Mis Cicatrices Son Solo Mías

No había un calendario de recuperación para Martina. El dolor nunca desaparece, solo toca transformarlo en poder. Sus lágrimas estaban obligadas a convertirse en miradas. En unos días me iba a casar, pero no me olvidaba la promesa que le había hecho a Martina.

Desde su visita en el hospital, todas las tardes de los días siguiente la acompañaba al psicólogo. Después de eso, le llevaba por un café o un helado dependiendo de cómo estaba el día. Me aliviaba saber que había entrado en confianza conmigo. Esa joven movía muchas sensaciones en mi pecho; era una joven amiga que me hacía ver que la vida es más bella cuando tienes personas que saben de tus cicatrices y, aun así, deciden permanecer a tu lado para quitarte una pequeña sonrisa.

—¡Estás hermosa mi amor!— dijo mi madre muy emocionada al verme frente al espejo. El día de la boda había llegado.

El matrimonio es la unión de dos personas que implica compromiso, respeto y, sobre todo, amor. Pero yo me casaba por seguridad; quería que mi hijo naciera en un lugar seguro y con su familia.

—Quiero que termine todo de una buena vez mamá— le dije algo triste.

—Es el día de tu boda mi amor ¿Cómo no puedes disfrutar de este gran día?.

—Preferiría estar en Londres atendiendo asuntos de trabajo.

—Irina, te prohíbo hablar de trabajo este día. Vamos que tu padre nos espera.

Todo estaba listo para la ceremonia más esperada del año. Los invitados en la gran mansión de mis padres aguardaban mi entrada. Era la boda esperada por muchos, la oportunidad de otros y la desilusión para algunos.

Aidan estaba nervioso a lado de sus amigos, intentaba liberar un poco la tensión con pequeñas charlas y fingiendo que se casaba por amor. El traje que traía puesto lo hacía ver aún más atractivo que otras veces. Muchas mujeres quedaron devastadas y desilusionadas al enterarse que sería un hombre casado; por otro lado, también me odiaban por haberles arruinado sus fantasías.

—¿Aidan, podemos hablar un momento?— le preguntó André. Antes de que la ceremonia empezará.

Ambos se conocían, pero no tenían relación íntima.

—Por su puesto— contesta Aidan apartándose de sus amigos para hablar con André.

—No te cases con Irina.

—¿Qué?

—Irina, es una asesina. ¿Sabías que mato a su primer marido?

Aidan estaba muy sorprendido al escuchar esa confesión.

—Escuché que tus padres querían casarte con ella. Pero ella me eligió a mi y eso te frustra y vienes a inventar cosas.— Aidan le contestó algo alterado.

—Es verdad que por un instante quise estar con ella, pero al escuchar su confesión quedé sorprendido, al igual que vos. Ella misma me dijo que mató a su marido. Pregúntale quién es Axel.— dijo antes de marcharse y perderse entre los invitados.

"No dejaré que seas feliz con la mujer que primero vi yo", pensó André con una sonrisa maliciosa.

Estaba preparada para entrar y pararme frente a mi futuro esposo, cuando de pronto Aidan apareció de la nada para enfrentarme.

— ¿Quién es, Axel?— me preguntó con la voz fría y algo alterado.

Mis ojos se cristalizaron. Recordé el día que me case con Axel, era el día más feliz de mi vida, porque creía que su amor era lo único que necesitaba para ser feliz. Pero ahora se estaba pudriendo en mi casa. No tuve tiempo para deshacerme de su cuerpo. El color de la despedida sería oscura y sin testigos. Ver la otra cara del amor que un día sentí, fue doloroso. Las heridas que me había causado aún no cicatrizaban. Llevaba en el alma mucho dolor y rabia. Miré a Aidan, me preguntaba quién le había hablado de Axel.

—¿Es verdad que lo mataste?— me preguntó al ver mi rostro aterrorizado.

—Aidan, todavía estas a tiempo de escapar y evitar el mismo destino que Axel. Te ofrezco la oportunidad de salvarte. Si estás dispuesto a correr el riesgo, nos vemos en el altar en diez minutos.

No le di mucho tiempo para pensar a Aidan, se alejó más confundido de lo que estaba. Dio la vuelta para verme una vez más, pero no me miró a los ojos, sino que miró mi vientre y fue a esperarme al altar.

—¿Estás lista, hija?— Mi padre me dijo ofreciéndome su brazo para empezar una nueva historia.

—Estoy lista, papá— le respondí.

Todos los invitados se pusieron contentos con esta unión, menos los Caseres. Era notorio ver sus rostros de decepción y enojo. André me clavó una mirada desafiante, mientras daba un paso lento hacia el altar, si mi intuición no me engañaba, él fue quien habló de Axel a Aidan. Le sonríe para desafiarlo aún más, pronto sabría la verdad.

Cuando por fin estaba en frente de Aidan, me sentí aliviada de que no escapara. Mi padre me entregó a él, cuando él tomó de mis manos, sabía que no sería fácil quererlo, pero lo intentaría por el bien de mi hijo.

—Gracias por no escapar— susurré a sus oídos.

Él no dijo nada, solo me regalo una linda sonrisa.

El oficial publicó del registro civil, inicio la ceremonia como correspondía. Ambos intercambiamos nuestros votos matrimoniales. Para culminar la unión debía darle un beso. Él se acercó lentamente y choco sus labios gruesos con los míos, no podía rechazar esta situación, cerré los ojos, sentí la calidez de su beso.

Todos aplaudieron al presenciar esa escena romántica para las mujeres y frustrante para aquellos que no aceptaban esta unión.

Una gran fiesta nos esperaba para celebrar, mi madre se lució con la decoración y mi suegra no se quedó atrás, me sorprendió con un gran catering. Fui a la barra para tomarme un trago, sentía que la noche sería muy larga para aguantar una boda que no me hacía feliz.

—¡No puedes consumir alcohol!— Escuché decir a mi esposo a pocos pasos.

—Si no tomó esta copa, siento que todo se me saldrá de las manos.

—Irina, solo por está noche intenta disfrutar todo esto— dijo sonriendo.

—¿Aidan, por qué no huiste?

—Por qué vives realidades confusas y quiero ser parte de eso.

Esas palabras golpearon las paredes de mi corazón. Hace mucho que no me sentía alguien tan importante. Axel había logrado matar todo lo bueno que había en mí.

¿Por qué nos comportamos como nos comportamos? ¿Por qué decimos y hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos?. Es difícil comprenderse a uno mismo y a los demás. Supervivir cuesta, cuando las emociones están desorganizadas y la mente crea más falsedades, que canalizar misma la realidad.

—¿Realidades confusas?..., ¿Crees que estoy loca?— le respondí algo alterada.

—No quise decir que estás loca. Tal vez me exprese mal, perdón. Simplemente, quiero entenderte, sos una hermosa mujer, pero la frialdad con la que me tratas me haces sentir insignificante— dijo algo triste.

—Ojalá un día puedas entender los desbordes de mi vida, y aun así decidas quedarte conmigo.

—Jamás podría dejarte, en tu vientre llevas algo mío que amo con todo el corazón y esa razón siempre me atara a vos.

Había poder en sus palabras. Era difícil no amar a este hombre, pero tenía miedo que un día haga algo que alterará mi psiquis y me toque atacarlo.

Quizás esa noche nunca más se volvería a repetir en mi vida. Quería recordar este momento, le tomé de la mano y lo llevé al centro de la fiesta, donde todos nos vieron. Por una noche quería darle felicidad, porque la cruda verdad recién venía.

Me metí entre la línea de sus labios para darle un beso, él me cubrió entre sus brazos. Por mis venas recorría algo de felicidad. Una galaxia después de un tiempo estaba chocando con mi planeta y esto desencadenaba surcos en mi mente, derribando pequeños miedos.

La música empezó a sonar más fuerte, después de ese beso confuso me puse a bailar con mi esposo.

—No me arrepiento de haberme casado con vos— me dijo Aidan al oído, mientras nuestros cuerpos se mueven al son de la música lenta.

—Por ahora no te arrepientes, pero más adelante veremos...

—¿Está noche haremos el amor?

—Está noche soy tu esposa y aprovéchame al máximo.

Aidan me abrazó, sentí como mi suelo temblaba cuando sentía su calor.