Dos vidas marcadas por cincunstancias dificiles, dos personas que se enfrentan a una realidad triste y dolorosa, marcada por la traicion, la enfermedad y la muerte, sacaran fuerzas de donde no tienen ninguna y renaceran de sus propias cenizas, esta es la historia de Aurelio Martinez y Saray Salazar.
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Cap 14: Superación
Aurelio inició su trabajo desde su hogar al día siguiente.
Al revisar los libros contables de los últimos 2 meses y medio se rascó la nuca con frustración.
Era un completo desastre y poner todo en orden le tomaría bastante tiempo y esfuerzo.
Su condición de salud le impedía sumergirse mucho tiempo en el trabajo, se encontraba muy débil.
Isabel se presentó temprano y le preparo un té, jugo de naranja, huevos revueltos y fruta picada.
No hay café pregunto frunciendo el ceño.
Isabel negó, nada de café no es bueno mezclar cafeína con los medicamentos.
Desayuno despacio su estómago estaba acostumbrándose a la abundancia, luego de días de comer muy poco y solo una o dos veces al día.
Al terminar agradeció y se sentó en la sala con su portátil y los documentos.
Inicio con la información de los días siguientes de su despido, al medio día ya había arreglado el desastre de tres días.
Hizo una pausa para almorzar, continuo hasta las 3 de la tarde, se sentía agotado por lo que tomo una siesta.
Fue despertado por Isabel a las 6 para la cena y sus medicamentos.
Tomo una ducha y volvió al trabajo.
A las 8 la asistente trajo nuevos documentos y se llevó lo que ya tenía listo.
Había solucionado el desastre de una semana y eso que no estaba al cien.
Los días siguientes fue la misma rutina.
Isabel sonreía de ver como poco a poco recobraba color y tomaba peso.
Para su consulta fue en taxi con ella acompañándolo, aún no estaba bien para conducir.
El doctor lo miro con una sonrisa lo veía de mejor ánimo y eso era crucial en la recuperación.
Programo unos análisis para el día siguiente.
Iniciaría con radioterapia un tratamiento menos invasivo según lo que le explico el médico.
Adelanto todo el trabajo que pudo en 20 días había logrado solucionar el desastre de un mes de mala gestión y llevar la contabilidad reciente.
Agradeció a la organización de ayudas cuando le notificaron que fue aceptado, pero sugirió a otro paciente para que le brindaran la ayuda.
Aurelio era un hombre con un gran corazón.
Descanso un par de días luego del tratamiento y retomo con calma para no demandarse mucho.
El estar enfocado le ayudaba a no pensar en la enfermedad y los aspectos negativos, sin contar que impedía que estuviese deprimido, bueno eso durante el día por la noche la historia era otra.
La distancia entre su casa, la empresa y el hospital comenzó a ser un gran problema para Aurelio y hasta para la asistente.
Quería vender la casa y mudarse más cerca, pero no se atrevía a comentarlo con Isabel, lo último que deseaba era que renunciara.
Dos meses más tarde cuando le tocaba ir a las reuniones estaba sumamente agotado por el largo trayecto.
Su jefe le ofreció un apartamento completamente amueblado en un condominio residencial de lujos que era usado por personal ejecutivo de la empresa, éste quedaba a tres cuadras y muy cerca al hospital lo que le simplificaría mucho su vida.
Lo consulto con Isabel.
Aurelio mi hijo fue despedido de su empleo me lo dijo hace unos días le he enviado dinero, pero no creo pueda sostenerse, piensa regresar junto a su esposa e hija, yo pensé en pedirte me arrendaras una habitación aquí para mí dijo bajando la mirada.
Isabel esta es tu casa, lo que no comprendo es porque tienes que salirte tú de tu casa.
Verás dijo moviendo las manos nerviosas en su regazo.
La casa es de mis hijos, mi esposo la coloco a su nombre antes de morir, él la adquirió antes del matrimonio, teníamos problemas ya sabes mis turnos nocturnos y un hombre celoso mala combinación.
La casa es pequeña y no quiero incomodar a mi hijo y su familia.
Isabel no tienes que pagarme nada para mí es un gusto tenerte cerca, eres como una madre para mí, aunque debo decirte que planeó vender la casa y mudarme a un apartamento de la empresa mientras compro otra propiedad, irías conmigo.
Isabel sonrió y lo abrazo claro que si niño, también te quiero como a un hijo expreso limpiándose las lágrimas.
Aurelio rio.
Que están gracioso pregunto intrigada.
Que me llames niño mírame Isabel soy un adulto y uno calvo dijo pasando su mano por su cabeza totalmente sin cabello.
Aurelio contactó a una agencia de bienes raíces para poner su casa en venta.
La mayoría de los muebles los dono a un asilo de personas discapacitadas.
La familia del hijo de Isabel llegó sorprendiéndose de la decisión de esta, de dejarles la casa.
Mamá no tienes que irte, le dijo tomando sus manos y depositando besos en ellas.
Mi vida, ustedes son una familia y esta casa es tuya, Lola dijo que no piensa reclamar nada ella tiene su propia casa, además está mi trabajo con Aurelio él me necesita.
Así fue como tres días después de la llegada de Leonel y su familia, Isabel y Aurelio se mudaron.
Lionel como buen dijo los llevo en el auto de Coral.
Aurelio que no deseaba nada que le recordará a esa mala mujer, se lo obsequio, era la primera vez que se subía en él desde que lo abandono.
Redacta los documentos y te los firmo.
Leonel no podía creerlo, su vida parecía mejorar drásticamente.
Encontró empleo como obrero en una constructora y su esposa de maestra de jardin de infancia, bien dicen a los que obran bien les va bien.
Eran personas maravillosas, pero viviendo en lugares equivocados.
El moderno apartamento de dos habitaciones era más que perfecto para ellos.
El complejo contaba con piscina y áreas verdes que ayudaron mucho en la recuperación de Aurelio.
Daba algunos paseos o simplemente leía un libro en el parque cercano.
Sin dudas alejarse de esa casa donde tenía tan malos recuerdo fue un gran acierto y eso era notorio en su recuperación.
Un año más tarde continuaba viviendo en el apartamento, más que todo por comodidad.
Sus últimos análisis revelaban una reducción significativa en las células cancerígenas.
Se sometería a otro tratamiento de quimioterapia y esperaba fuese el último.
Isabel siempre a su lado brindándole su apoyo incondicional.
Tres meses más tarde tocaba la campana mientras Leonel, su esposa e hija, Isabel su jefe y amigos aplaudían felices.
Había entablado comunicación unos meses atrás con su familia, pero no le contó de su enfermedad, lo que si fue que les ayudo económicamente para la salud de sus padres.
Entre las conversaciones con su mamá supo que en realidad no recibió su dinero durante años, al revisar todos los registros bancarios descubrió que Coral cambio la cuenta a una de ella y estuvo robándole durante años.
