nakamura para la red de trafico que ellos mismos operaban hasta que la policía logró desmantelarles. Ya habían pasado un par de años, pero eso no deterioró en lo más minino el edificio.
Me bajo sin retirarme el casco y camino directamente a la entrada con arma en mano. Estaba seguro de lo que hacía, así que sin pensarlo, le apunto a ambos guardias, quienes disparan a quema ropa. Gracias a la oscuridad, parecen no apuntar muy bien, por lo que tan solo logran rosarme ppr el área de las costillas.
Por mi parte, el visor del casco me permitía ver en la oscuridad sin problemas, por lo que acabo con sus vidas rápidamente, después de todo no podía perder mis balas de forma tan estúpida.
–¡¿Qué no piensan recibirme?¡
Vocifero, esperando una cálida bienvenida por parte del jefe de los Nakamura, quien aparece debidamente respaldado por sus guardaespaldas. Le observo detenidamente y algo en su rostro provoca que suelte una carcajada.
–No me digas que intentaste acercártele.
Me burlo, dirigiendo su atención hacia el corte fino y preciso que se encontraba en su mejilla derecha. Sabía que ella estaba luchando allí adentro, después de todo, estábamos listos para que esto ocurriera.
–No estás en la posición de reclamar. Joven jefe de los Miwra, tu mandato duró muy poco.
Amenaza con evidente enfado, ya que ser atacado con tal desprecio debió herir sus sentimientos, cosa que a mí por mi parte me gratifica. Harto de dirigirme hacia él con la cara cubierta, me retiro el casco, lanzándolo lejos.
–¿Debería decirle lo mismo a su hijo? Ah, es verdad, ni siquiera alcanzó la edad para reemplazar a su estúpido padre.
Suelto, lanzando el botón que traía el pequeño directo al suelo, cosa que descoloca al hombre. Ya lo había mencionado antes, la información era un arma de doble filo y si la usaba a mi favor podía manipular las cosas, especialmente aquellas que parecían importantes para el enemigo.
Sabía que este hombre le importaba la seguridad de ese mocoso, pues había mantenido a esa persona al tanto de mis movimientos, cosa que hizo a la perfección.
–Eso no es verdad. No le ha hecho nada.
Le tranquiliza la voz de mi conocida contrincante, quien sale de las sombras, saludándome con una reverencia, como si esta situación fuese de lo más formal.
–Siempre crees tener la razón Fiorela, pero hackear es mi trabajo principal y eso se puede hacer de diferentes formas. En todo caso, manipular una simple grabación no es ningún problema para mí.
Ella parece resistirse a creerme y no es hasta que toma su computadora que encuentra el fallo de su confianza, pues Brais se había encargado de mantenerla engañada desde que destruí las cámaras del pasillo.
–El botón…
Suelta, observando cómo se encontraba bajo mi poder y al mismo tiempo en el traje de su protegido. El hombre voltea a verle con enfado. Le había confiado la vida de su hijo a esa mujer y ahora le había perdido.
–Se lo juro!, estuve pendiente de su seguridad, hasta hace unas horas estaba completamente a salvo…
Le ruega desesperada al ser interceptada por los hombres del clan.
–Ella no le está mintiendo – Confieso, disfrutando de la tortura psicológica, pues no iba a permitir que salieran ilesos de esto. – Su hijo aún está con vida en la residencia. Claro, bajo amenaza desde que decidieron llevarse a mi esposa de mi lado, y si encuentro un solo rasguño en ella juro que se puede despedir definitivamente de él. Únicamente me basta con dar la orden.
Le advierto, mostrándole el intercomunicador, cosa que le saca completamente de quicio.
–Usted no es el esposo de la Durga, apenas si están comprometidos y eso es una línea bastante débil. – Escupe, intentando sobreponerse a mi amenaza – Puedo tener más hijos con ella, unos de un linaje más puro si es necesario.
Su respuesta me asquea y recuerda con quien estaba tratando, pues esa misma forma estúpida de pensar era la que gobernaba antes en la cabeza de la familia Miwra. Levanto la pistola, apuntándole directo al corazón, cosa que hace reaccionar a sus hombres, quienes sueltan a Fiorela, la cual se escapa por la salida trasera del edificio.
–No hay nada que un solo joven pueda hacer contra mis hombres. Será mejor que regrese a su comodidad y sea devorado por sus subordinados.
Sin demora se gira para ingresar en el edificio, sin embargo, un disparo provoca que uno de sus guardaespaldas caiga al suelo casi al instante.
–Será mejor que no se mueva, seño Nakamura – Le advierto, bajando mi pistola y acercándome a la entrada. – Usted no puede contra los Konan y los Miwra al mismo tiempo.
Le advierto, haciendo una señal para que derriben a los demás, quienes intentan proteger a su jefe. El torrente de disparos por parte de los francotiradores no de la oportunidad de contraatacar, obligándole a correr. Esa era mi oportunidad de seguirle hasta Laila, pues si este hombre era igual que el viejo Piero, priorizaría sin pensarlo el atacar mi punto débil.
Dentro la luz es perfecta, devolviéndome un poco de vida, sin embargo, algo ya se estaba cociendo más al fondo, pues los gritos eran ensordecedores, dejando estático a Nakamura.
–No necesito de su servicio nunca más.
Suelto, disparándole por la espalda, después de todo, era lógico donde se encontraba ella. No tardo más de un minuto en alcanzarla, encontrándola de pie con la respiración agitada una mirada cruel. Allí no había más que un par de hombres intentando acorralarla, mientras que al menos una decena de sus compañeros yacían tendidos en el suelo sin vida.
Rápidamente les disparo a cada uno, finiquitando el juego. Laila me voltea a ver sorprendida. El corazón se me detiene casi de inmediato, pues en su hombro una gran mancha de sangre recubría gran parte de la camisa.
–Killian – Me llama con una sonrisa satisfecha, después de todo, había estado esperándome.
El miedo no me permite pensar correctamente, así que me abalanzo a ella, abrazándola inmediatamente. Su cuerpo se sentía cálido, era como estar nuevamente en paz. Me separo de casi al instante y reviso su hombro con detenimiento.
–Esta sangre no es mía Killian, tranquilo.
Me detiene, mostrándome el cuerpo son vida de uno de los Nakamura, el cual al parecer había caído sobre su hombro al incrustarle por primera vez el cuchillo.
El sonido del alojamiento de un arma llama mi atención, impulsándome a cubrir a Laila tras de mí. Si bien había disparado a quema ropa hace un rato, mi necesidad por ver a Laila me superaba, razón por la cual no me aseguré de que este hombre no llevase un chaleco antibalas bajo su traje.
–No entiendo cómo acabo todo esto así. Me aseguré de cubrir cada maldita vía de información.
Sopesa el jefe sin soltar el arma.
–Fue un buen contrincante, pero un pez chico no puede contra un depredador – Le explico, intentando no hacer un movimiento brusco. – Ustedes pretendían ganarme en mi propio terreno e incluso intentaron sacar ventaja del estado de nuestro compromiso, sin embargo, ya sabíamos sobre la completitud de su plan, así que dejamos que vinieran por nosotros.
Confieso, regalándole una sonrisa satisfecha a aquel hombre. Después de todo, se habían centrado tanto en bloquear mis avances que se olvidaron por completo de las técnicas rudimentarias, razón por la cual Einer e Iker realizaron espionaje a lo largo de los últimos días, no obstante, debíamos sacar provecho de la situación.
–Ustedes pretendían arrebatarme a la Durga y desmantelar a los Miwra para tomar su posición, sin embargo, somos nosotros quienes nos haremos cargo de la facción Nakamura de ahora en adelante.
–Eso es imposible. Ustedes no tienen el poder para absorber a mi clan, aun mennos siendo dos familias aun separadas.
Aquella afirmación me hace soltar una carcajada, pues sabía que esa era precisamente la ventaja que ellos tenían. El hecho de que nuestro compromiso no había sido efectivo aún, le daba la oportunidad a otra familia de arrebatarme a la Durga y hacerse con el poder, sin embargo, si estábamos casados legalmente, el intento por robar poder les haría convertir en herejes.
–Es por esa razón, que ella y yo adelantamos nuestra boda por lo civil.
Confieso, sacando el anillo que traía colgado en mi collar, al igual que Laila.