Dalila Rosales sargento ejemplar del ejército, madre protectora y esposa de uno de los hombres más poderosos del país, su vida parecía dividida entre dos mundos imposibles de conciliar.
Julio Mars, CEO implacable, heredero de un imperio y temido por muchos, jamás imaginó que el amor verdadero llegaría en forma de una mujer que no se doblega ante el poder, ni siquiera ante el suyo. Juntos comparten un hijo extraordinario, Aron, cuyo corazón inocente se convierte en el ancla que los mantiene unidos cuando todo amenaza con destruirlos.
Una historia de amor y poder...
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CAPITULO 11
El día comenzó con buenas noticias...
Kevin entró temprano a la habitación con su bata impecable y una sonrisa profesional. Tras revisar al pequeño, su mejoría es muy notoria.
"Aron muestra una mejoría considerable" dijo ajustando su estetoscopio "La fiebre ha cedido bastante, aunque aún tiene que permanecer en observación durante el día, no podemos confiarnos:
Julio asintió, aliviado, pero aún con la guardia alta.
El niño despertó poco después, con los ojos entrecerrados y un gesto de incomodidad "papá… me duele" susurró, acurrucándose contra él.
Julio acarició su cabello, besándole la frente.
"Tranquilo, mi pequeño. Papá está aquí, vas a estar bien"
El ambiente íntimo fue interrumpido por unos golpecitos en la puerta.
Samuel apareció con varias bolsas en las manos "Buenos días" dijo sonriendo "Traje comida ligera y saludable, tanto para el enfermito como para el papá que lleva desde ayer sin probar bocado"
Detrás de él entró Isaías, siempre puntual, cargando un par de maletas con ropa limpia para el niño y para Julio "No podía dejar que pasaran otro día sin cambiarse, señor"
Y el último en aparecer fue Marcos, con un ramo de flores en una mano y un peluche en la otra.
Su entrada fue recibida con risas contenidas "¿Qué?" preguntó, arqueando una ceja "¿Acaso no se trae flores y regalos a un paciente?"
Samuel lo miró con sorna "Hermano, estás acostumbrado a conquistar mujeres, no a visitar niños"
Isaías se rió bajito y hasta Kevin, que aún estaba en la habitación, negó con la cabeza divertido "¡Ja, ja, muy graciosos todos!" refunfuñó Marcos, depositando el peluche en la cama de Aron.
Aron, aún recostado, miró el enorme peluche que Marcos había dejado en la cama. Era colorido, con un lazo chillón en el cuello y un diseño tan llamativo que parecía sacado de una feria infantil.
El niño lo abrazó un momento, pero enseguida soltó una risita traviesa "Tío Marcos…" dijo con voz débil pero cargada de picardía "Este muñeco es demasiado chillón… igual que tu ropa"
Samuel y Isaías estallaron en carcajadas, mientras Kevin apenas pudo contener una sonrisa profesional. Julio, pese al cansancio, también soltó una risa baja.
Marcos abrió los ojos con fingida indignación "¡Oye, enano! Te traje eso con cariño. No cualquiera recibe flores y un peluche del más guapo de la ciudad"
Aron sonrió con malicia "Pues el más guapo es papá... lo dicen las revistas"
La carcajada fue general, Marcos levantó las manos, resignado "Perfecto, perfecto… la próxima vez te traigo un carrito o una consola, ¡pero no me vuelvas a hacer quedar mal delante de todos!"
Julio se inclinó sobre su hijo y le dio un beso en la frente "Eres terrible, Aron"
El niño abrazó al peluche, en el fondo sí le gustara, aunque nunca lo admitiera en voz alta.
Julio terminó de darle de comer a su hijo, cuidando cada bocado con paciencia, y luego él mismo probó algo de la comida que Samuel había traído.
La habitación se llenó de un ambiente cálido, entre risas y bromas de sus amigos, que intentaban suavizar la tensión de la noche anterior.
Cuando ya guardaban los recipientes en la bolsa, un sonido metálico, parecido a una trompeta militar, rompió la calma: era el reloj inteligente de Aron, guardado en el bolsillo de Julio.
El pitido llamó la atención de todos los presentes "¡Papá, pásame mi reloj!" dijo Aron con una chispa de emoción en sus ojos "Es una llamada… quizá sea de mamá"
Julio lo sacó y, al revisar la pantalla, lo confirmó: efectivamente era Dalila.
Le pasó el dispositivo a su hijo con un gesto serio "Hola, mamá" saludó Aron con un brillo de felicidad inmediata.
La voz de Dalila se escuchó firme al otro lado "Mi cielo… estaba preocupada. Anoche no me respondiste" le reclamó suavemente.
Aron, que no tenía idea de lo que había pasado, se disculpó con naturalidad "Lo siento, mamá. Pero… ¿ya regresas? Te extraño mucho"
La mujer guardó silencio un instante antes de responder "Pronto, mi amor, pero dime, ¿por qué te escucho raro? No te atrevas a mentirme, Aron Mars"
El niño dudó y miró a su padre, Aron, rápido, intervino con una mentira piadosa, sin querer que Dalila se desesperara desde lejos.
"Estoy bien, mamá, anoche papá me compró un helado y creo que quiso darme un resfriado.
Dalila chasqueó la lengua al otro lado "Aron Mars, espero que sea solo eso. Y deja de pedir helados de noche. Y el irresponsable ese…" se detuvo, tragándose las palabras antes de hablar más de la cuenta.
Aron, astuto, cambió el rumbo de la conversación.
"Estoy bien, mamá. Te amo..."
El tono de Dalila se suavizó al instante "Yo también te amo, mi cielo"
La llamada terminó, y en la habitación quedó un silencio peculiar.
Diez pares de ojos miraban a Aron con admiración. La madurez con la que había manejado la situación sorprendió a todos.
A su corta edad, ya se notaba cuánto cuidaba de su madre, al mismo tiempo que buscaba protegerla de cualquier preocupación.
Aron, al notar que todos lo miraban fijamente, se encogió un poco entre las sábanas. Sus mejillas se sonrojaron y alzó las manitas en señal de rendición.
"¿Qué?" dijo con un puchero infantil "No puedo permitir que mamá se preocupe"
Luego miró a Julio con expresión de culpa, aunque sus ojos brillaban de sinceridad "Y… lo siento, papá. Pero creo que mamá se enojó"
La sala estalló en carcajadas contenidas. Samuel se llevó la mano al rostro, tratando de disimular la risa.
Isaías bajó la cabeza con una sonrisa apenas dibujada, y hasta Kevin dejó escapar un resoplido divertido.
Marcos, en cambio, no pudo resistir y dijo entre carcajadas "¡Jajajaja! Este niño es más astuto que todos nosotros juntos. ¡Le pasa los problemas al padre como si nada!"
Julio, por su parte, cerró los ojos un instante, intentando mantener la compostura.
En el fondo sabía que Dalila, al otro lado de la línea, probablemente ya lo había marcado con la etiqueta de “irresponsable”.
Abrió los ojos y miró a su hijo, la inocencia con la que lo había dicho, como si realmente no fuera su culpa, lo desarmó.
"Eres un pillín, Aron Mars" murmuró, dándole un suave pellizco en la mejilla.
El niño sonrió victorioso, como si hubiese logrado salirse con la suya.
Las risas se fueron calmando poco a poco, aunque el ambiente seguía distendido gracias a la ocurrencia de Aron.
Fue entonces que Marcos, con su sonrisa de siempre, aprovechó para abrir fuego "Julio… hermano… ¿te imaginas cuando tu esposa regrese y se entere de todo esto?" dijo alzando las cejas con picardía "Te va a poner firme como a uno de sus soldados"
Samuel, con la calma que lo caracterizaba, se sumó "Créeme, Julio, no querrás enfrentar a una oficial del ejército enojada"
Isaías, que pocas veces se permitía bromear, se inclinó un poco y agregó con seriedad fingida "Señor, si me permite el consejo… vaya buscando buenos tenis. Porque cuando la Sargento Rosales regrese, lo va a hacer correr en círculos hasta que le falte el aire"
La carcajada general no tardó en llegar. Hasta Aron, medio adormilado, sonrió travieso, como si aprobara la idea de que su mamá pusiera en aprietos a su papá.
Julio, en cambio, se pasó una mano por la frente con gesto de fastidio "Son unos idiotas" murmuró, aunque en el fondo sabía que no estaban tan lejos de la verdad.
Marcos, todavía riendo, le dio una palmada en la espalda "Hermano, disfruta mientras puedas. Porque el día que tu “generala” vuelva… se acabaron las fiestas, las conquistas y excesos"
La habitación volvió a llenarse de carcajadas, mientras Julio, serio y con la vista en su hijo, pensaba en silencio: quizás ese día esté más cerca de lo que todos creen.
Después de un rato de bromas y risas, los amigos comprendieron que era hora de dejar descansar al paciente y también al padre.
Samuel recogió los envases vacíos, Isaías ordenó discretamente la mesa de la habitación, y Marcos, todavía bromeando, se llevó las flores que Aron había despreciado "Seguro una hermosa mujer con buenas curbas me las acepta" dijo entre risas, despidiéndose con un guiño.
Uno a uno se marchó, dejando a Julio y a su hijo finalmente solos. La habitación quedó en silencio, iluminada por la luz del sol que se filtraba por la ventana.
Julio se acomodó en la silla junto a la cama y tomó la mano pequeña de Aron.
El niño lo miró con sus ojos cansados, aún débiles pero llenos de ternura "Papá… ya no están los tíos"
:No hijo. Descansa" susurró Julio, inclinándose para besarle la frente "Papá está aquí"
Aron, aún medio dormido, apretó suavemente la mano de su padre y se acurrucó con el peluche que Marcos había traído.
Julio apoyó la espalda en la silla, dejando escapar un suspiro. Había dado una sola orden en la empresa esa mañana: cancelar toda la agenda del día.
Ninguna junta, ningún contrato, nada era más importante que permanecer al lado de Aron.
El niño dormía plácido, con la fiebre ya controlada, y Julio lo vigilaba en silencio, sentado en la silla junto a la cama.
No dejaba de acariciarle la frente, como si ese contacto le confirmara que aún estaba con él.
Pero mientras velaba el seuño de su hijo, los pensamientos lo asaltaban con fuerza.
Su mente volaba lejos de esa clínica, buscando a Dalila en escenarios que no podía ver
¿Cómo estará?
¿Qué estará haciendo ahora?
¿Comerá bien, dormirá lo suficiente, estará a salvo?
El peso de la incertidumbre lo oprimía
¿Cuándo regresaría?
¿Y qué pasaría cuando lo hiciera?
"¿Querrá quedarse conmigo?" se preguntó, sintiendo un nudo en la garganta.
Habían pasado seis años, años en los que él había seguido con su vida, mientras ella cargaba sola con todo "¿Aún tendré una oportunidad de mantener lo que dejamos atrás?"
Julio apoyó la frente en su mano libre y suspiró, sabiendo que por primera vez en mucho tiempo no tenía una respuesta, ni un plan claro.
Su imperio podía dominarlo todo… excepto los sentimientos que Dalila y Aron despertaban en él.
Mientras tanto, a miles de kilómetros, Dalila Rosales avanzaba con paso firme entre la espesura de la selva. El uniforme estaba húmedo por el calor y el peso del equipo, pero su mirada no titubeaba.
Era teniente, líder de su escuadrón, y todos dependían de sus decisiones.
El sol se filtraba a través de los árboles, pero cada pausa, cada respiro la llevaba de regreso a su niño.
¿Habrá dormido bien?
¿Se habrá comido todo su desayuno?
¿Se habrá enfermado?
Dalila respiró hondo, intentando apartar la angustia. Sabía que debía mantener la mente clara, pero el rostro sonriente de Aron aparecía una y otra vez en su mente.
"Teniente, ¿seguimos?" preguntó uno de sus hombres, rompiendo el silencio.
"Sí, mantengan la formación" respondió ella con firmeza, aunque en el fondo su corazón estaba lejos de allí.
Mientras avanzaba, un pensamiento inesperado se coló en su mente: ¿y Julio?
No había tenido tiempo de avisarle que Aron se quedaría con él. Ahora, sin saberlo, se preguntaba si su hijo estaría bien cuidado.
Sacudió la cabeza con fuerza "Concéntrate, Dalila" se dijo a sí misma.
Pero en lo más profundo de su corazón latía una duda silenciosa "¿habrá cambiado ese hombre?"
Qué dicen: ¿CAMBIÓ JULIO MARS?
Rocío de tu noche loca con Samuel hubo consecuencia porque así estarían que no se cuidaron y hasta se te olvidó la pastilla de emergencia no te preocupes hoy verás al padre de la criatura como reaccionarán los dos cuando se vean 🤔🤔🤔🤔❓❓❓
Se acordarán de lo que hicieron 🤔🤔🤔❓❓❓