Esta novela nos habla un poco sobre el romance juvenil y ese gran amor que nunca fue, una chica con grandes sueños y mucho amor pero entregado al hombre incorrecto.
NovelToon tiene autorización de 𝑱𝒆𝒂𝒏_𝒃𝒐𝒐𝒌𝒔 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO XIII
Después de contarle a los chicos, que se lo tomaron muy normal diciendo “ya se les notaba”, todo estaba más tranquilo. No había que esconderse y todo fluía de la mejor manera.
Unas semanas más y todo estaba extrañamente bien, en calma y relajado.
Mi relación va de maravilla. Hablamos todos los días, nos vemos en la uni, salimos a comer, no hay peleas por ahora y todo está muy bien. Demasiado bien, a decir verdad, casi como si fuera sacado de una película.
Estábamos todos en la uni, hablando entre nosotros, riendo y compartiendo anécdotas.
El cielo estaba gris, nublado y fresco. Para mí, el mejor de los climas. Los días lluviosos me daban una felicidad inexplicable y rara, como si cada gota de agua despertara algo dentro de mí.
Y muy aparte de eso, estaba con el amor de mi vida. El día era perfecto. Ya era hora.
Empezó a lloviznar un poquito cada vez más y mis ganas de empaparme iban aumentando con la lluvia.
— Vamos a meternos, no seas así —le dije a Mary, con esa emoción casi infantil que la lluvia siempre me provocaba.
— No, Jen, te vas a enfermar —dijo ella, preocupada.
— Anda —la jalé con una sonrisa traviesa y nos metimos en la lluvia las dos.
Las dos estábamos disfrutando esa lluvia, de verdad. Se nos unió Sara, y ahora éramos tres jugando bajo la llovizna, sintiéndonos completamente vivas.
— Amor, te vas a enfermar —dijo Josh, con esa mezcla de preocupación y ternura que siempre tenía conmigo.
Y ahí estaba él, en la lluvia conmigo, alto, imponente frente a mí, con sus característicos ojitos color café que parecían brillar con la humedad.
— Dame un beso. — dijo él
En ese momento dejé de respirar por cinco segundos. El beso fue corto, rápido, conciso, tenue, un roce, o eso creía yo. Pero fue suficiente para sentir el mundo detenerse, para sentir que el agua no solo corría por mi piel, sino que también movía algo dentro de mí.
Fue en ese momento que me di cuenta de que estaba viviendo el momento de toda girl: el beso bajo la lluvia.
¿Será este el mejor día en toda la historia?
Experimentar tantas cosas nuevas con él era algo tan especial para mí. La manera en la que me veía después de aquel beso era única para mí, como si hubiera descubierto algo que jamás había visto antes.
— Ay, eco —escuché a Mary a lo lejos. Amo que acepte esto, pero la incómoda jajaja.
Después de mojarnos un poco, fuimos al comedor para calentarnos. Y ahí estaba yo, acurrucada en sus brazos, sintiendo ese calor tan familiar, tan genuino para mí, tan mío. Sus abrazos eran mi escape de la realidad, el refugio donde siempre encontraba paz.
Me sentía cuidada, amada, querida. Me sentía especial en sus brazos. En este mundo existía alguien que removía todo en mí, alguien que me hacía sentir como una niña pequeña, y no esa niña pequeña lastimada siempre, sino su niña querida, su niña pequeña. Y esa persona era él.
Empezó a llover más fuerte y venía la parte que no me gusta de la lluvia: los truenos. Para nadie es un secreto que me dan miedo, y menos para él.
Cada trueno me abrazaba más fuerte y yo solo cerraba los ojos, sintiendo sus brazos y su calor.
— Tranquila, ya va a pasar —me dijo mientras me daba un beso en la frente.
Me llenaba la cara de besos, en cada parte de mi rostro, y era como si amara cada parte de él, como si estuviera viendo una obra de arte. Él me veía a mí...
— Te amo.
Y lo dije. Si supieran lo difícil que era para mí decirle eso de frente, era casi imposible. Podía responder sus “te amo” con un “yo también”, pero decirle yo que lo amo era algo que no creía que fuera a pasar. Pero es que, en serio, amaba a ese ser increíble.
— Y yo a ti, nena —seguido de un beso que sellaba todo lo que ya habíamos dicho sin palabras.
Cuando la lluvia paró, nos fuimos todos a nuestras casas. Josh me llevó a la mía y nos despedimos.
Josh: Ya llegué, mi amor.
— Qué bueno, mi amor.
En la noche:
— Jen, ¿estás estornudando? —preguntó mamá desde la cocina.
— No, mamá. —Claramente sí, pero sabía que era por haberme mojado.
— Te dije que te ibas a enfermar por estar mojándote.
— Mami, apenas y me mojé.
— Pero estás estornudando.
— Es por el clima —le dije y la vi con carita de perro regañado, jajaja.
Al rato llegó con un té caliente y un antigripal.
— Te amo, mami.
Me tomé la pastilla y el té y me fui a mi cuarto.
Josh: Hola, mi amor.
— Hola, mi vida. Adivina.
— ¿Qué pasó, mi amor?
— Me regañaron.
— ¿Por qué, nena?
— Ando estornudando.
— Eso, sigue mojándote.
— Tú también te mojaste.
— Pero no ando estornudando, y no me metí al agua de la misma manera que tú.
— Eso sí, yo me mojé más, pero es que lluvia, o sea.
— Los estornudos son por el clima.
— Son porque te mojaste con la lluvia, nadie te manda.
— Y lo haré cada vez que llueva porque amo la lluvia.
— Y te seguirás enfermando.
— Si me enfermo, ¿me cuidas?
— Toca —respondió él, y sabía que lo decía en serio.
— Te amo, ¿sabías?
— Y yo a ti, nena.
Estuvimos toda la noche hablando de cosas triviales, cosas sin sentido, cosas que solo nosotros entendíamos, locuras y más.
Si pudiera explicar lo que sentía con una sola palabra, lo haría, pero no hay manera. Me sentía más que feliz de que todo estuviera yendo tan, pero tan bien, que parecía increíble.
Y así lo era.