Atracción Encubierta

Rose miró hacia un lado, entendía el punto de David en cierta forma. Sabía que en este momento su prioridad era el bebé que crecía en su interior, y que debía asegurarse de que creciera en un ambiente seguro. Sin embargo, no quería que su hijo fuera etiquetado como el fruto de un escándalo, o que la prensa los difamara.

—Tú no sabes cómo es la prensa. No quiero que insulten a mi hijo —dijo Rose mirando a David. —En mi adolescencia me llamaron la oveja descarriada de los Brown, y sabes que eso me dolía —comentó Rose.

—Tú eres negociante, Rose. Yo solo planteé la situación, tú puedes hacer los ajustes necesarios —contestó David al entender los temores de Rose. Vio cómo ella volteó su rostro, y no sabía si era el exquisito aroma que emanaba de su cuerpo o la posición en la que estaba, pero esto activó muchos recuerdos de su primera noche juntos. Inclinó su cabeza hacia su cuello y olió profundamente. —Hueles delicioso—dijo en un susurro ronco. Rose sintió la voz profunda de David en su oído, lo que le causó escalofríos por todo el cuerpo.

David, llevado por sus emociones, le dio un pequeño beso en el cuello, y pudo ver cómo el cuerpo de Rose respondía, con su piel erizándose. Esto lo llevó a dar más besos suaves y apasionados. Rose recostó su cabeza en la de David y cerró los ojos para disfrutar de sus atenciones. Su cuerpo estaba traicionándola, ya que no tenía la voluntad de alejar a David.

David besó la mandíbula de Rose con devoción, pero cuando estaba a punto de besar sus labios, se alejó. —No traje pintalabios —escuchó decirle mientras bajaba su cabeza. Esto lo confundió, y vio sus labios, que tenían un fuerte color carmesí.

—Yo veo que los tienes —le contestó, inclinando la cabeza.

—Sí, los tengo pintados, pero no tengo para retocarlos. Los dejé en la oficina. Además, soy de las mujeres a las que les gusta dejar su marca donde quiera que vayan —vio cómo ella lo miraba con la misma picardía que cuando hablaron en el bar. Aquí estaba la verdadera Rose, pensó con una sonrisa.

—¿Marca? —preguntó.

—Sí —Rose se inclinó y le dio un pequeño beso en la camisa blanca de David. —Algunas mujeres prefieren los pintalabios intransferibles o que no dejen marca. Yo pienso que es sensual dejar una marca a su paso —David sonrió al entender.

—Así que, si tuviera pintalabios, me dejarías besarte —Rose le sonrió —Si estoy de humor y tengo cómo retocarlos, sí.

—¿Cuál usa? —preguntó David, con la mirada puesta en los labios de Rose.

—Averígualo —dijo, dándole nuevamente un beso en el cuello para dejar una segunda marca de labial.

—Señor, ya llegamos —ambos escucharon el anuncio del chofer. David no quería soltar a Rose, pero sabía que debía hacerlo.

Una vez que ambos se bajaron, actuaron naturalmente como si no hubieran tenido un enfrentamiento y caminaron hacia el restaurante. David sabía que el silencio de Rose indicaba que estaba pensando en cómo manejar la situación, y él estaba dispuesto a ceder hasta cierto punto.

Vio cómo, una vez ubicados en la mesa y después de haber pedido su comida, Rose pidió comida de mar, mientras él optó por un filete con una copa de vino.

—Este sushi está delicioso —Rose cerró los ojos mientras saboreaba y disfrutaba cada bocado—. Últimamente le encuentro una delicia a la comida de mar —dijo con satisfacción.

—Puede ser por los genes —dijo David con una sonrisa orgullosa. Rose abrió los ojos al comprender—. Es cierto, tu madre es japonesa —asintió.

—Vaya, no puedes negar que este bebé sea tuyo —dijo Rose jocosamente—. Nunca lo he pensado y lo he negado —contestó David. Rose miró a David con una pequeña sonrisa, preguntándose por qué le gustaba su actuar sabiendo que la había chantajeado para acceder a su demanda.

Una vez que ambos terminaron de comer, Rose pasó una servilleta por la punta de sus labios y alrededor de ellos para mantener el pintalabios. En cada uno de los procesos, David la miraba con fascinación.

—Me casaré contigo —aquellas palabras hicieron que David se centrara en Rose—. Pero no lo haré por la iglesia, ya que me amenazaste. Solo firmaremos un documento que diga que soy tu esposa —arrugó el ceño, ya que no quería una unión tan fría, pero prefería eso a nada—. Además, solo tú y las personas más confiables en nuestro entorno sabrán el tiempo de mi gestación. Para la prensa, solo tendré un mes después de firmar el documento. Cuando termine el proyecto, se conocerá tu identidad. Mientras trabajas para mí, nuestra relación se mantendrá encubierta para evitar malentendidos —David frunció un poco el ceño. Sabía que Rose estaba haciendo esto para ver su reacción, pero estaba dispuesto a todo.

—Acepto tus términos —Rose miró a David y alzó las cejas antes de saborearse los labios—. En el documento que demostrará que soy tu esposa en lo civil, se escribirá una cláusula de un año después del nacimiento de nuestro hijo, donde el matrimonio se considerará nulo y ambas partes conservarán sus bienes —David negó con la cabeza—. Se hará el contrato por un año, pero si una de las partes quiere darle fin a la unión, esta se considerará nula. De lo contrario, seguirá vigente el matrimonio —dijo David, ya que no quería poner una fecha para terminar el matrimonio—. Y con respecto a las capitulaciones de bienes, no tengo ningún inconveniente. De igual forma, pienso poner todo a nombre de mi descendiente y de su madre.

Rose miró hacia un lado con una sonrisa socarrona.

—¿Tanto confías en que después del año no pediré el divorcio? —cuestionó Rose.

—Pienso enamorarte —dijo David mientras se encogía de hombros.

—¿Y qué pasará con la grabación? —preguntó Rose.

—La eliminaré apenas te cases conmigo —dijo David apresuradamente.

—¿Así nomás? ¿No tienes miedo de que, después de firmar el documento, contrate a un abogado para revocar el contrato alegando que fui amenazada por ti? —dijo Rose para poner a prueba su reacción.

—Confío en ti. Si llegara a pasar, solo me demostrarías la mujer que eres —dijo David con sinceridad.

-- Lo dice el hombre que me amenazó y acosó para que estuviera a su lado —esto hizo que David sonriera— Solo te hice cumplir lo que me prometiste —dijo como si nada.

Rose negó con la cabeza, aunque aún le costaba creer que hubiera accedido a sus demandas, sabía que debajo de ese aspecto había un hombre con una gran habilidad en la negociación y él la veía así. Además, también pensó en el bebé y que tenía derecho a estar con su padre en sus primeros días de vida, y más cuando él quería ser parte de su vida. No todas las mujeres podrían decir eso, así que tragó su orgullo y accedió.

--Antes de que firme esos documentos, quiero que me pidas que me cases contigo —David miró a Rose— ¿Te casarás conmigo? —preguntó.

--No quiero que me preguntes, David —respondió Rose.

--Te casarás conmigo —insistió David, ya que no entendía a qué se refería Rose.

--Más exigente —volvió a insistir Rose.

--Te convertirás en mi mujer —dijo David mientras la miraba con decisión. Rose sonrió de medio lado— Mejóralo un poco y más adelante me lo vuelves a decir.

Después de esa conversación, ambos salieron del restaurante. David notó que Rose se había quedado dormida en la limusina mientras regresaban a la compañía. Bajó la mirada hacia su cuello y recordó que había leído que a las mujeres les gustaban los collares como regalos. Aunque la última petición de Rose aún lo confundía, estaba seguro de que quería darle un hermoso collar.

Nunca antes había comprado o dado un collar, por lo que no sabía cómo tomar medidas. Miró su mano y juntó sus dedos, usando el dedo gordo de la mano pensó que este podía servir como medidor utilizando las líneas que tenía este

Se acercó lentamente a Rose y puso sus manos alrededor de su cuello, como si estuviera arcándola. Rose sintió el movimiento y se despertó de su pequeña siesta. Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a David inclinándose sobre ella con las manos extendidas en su cuello, como si la estrangulara. Esto la hizo empezar a golpearlo para que quitara las manos de su cuello.

--¡Ay, ¡Rose, tus golpes duelen! —exclamó David.

--¿Qué estabas haciendo? ¿Por qué me estabas estrangulando? —dijo gritando. Luego lo interrumpió cuando vio que David quería decir algo más—. No me digas nada, sabes, contigo tengo que poner lógica a lo ilógico —añadió, aún alterada.

--Eso no tiene sentido —dijo David, confundido, ya que no veía nada de malo en medirle el cuello con las manos.

...Hola mis amores, espero que disfruten mucho este capítulo 😊...