Alexander Stone es un atractivo y exitoso alfa, CEO de su propia empresa. Solo hay un problema: él, odia a los Omegas, así que, para trabajar como su secretario, este tiene que ser un Beta, requisito que Ethan cumple perfectamente.
Pero la constante exposición a las feromonas de Alexander, ocasiona un cambio en Ethan, él, se vuelve un Omega, por lo que debe ocultar este hecho de todos si es que desea mantener su puesto como secretario de Alexander. ¿Podrá Ethan ocultar para siempre su cambio de casta? ¿Qué hará Alexander si lo descubre?
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Una nueva semana
POV Alexander
Una nueva semana comenzaba en la empresa, y yo estaba al tanto de que eso significaba que la licencia médica de Ethan terminaba, lo que en el fondo me hacía sentir aliviado de que estuviera bien, pues era un empleado que apreciaba y cumplía con su trabajo de una excelente manera a pesar de que su contratación había sido apresurada y no le tenía muchas expectativas en un inicio, y aunque me sentía así, mantuve mi expresión seria y profesional en todo momento.
Observé a Ethan mientras se reincorporaba a sus tareas, notando su aparente mejoría. Sin embargo, algo en su semblante lo hacía lucir diferente, como si hubiera pasado por algo que lo había hecho cambiar de alguna manera, no sabía cómo describirlo, solo sabía que había algo distinto. Me seguía preguntando qué había sucedido durante su ausencia, pero me mantuve al margen y no lo presioné con ello.
Además, algo que había notado desde su regreso era que el nuevo perfume que solía usar había desaparecido. Al principio, pensé que era solo una coincidencia, pero cuanto más tiempo pasaba, más me llamaba la atención, pero decidí convencerme a mí mismo de que no significaba nada, que Ethan podía ponerse el perfume que quisiera y si quería podía no usarlo. Claro que era eso, solo su perfume, después de todo sus exámenes de sangre indicaban que era un beta con todas las de la ley.
Mi cabeza ese lunes parecía solo poder concentrarse en Ethan, y cada vez que pasaba por el pasillo o entraba a mi oficina, lo analizaba. Entre uno de esos tantos encuentros finalmente confirmé que Ethan parecía más delgado que antes, lo que hizo que la preocupación dentro de mi despertara, pero opté por guardar esos pensamientos para mí mismo, después de todo, Ethan era un adulto capaz y no necesitaba que me preocupara por él.
Mientras continuaba con mis responsabilidades, tenía esa constante sensación de inquietud, alimentada por las preguntas sin respuesta sobre el aparente cambio de Ethan y su salud aparentemente frágil. Todo esto en mi cabeza lo ocultaba en una fachada de calma y control como debía ser, pues era la persona a cargo y representante de la empresa que tenía que mantener al margen a un montón de ancianos corporativos que no confiaban en mis capacidades de liderazgo solo por ser joven, apenas tenía 30.
Intenté continuar con normalidad, pues Ethan y yo no éramos cercanos, simplemente teníamos una relación profesional, o eso quería creer, pero a medida que la semana avanzaba, me di cuenta de que no podía ignorar por completo mis preocupaciones. Aunque Ethan parecía estar recuperándose, su frágil y delicada apariencia seguía preocupándome. Observaba cómo se esforzaba por cumplir con sus tareas, pero sus ojos reflejaban una fatiga que no podía pasar por alto, así que tomé una decisión, decidí que lo invitaría a comer en la hora de almuerzo, esperando que indirectamente mis preocupaciones fueran aliviadas como un mero capricho mío.
Entre esas preocupaciones e inquietudes, la ausencia repentina del nuevo perfume seguía desconcertándome, ¿por qué lo había dejado se usar de la nada? Trataba de encontrar una explicación lógica, pero ninguna parecía encajar.
