Presencia Maligna

Mateo despertó con la sensación de que aún era de noche. El lugar estaba a oscuras y no hallaba un interruptor. A tientas buscaba uno.

¿Alguien sabe dónde quedó la linterna?, preguntó Mateo.

Aglaed dio un paso al frente. Aquí está, dijo.

Mateo tomó la linterna, sigamos buscando, dijo.

Siguieron caminando buscando la puerta de la salida, pero no hallaban nada. Fue entonces cuando Mateo abrió una puerta que estaba en el pasillo.

Casi se cae de espaldas al descubrir lo que había en ese cuarto.

El esqueleto de lo que parecía una señora se encontraba en ese cuarto, al igual que el esqueleto de dos niños yacían ahí.

Dios, ¿qué es esto?, se preguntó Mateo.

Las chicas también se asustaron.

Según la anciana que nos contó la historia de esta casa dijo que habían enterrado a los cuerpos, de eso ya hace algunos años, entonces, ¿por qué están los esqueletos aquí?

Aglaed e Irina solo se encogieron de hombros, muy a su pesar los tres personajes entraron a ese cuarto y empezaron a revisar los esqueletos iluminados con la luz de la linterna.

Irina estaba muerta de miedo. Jamás en su vida había visto algo así.

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El mayordomo volvió en sí y se vio amarrado de pies y manos, además, estaba amordazado. Por su mente pasaron todas las escenas de su vida.

Se vio a sí mismo en un orfanatorio, donde los demás niños no lo trataron nada bien por cierto.

Su vida no había sido fácil, sin embargo, él se abrió camino a través de los años.

Recordaba muy vagamente que sus padres vivían peleándose. También recordó que muchas veces su padre golpeaba a su madre.

Él odiaba a todo el mundo por ese suceso. Aunque sabía perfectamente bien que el mundo no tenía la culpa de sus desventuras.

Pero aún así, él sentía que tenía que cobrarle a la vida todo lo que le había arrebatado.

No estaba muy seguro, pero recordaba vagamente que su madre le había asestado una puñalada en un brazo y lo dio por muerto. Tan desequilibrada estaba que no se detuvo a checar por un momento que no lo había matado.

Y ahora, él estaba maniatado en ese sótano que apestaba.

Intentó soltarse varias veces sin obtener resultados positivos.

Con la vista buscó algo que pudiera servirle, pero aunque lo encontrara no podía moverse.

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Pero qué oscuridad hay en esta casa, ¿por qué no entra la luz por ningún lado?, dijo Mateo.

No encontramos la salida por ningún lado, ¿qué haremos?, preguntó Irina.

Hasta este momento siento que estamos caminando en círculos, dijo Aglaed.

Vamos, sigamos caminando.

Mateo abrió otra puerta del sótano y encontró algo macabro.

El cadáver de un hombre yacía ahí en un rincón aventado como si fuera una basura.

Aglaed dio un grito, ¡Dios mío, es mi esposo!

¿Cómo sabes?, preguntó Mateo. Está casi irreconocible.

Ese anillo que tiene en el dedo yo se lo regalé. Lo mandé hacer exclusivamente para él.

En cuanto salgamos de aquí hablaremos a la policía, dijo Mateo, mil ideas se clavaban en su mente. ¿Cómo estará Shanan?

Todo podía suceder.

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Shanan había perdido la noción del tiempo, no sabía en qué fecha estaba ni qué hora era.

Los ruidos en el sótano se intensificaban, pero ella no podía abrir esa maldita puerta.

Empezó a buscar a ver si encontraba otra entrada.

"Maldita oscuridad", se dijo.

Había comido algo sencillo porque no había mucha variedad de comida. Más bien parecía una tienda de abarrotes.

Tomó una botellita de agua porque tenía mucha sed.

Como aun era temprano empezó a husmear en los cuartos que no había visto.

Si Gloria no era la madre de Paquito, entonces, ¿dónde está su verdadera madre?

Shanan siguió buscando, al fondo de la sala donde se entrevistó con Gloria había una especie de bar empotrado en la pared.

Shanan se acercó a ver. Los vinos eran de la mejor calidad. Decidió tomar uno que decía "Buchanan's".

Ahí mismo habían copas y vasos para cada bebida.

Se decidió por una copa mediana y se sirvió. Total solo tomaría poco.

Ella no era ninguna alcohólica.

Pero ese día se le pasaron un poco las copas. Se sintió liberada.

Puso un poco de música y bailó sin inhibiciones.

Shanan se movía muy sensual. Sabía que nadie la vería.

Por un rato se olvidó de todos los problemas y hasta de Paquito.

Shanan no supo cómo llegó a su cuarto. Al momento que puso la cabeza en su hombro se quedó dormida.

Al parecer, todo estaba tranquilo.

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El doctor Moro estaba checando unos papeles. De pronto llegó un mensaje a su cel. Lo abrió y vio que eran unas fotos. Un medicamento.

"Eh, ¿quién me envió esto?", "ah, es Shanan". "Estas fotos tienen más de un mes que me las envió, ¿por qué me llegan apenas ahora?".

"Este medicamento es muy peligroso".

El doctor moro solicitó la presencia de Kunan en su despacho.

El muchacho acudió de inmediato.

Por favor, ve al laboratorio y que te den una explicación detallada de lo que contiene este medicamento y para qué sirve.

El doctor le dio la receta con el nombre del medicamento.

Enseguida, doctor.

Kunan llegó al laboratorio y le dio la receta del doctor. ¿En cuánto tiempo me tienen esto?, preguntó.

El laboratorista leyó la receta del doctor Moro y le contestó al muchacho.

Si gustas esperar, ahorita en unos 15 minutos te tengo la respuesta.

Gracias.

Kunan se fue a sentar en una de las sillas que estaban en la entrada.

20 minutos después el laboratorista le habló a Kunan.

Este medicamento contiene antihistamínicos y difenhidramina, en grandes cantidades puede provocar el coma a un niño y a un adulto puede causarle mucha somnolencia.

Gracias.

Kunan fue con el papel que le dio el del laboratorio.

Llegó con el doctor Moro y le entregó el papel, aquí tiene, doctor.

Gracias, hijo, puedes retirarte.

El doctor Moro decidió dar parte a la policía.

Pero sin pruebas no había nada que hacer.

Por eso el doctor decidió no ir a la policía hasta estar completamente seguro.

"Tengo que hallar la manera de ir a esa casa, pero con la policía".

"Pero, ¿qué pretexto les digo para que quieran ir?, tengo que pensarlo muy bien".