Irina mata a su esposo, tras enterarse que tiene secuestrada a la hija de su jefe para violarla y golpearla.
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Trato
Cuando deje de mirar a Aidan, me levante del suelo. Minutos después, alguien llamó a la puerta. Aidan abrió. Matías y su hija estaban a pocos pasos de mí. El miedo me invadió; no sabía a qué había venido. Pero Matías le pidió a Aidan si podría hablar conmigo, y Aidan me dejó con Matías.
—Escuché que tuviste una crisis en la oficina de Aidan. ¿Cómo estás?— dijo, tomando mi mano para ayudarme a sentarme en el sofá.
—Es verdad, dicen que me descontrole, pero no lo recuerdo bien.
—Sabes que este proyecto nos traerá muchos veneficios. No puedes fallar, Irina.
—Quería hablarte de eso exactamente, no voy a poder continuar con el trabajo.
—¿Por qué?
—Porque no me siento bien.
—¿Aún no sabes nada Axel?
—No.
—Quería pedirte un gran favor.
—¿Qué es?
—Martina dejó de sonreír. Ya no es la joven dulce que solía ser. Se encierra en su cuarto por horas y dejó de ir a la escuela.
Era difícil darle una explicación a Matías de todo lo que había sucedido. Era normal que Martina ahora vea el mundo como un lugar cruel y maldito. Yo, durante muchos años, había aguantado a ese maldito cerdo abusivo, siendo consciente de lo que me hacía. Pero Martina era alguien inocente, no tenía por qué haber sufrido lo que sufrió. Martina había crecido sin su madre y ahora andaba perdida tratando de entender las suciedades de la vida.
—Irina, Martina me pidió que viniera a verte; ella dice que necesita hablar con vos. ¿Podrías ayudarme con eso?
—Si, claro. Déjanos solas por favor— le dije antes de que saliera.
Martina asustada entró en la habitación, su cuerpo temblaba. Sentí mucha lástima por ella. Nunca se olvida de aquello que te lastimó.
Ambas teníamos muchos defectos, pero ninguna mujer merece ser tratada como un objeto sexual. Para Axel, eso simplemente fui, soporte que me usara, pero nunca más iba a permitir que volviera a hacer lo que hizo.
Me acerqué hacia Martina y la cubrí entre mis brazos; la abracé tan fuerte que deseaba retroceder en el tiempo para matar a Axel y evitar este desastre. Martina lloró por unos minutos, no quería interrumpir ese momento con preguntas, solo la contuve hasta que ella se calmó. Ambas nos miramos, sequé sus lágrimas, su rostro se veía más liviano.
—Perdóname por no haberte salvado antes— le dije.
—¿Qué has hecho con él?— me preguntó.
—¡Martina, lo maté! Nunca más volverá a hacer daño.
—Por las noches tengo pesadillas y no puedo dormir.
—Es muy difícil retomar la vida normal que solíamos tener. ¿Por qué no le dijiste a tu papá que fue Axel quien te secuestro?
—Tengo miedo que lleven a la cárcel por asesinato.
—Es muy probable que eso suceda, pero no tengas miedo por mí. Yo ya aprendí a cuidarme.
—Irina, con nadie puedo hablar de esto. Tengo miedo que mis compañeros me critiquen. Mi papá me está llevando al psicólogo y siento que no me está ayudando mucho.
—No te preocupes Martina, yo voy a ayudarte a salir del poso en el que estas, pero quiero que me prometas que me vas a ayudar, que no vas a ser frágil y que pase lo que pase quiero que le encuentres un sentido a la vida.
Yo en ese momento ya no pensaba en mi felicidad, pensaba en buscar un refugio seguro para mi hijo y devolverle la sonrisa a aquella joven que un día fue marcada por las manos sucias de mi esposo.
Ya no había vuelta atrás; me estaba convirtiendo en un reflejó de madre. Una tarde cualquiera mi mundo estaba cambiando, por error me estaba transformando en alguien con sentimientos. Odiaba al mundo, pero ahora debía volverlo un lugar libre y maravilloso.
El padre de Martina entró y se la llevó después de la conversación que tuvimos. No quería olvidar ese momento, la promesa que le había hecho a Martina, saque de mi bolso un lápiz y una hoja, anote cada palabra que le había dicho y luego la guarde.
Duele mucho despertar de los sueños bonitos e irreales que uno suele tener, para enfrentarse a las verdades disfrazadas de poca verdad.
—Ja, ja, ja... — me puse a reír en la cara de Aidan después de que volvió a entrar en la habitación —¿Por qué sigues aquí? — le pregunté.
—¿Irina, estás jugando conmigo?—me contestó algo decepcionado.
—Aidan, en serio, no tienes nada que hacer aquí. Mejor vete. Mañana nos vemos para continuar el trabajo, y asegúrate de que tu novia no se vuelva a cruzar en mi camino, porque esta vez, ni vos ni nadie logrará salvarla—le dije seriamente con una voz muy fría.
—¡Hace unos minutos no te acoradabas de lo qué habia pasado, ahora si! ¿Quién sos realmente?. Hace un instante te veías una mujer vulnerable, pero ahora te ves diferente.— argumentó algo dolido por la situación.
— Hablemos con seriedad, sin mentiras. Lastimosamente, escuchaste lo que me dijo el médico. Tienes razón al preguntarme quien es el padre de mi hijo. Hay la posibilidad que seas vos, pero también no, porque durante esos días y los siguientes estuve con otros.
—Irina, sabiendo la posibilidad, de que tu bebé sea mío, quiero acompañarte en el proceso de tu embarazo, hasta saber si soy o no el padre.
—Mis padres pretenden casarme con uno de los hijos de los Escalante, pero ahora que estoy embarazada eso será imposible. Pero quiero proponerte un trato.
—¿Qué trato?
—Nos casemos.
—¿Por qué debería casarme con una mujer a quien no amo?
—Para estar cerca de tu supuesto hijo.
—¿Y si no lo hago?
—Te quiero fuera de mi vida y no me volverás ver nunca más.
—¿Y que hay del trabajo?
—Es solo un convenio, hay muchos socios que quieren ser parte de ese proyecto, no tengo problema en reemplazarte.
—Realmente no te tenía así, escuche rumores, pero ahora realmente me doy cuenta que no tienes sentimientos.
—Vos y yo sabemos como son las cosas. Nosotros estamos obligados a ser diferentes.
—Acepto casarme contigo, porque algo me dice que el bebé que esperas es mío, y no voy a permitir que por un arranque de ataque decidas deshacerte de él.
Aidan tenía mucha razón en decirme eso. Le había dado razones, estaba consciente que lo estaba obligando a hacer una cosa terrible, pero al tenerlo más cerca podía asegurarme que realmente quiera y proteja a su hijo, como yo estaba empezando a amar a mi pequeño bebé.
Axel no podía ser el padre de mi hijo, porque nunca quiso ser padre, después de que quedé embarazada él se hizo una vasectomía. Mi hijo era realmente de Aidan.
—Aidan, mañana hablaré con mis padres y la otra semana podemos celebrar la boda.
—¿Quieres una boda íntima o una gran fiesta?
—Quiero una gran boda, donde todos sepan que soy la señora Kennedy. ¿Ante la sociedad podemos fingir que nos amamos?, para evitar escándalos. ¿Estás de acuerdo?
—Todo lo que vos digas está bien. Al fin y a cabo vos sos quien decide todo.
—Si el bebé no es tuyo, te doy el divorcio de inmediato, para que seas libre y puedas buscar una buena mujer que te dé una linda familia.
—Y si el bebé es mío, ¿Serás capas de darme esa linda familia de la que hablas?— me dijo tomándome de los brazos, clavando su mirada con la mía.
—Lo intentaré—respondí después de un suspiro.
—Con eso me basta—dijo y luego se fue de la habitación muy confundido.
Al día siguiente, eso de las catorce horas, llegué a la casa de mis padres. Mis padres, estaban contentos por tenerme una vez más allí. Les dije que hace unos meses había conocido a Aidan en un evento de trabajo y que, por un descuido mío, quedé embarazada y que me casaría con él para darle una familia a mi hijo. Fue una gran sorpresa para mis padres, pero al saber que podía continuar con mi vida estuvieron de acuerdo. Su felicidad al enterarse de que se serían abuelos era inmensa. Me felicitaron y nos pusimos a organizar la boda. Fingía emoción, cuando en realidad estaba aterrada por todo lo que venía adelante. Yo ya no sabía amar, no sabía qué era el amor, solo estaba convencida de que debía cuidar de mi bebé.
Parte de mis lóbulos frontales estaban dañadas, por eso a veces tenía dificultades para pensar con claridad y hablar de cosas más reales.
Antes de ir a probarme el vestido de novia pasé por el consultorio de mi psicóloga. Ella me recibió amablemente como siempre, me dio un té de manzanilla antes de comenzar con su trabajo.
Me senté en un sillón diferente esta vez, ella me miró triste y distraída.
—¿Hay algo que te inquieta, Irina?— preguntó para arrancar.
—Me voy a casar—respondí.
—¿Con quién?
—Con Aidan.
—¿Quién es él?
—Un extraño, una mañana me quite la ropa y me entregue a él, imaginando que era André. Pero después de un rato me di cuenta de que no era él.
—¿Aidan es real, o es solo parte de tu imaginación?
—Es real, muy real. Pensé que jamás volvería a verlo, pero un día apareció en mi oficina, las casualidades golpearon mi puerta y lo peor es que ahora estoy esperando un hijo de él.
—¿Estás embarazada?
Saqué de mi bolso un sobre y se lo entregué —si esto dice lo contrario, sería un alivio— argumente.
La psicóloga abrió el sobre y efectivamente estaba embarazada.
—¿Por qué te vas a casar con ese extraño? ¿Sientes algo por él? ¿Te da miedo ser madre soltera?
—No me da miedo ser madre soltera. Tampoco siento nada por él, pero mi hijo necesita a su padre para que lo proteja cuando yo no esté.
—¿Piensas irte y dejarlo?
—No... ¡No quiero eso!, pero usted y yo sabemos que no estoy bien, que soy alguien peligrosa.
—Es momento que hablemos de tu esposo. ¿Dónde está?
—Está muerto.
—¿Por qué lo mataste?
—Yo no lo maté.
—Irina, vos lo mataste. Dime por qué.
—Ese día mis padres me llevaron de viaje por unos días. Yo no quería ir sin Axel, pero él insistió en quedarse en casa, después de tanto discutir él logró quedarse y yo me fui. Cuando regrese a la casa, no el día pactado, sino dos días antes, lo encontré en mi cama con una mujer. Él solo me miró y seguía cogiendo con la mujer, no le importaba que estaba ahí, ambos gemían en frente de mí, lloré por su traición. Amaba con locura a ese hombre y él solo se estaba burlándose de mí en mi cara y en mi cama.
No puede contener mi dolor, ese día dormí en el cuarto de invitados mientras él dormía en mi cama con su amante. Eran las cuatro de la mañana cuando desperté y tomé el hacha de la caja de herramientas y subí al cuarto. Abrí la puerta con mucho cuidado y me acerqué a la cama. Axel dormía feliz, hasta que levante el hacha y se lo clave en la cabeza. Su amante se despertó y salió corriendo, no pude atraparla, pero unos de mis hombres la atrapó y la mato.
—¿Dónde está el cuerpo de Axel?
—No recuerdo donde lo puse, solo sé, que no hay evidencias claras de lo que paso ese día.
La psicóloga quedó aterrada con todo lo que le conté.
—¿Axel era el padre de tu bebé?
—Si, pero nunca lo supo.
—¿Tu suegra mato a tu bebé, verdad?, ¿Por qué lo hizo?
—Por qué pensaba que yo le había engañado a su hijo, y que por eso se fue de la casa y desapareció.
Le había contado otra historia a la psicóloga, ya no estaba segura de todo lo que le decía, no sabía si era real o solo alucinaciones de mi cabeza. En mi mente Axel ya había muerto, pero al llegar a casa recién comenzaba la verdadera historia.