El Conocimiento Heredado de los Antepasados

Hamdan suspiró. No podía seguir así. Era cierto que no podía ir al hospital por problemas económicos y no quería que Dewi y Tanto lo encontraran.

Pero eso no significaba que se rendiría. Al día siguiente, después de la escuela, Fitri había prometido llevarlo a un huesero.

Según Fitri, esa persona podía curar huesos rotos. Por eso Hamdan tenía un poco de esperanza en ello.

Al recordar a Dewi o a Tanto, Hamdan apretaba los dientes con fuerza.

Hamdan ya no sentía rencor hacia ellos. Desde lo que pasó ayer, su mentalidad había cambiado.

Aunque la determinación de Hamdan de vengar sus actos seguía presente, ese deseo ya no se basaba en el rencor y la ira, sino que quería hacer todo eso porque quería defender la verdad y erradicar toda la injusticia.

Su ambición era tan grande como la de un héroe.

Cuando Hamdan no era nadie.

Ni siquiera un héroe tardío.

Después de beber con una pajita, Hamdan volvió a acostarse con dificultad.

Después de sentir que estaba en la posición correcta, Hamdan comenzó a cerrar los ojos y se quedó dormido lentamente.

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Hamdan se sobresaltó al ver un gran Tigre Blanco de pie frente a él.

¿Cómo podía haber un Tigre tan grande?

¡No! ¡Espera un momento!

Selat Panjang es tierra de hombres. No tierra real. No debería haber tigres aquí.

Hamdan estaba muy asustado, todo su cuerpo temblaba.

"Se acabó". Murmuró Hamdan para sus adentros.

Hamdan miró a su alrededor, estaba a la orilla de un río pedregoso.

A unos cincuenta metros de donde estaba, se alzaba una cascada.

Pero el agua caía lentamente, sin producir un sonido fuerte.

Hamdan se desanimó. Todas las vías de escape estaban cerradas, así que no había esperanza.

Hamdan se obligó a mirar a los ojos del Tigre Blanco y dijo con la mayor calma que pudo.

"Con permiso, Tuk. Si me permite preguntar, ¿qué trae a Datuk por aquí? Si no hay nada, permítame pasar."

(Tuk=Datuk, es un término para referirse al guardián de un bosque o un lugar embrujado como una forma de cortesía para no ser maldecido)

Hamdan, con el cuerpo medio encorvado, pasó junto al Tigre Blanco e intentó alejarse lo más rápido que pudo.

Su corazón casi se le sale del pecho y sentía que se le cortaba la respiración.

"Hmm... los jóvenes de ahora cada vez tienen menos modales y cortesía. Se creen los más listos, ya no respetan a los mayores, las buenas costumbres desaparecen. Hmm... si esto sigue así, qué pasará después."

Hamdan, que acababa de dar unos cuatro pasos, se sorprendió de repente. Inmediatamente se volvió hacia atrás.

No había nadie allí, excepto el gran Tigre Blanco que ahora parecía sentado sin prestar atención a su alrededor.

"¿Q-quién está hablando?"

Hamdan era uno de los adolescentes más valientes.

Pero al escuchar una voz sin forma, su corazón también tembló.

El Tigre Blanco giró la cabeza.

"¿Acaso nunca te han enseñado modales y cortesía con los mayores, Cu?"

Hamdan se sobresaltó.

"¿E-es usted quien habla?"

"Si no fuera yo, ¿quién más?"

El Tigre Blanco volvió a resoplar.

"Si no recordara que eres mi descendiente, no querría volver a verte."

Al ver que el Tigre Blanco parecía ofendido, Hamdan avanzó lentamente.

"Assalamu'alaikum, Tuk. Perdóneme por haber actuado con falta de respeto."

Hamdan era un adolescente inteligente. Su cerebro no era menos ágil que el de sus amigos que habían obtenido el primer puesto.

Sólo que no estudiaba lo suficiente y no tenía los materiales de apoyo adecuados, por lo que sus notas eran inferiores a las de los demás.

Hamdan se armó de valor y extendió la mano para saludar.

Por lo que había dicho el Tigre Blanco, sabía que el Tigre Blanco no tenía la intención de hacerle daño.

Al menos por el momento, no sería comido por el Tigre Blanco.

"Je je je...."

"¡No está mal! No está mal."

El Tigre Blanco se rió alegremente. Por supuesto que conocía las intenciones ocultas de Hamdan, pero aún así extendió su mano derecha.

Hamdan se sorprendió, pero rápidamente cambió su expresión y estrechó y besó la mano del Tigre Blanco.

Resultó que la mano del Tigre Blanco olía bien. Como el olor a sándalo.

"¡Siéntate, nieto!"

El Tigre blanco miró a Hamdan con una mirada amable.

"No está tan mal, a una edad tan temprana has sido capaz de controlar tu corazón, controlar tus emociones, y también eres capaz de controlar tu ira y tus pensamientos son más maduros que tu edad."

"Has sido capaz de eliminar el deseo de venganza por un objetivo más amplio."

"Por eso pudiste verme antes de lo previsto."

"La estimación inicial era que sólo podrías verme cuando tuvieras veinticinco años."

"Pero el destino ha querido otra cosa, estás preparado mucho antes de lo que predije."

"¡Bien! Esto es realmente muy bueno. Cuanto antes, mejor. Por supuesto, esto depende de ti, mi nieto."

"No permitas que la ira influya en tus pensamientos y dañe tu corazón."

"Haz de la verdad el objetivo de tu vida."

"Y nunca hagas el mal ni toleres la maldad. ¿Puedes entender y asimilar esto, mi nieto?"

"Si Dios quiere, puedo, Tuk."

El Tigre blanco parecía satisfecho y asintió con la cabeza. No sólo creía en las palabras de Hamdan, sino que también era capaz de ver la profundidad del corazón de Hamdan, de modo que Hamdan no podía ocultarle nada.

"Si se me permite saberlo, ¿quién es Datuk y cuál es su relación con su nieto?"

Hamdan se armó de valor para preguntar.

"No necesitas saber mi identidad por ahora, nieto."

"Lo que necesitas saber es que todavía somos de la misma descendencia."

"Así que considera que soy tu verdadero Datuk."

"Debes saber que en realidad hace cientos de años, nuestra familia tenía conocimientos de artes marciales, conocimientos de oración y conocimientos de medicina sólo para protegerse a sí mismos y a la familia."

"¿Por qué se dice silat? Porque el silat no existe sin la oración. Por lo tanto, nieto mío, si quieres aprender este conocimiento heredado de tus antepasados, lo primero y más importante es que debes ser obediente al Todopoderoso."

"¡No debes dejar de rezar pase lo que pase!"

"¿Crees que puedes, nieto mío?"

"Si Dios quiere, puedo, Tuk y pido su guía."

Hamdan dijo con firmeza.

Si se le hubiera hecho una pregunta similar antes del desastre que le sobrevino, la habría rechazado espontáneamente.

¿Cómo iba a realizar las cinco oraciones diarias siendo aún joven, de sangre caliente y amante de la diversión?

También estaba en la pubertad, por lo que era muy difícil rezar, especialmente si no había nadie que lo guiara y supervisara.