Venganza Implacable

—Te has pasado de la raya, Davian —exclamó Lysandra, con los ojos llenos de furia—. Tu esposa se atreve a insultarme en mi propia casa, y tú no haces nada al respecto.

Davian se puso de pie, intentando calmar a su madre.

—Madre, prometo que lo resolveré. Elysia ha estado actuando de una manera muy extraña últimamente.

Pero Lysandra no estaba dispuesta a escuchar justificaciones.

—Si tú no te encargas de ponerla en su lugar, entonces seré yo quien lo haga.

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Elysia salió de la sala principal, dejando atrás la tensa confrontación con Lysandra y sus amigas. Con paso firme, se dirigió al jardín en busca de su hijo. El aire fresco y el suave susurro de las hojas le ofrecían un alivio momentáneo de la acalorada conversación que acababa de sostener.

Comenzó a recorrer el terreno, adentrándose entre los árboles frondosos y las coloridas flores que adornaban el paisaje. Su mirada se movía con atención, mientras sus pasos se volvían más cautelosos. Tras varios minutos de búsqueda, finalmente lo encontró: Rowan estaba sentado bajo la sombra de un robusto árbol, completamente absorto en la lectura de un libro que sostenía con delicadeza.

Elysia se detuvo en un rincón oculto y lo observó con detenimiento. La escena la sorprendió; hasta ese momento no había reparado en cuán parecido era a Davian. El color de su cabello, la forma de sus ojos, todo en él era un reflejo exacto de lo que conocía. Un profundo sentimiento la invadió mientras se preguntaba cómo había podido permanecer ciega ante tales similitudes.

Los recuerdos de los primeros años de vida de Rowan inundaron la mente de Elysia como un río desbordado. Recordó sus primeras palabras balbuceadas, esos sonidos únicos que marcaron el inicio de su comunicación. También evocó el mágico momento de sus primeros pasos, tambaleándose con un equilibrio que solo los niños tienen. Rememoró las largas noches en vela, cuando Rowan caía enfermo, y ella lo atendía con dedicación.

｟Él sigue siendo mi hijo, se repitió, aferrándose a esa verdad. Aunque no lo he dado a luz, lo he criado con todo mi ser.｠

Elysia se acercó a Rowan y se sentó a su lado. Con cuidado, acarició suavemente su cabeza, sintiendo la calidez de su pequeño cuerpo. Sin embargo, él se apartó un poco, como si necesitara espacio.

—¿Qué sucede? ¿No tienes ganas de ver a mamá? —preguntó con voz suave.

Rowan la miró con enojo y dolor.

—¡Tú no eres mi mamá! —exclamó, levantándose y corriendo hacia la casa.

Elysia se quedó inmóvil, aturdida. ｟¿Qué le pasa? Nunca se había comportado así｠, penso mientras recogía el libro que él había dejado tirado.

Con el libro en mano, se dirigió a la habitación de Rowan. Tocó la puerta con delicadeza, pero no recibió respuesta. Con un tono conciliador, preguntó:

—¿Qué sucede, Rowan? ¿Estás enojado con mamá?

Desde el otro lado, escuchó su voz triste.

—No quiero verte.

Elysia sintió una punzada en el corazón, pero se esforzó por mantener la calma.

—Mamá trajo un regalo para ti. ¿De verdad vas a dejarme aquí? Me duelen los pies por todo lo que caminé para encontrarlo.

El silencio se hizo presente. Después de unos momentos, escuchó el sonido del seguro desactivándose. Con cuidado, abrió la puerta y encontró a Rowan sentado en la cama, con la mirada abatida. Se acercó y se sentó a su lado, posando suavemente su mano en su hombro.

—Cariño, ¿qué te sucede? ¿Por qué te comportas así?

Rowan levantó la mirada, y Elysia notó que sus ojos estaban hinchados y rojos.

—Mamá, ¿es que no me quieres? —preguntó con voz temblorosa.

Un profundo dolor invadió el corazón de Elysia.

—Por supuesto que te quiero, Rowan. Siempre te he amado. ¿Por qué piensas eso?

Con frustración, Rowan se frotó los ojos, intentando contener las lágrimas.

—La tía Rhyse me dijo que te fuiste porque no me querías.

Las palabras de Rowan le atravesaron el corazón. Sin embargo, consciente de su fragilidad emocional, Elysia se esforzó por mantener la calma.

—Eso no es cierto, Rowan —respondió serenamente—. Yo soy tu mamá y siempre te he querido, desde el primer momento en que te vi. La tía Rhyse no sabe lo que dice; parece que los ratones en su cabeza están de vacaciones.

Rowan, con la cabeza gacha, comenzó a sollozar suavemente. Elysia sintió un profundo deseo de consolarlo y aclarar la confusión que lo lastimaba.

—Mamá, ya soy lo suficientemente grande para entender... no necesitas mentirme —dijo con voz temblorosa—. Tu cabello es rojo y tus ojos brillan como estrellas. Pero, mamá, la verdad es que ni siquiera me parezco a ti.

Rowan levantó la mirada, mostrando un torrente de confusión y tristeza en sus ojos.