Alianza Con El Mafioso 2... La Niña De Mis Pesadillas.

 En la clínica Roberto estaba impaciente, habían pasado varias horas desde que Lucia ingresó a urgencias y nadie le informaba nada por no ser un familiar directo, ni tampoco lo dejaban ingresar a la sala, ya que estaba en terapia intensiva y solo personal autorizado podía entrar al lugar.

Él caminaba de un lado al otro por el largo pasillo, frente a la puerta, esperando ser autorizado por los doctores, sin embargo lo ignoraban por completo. Su paciencia se estaba agotando, necesitaba con desesperación tomar la mano de Lucia entre las suyas, acariciar sus rizos y ver esos lindos y grandes ojos color avellana para saber que todo estaba bien o se volvería loco. Su agonía era eterna, el silencio en el pasillo era sepulcral y lo alteraba mucho más,  hasta que de repente el sonido de voces y pasos acercándose a la sala lo alertaron, ya no estaba solo y al girar su rostro se encontró con el rostro serio de su jefe y la penetrante mirada de Dimitrio.

De prisa Danilo se acercó y lo acorraló contra la pared y sin más le preguntó.

—¿Qué pasó?¿Por qué la dejaste sola? Tenías que cuidar de ella, no solo del ataque de nuestros enemigos sino de todos los peligros posibles —su voz gélida y su mandíbula apretada era el indicio de que estaba verdaderamente molesto.

—Danilo, no es el momento ni el lugar, prometiste estar calmado —le advirtió Dimitrio mientras que Loreta ingresaba a la habitación de su hermana e ignoraba la escena pero en decir verdad ella tenía tanto deseos de matar a ese hombre como su ex amigo—-. Ya habrá tiempo para aclarar este asunto.

—Claro que lo vamos a aclarar y por el bien de este gusano espero que Luci sobreviva—dijo amenazante pero entonces vio que su guardia de seguridad lo veía de manera desafiante, apretaba con fuerza su puño y una vena se pronunció en su cuello entonces le respondió

—Señor, todo este tiempo cuide de ella con mi propia vida, jamás estuvo en peligro hasta hoy y no fue por culpa de mi inoperancia sino por una maldita serpiente que buscaba refugio en medio de la tempestad.

—Debiste acompañarla.

—Usted conoce mejor que nadie a Lucia, es impulsiva y nada la detiene. le pedí que evacuáramos el campamento, ya no era seguro permanecer allí sin embargo ella es tan terca que no me dio tiempo a reaccionar y salió corriendo al laboratorio.

— ¡Maldición! ¿qué fue a hacer en ese lugar?

—Lucia estaba preocupada por Carlos, no se iría de ese lugar sin él, por eso ingresó una vez más al laboratorio, poniendo en peligro su propia vida y sin importarle su seguridad.

—¿Carlos?¿Quién demonios es Carlos?—preguntó mientras lo tomaba de la camisa con fuerza y lo miraba celosamente.

Roberto aprovechó el momento de confusión de su jefe para dar inicio a su plan de alejarlo para siempre de la vida de Lucia, sabía que él era un hombre posesivo, celoso e inseguro que confiaría en su palabra.

—Su pareja. Carlos es el novio de Lucia—dijo con firmeza y entonces pudo ver como el semblante de Danilo cambiaba de color, sus ojos se abrieron ampliamente y sorprendido casi en un susurró preguntó.

— ¿Su novio?

—Así es, Carlos llegó hace poco a Brasil, es salvaje, inquieto, curioso igual que Lucia y tienen muchas cosas en común por eso hace dos meses que comenzaron una relación y están juntos. Son como dos almas gemelas, uno depende del otro y no se separan para nada —comentó y de cierta forma era verdad, porque esa era precisamente la relación que Lucia tenía con su mono.

—¿Por qué no me informaste?

— Lo lamento, sé que cometí un error al guardar el secreto, sin embargo ella me pidió que no les contara a nadie de su relación porque no quería que se repitiera la misma historia. No quería perderlo como a Sebastián, su compañero de universidad.

Danilo lo soltó y un nerviosismo le recorrió su cuerpo haciendo que retrocediera, pero entonces trastabilló con sus propios pies y mirando para todos lados, caminó hacia la salida. El olor a desinfectante le cortaba la respiración, las paredes blancas parecían que se movían lentamente evitando que pudiera escapar de esa trampa tan dolorosa que le estaba jugando el destino. Cada paso que daba se sentía como si tuviera plomo en los pies y le impedía avanzar. Necesitaba respirar, tomar aire y una vez que estuvo en las escalinata de la clínica gritó como si su alma se estuviera desgarrando sin embargo el sonido de un trueno opaco su voz.

Dimitrio observó a Roberto, había algo en ese hombre que no le agradaba, sin embargo su mejor amigo confiaba en su palabra pero en su historia algo no parecía tan real. Si Lucia estaba con alguien ella se lo hubiera dicho a su hermana o el novio estaría en el hospital, a su lado, velando por su recuperación. Debería preguntarle a Loreta sobre esa relación antes de que Danilo cometiera una locura.

—Señor, si me disculpa el atrevimiento quisiera que autorice mi ingreso al cuarto, quiero ver a Lucia, sin embargo los doctores aquí son muy estrictos y no me lo permiten.

—Por el momento Loreta es la única autorizada a ingresar a la sala de terapia intensiva —mintió.

—Entiendo, si ve a Lucia puede decirle que Carlos está bien. Yo mismo me ocupé de que esté a salvo.

—Se lo diré, pero ahora por qué no vas a descansar y te prometo que cuando mi cuñada esté en una sala común podrás verla.

—De acuerdo, gracias —respondió sin ganas ya que era evidente que no debía discutir con el líder de la mafia.

—Gracias a tí  Roberto por salvarle la vida a mi cuñada —dijo y extendió la mano en agradecimiento.

—De nada —respondió antes de salir del nosocomio.

Danilo caminó bajo la intensa lluvia hasta llegar a la plaza central, estaba empapado, su traje se le pegaba como una segunda piel a su cuerpo, entonces decidió que lo mejor era sentarse bajo un árbol, quizás tenía suerte y un rayo le cayera encima. La lluvia mojaba su rostro evitando que las personas a su alrededor vieran caer sus lágrimas, mientras que golpeaba el asiento con su puño cerrado, hasta lastimarse los nudillos, pero ese dolor no se comparaba con su desconsuelo, estaba muriendo en vida y todo por su cobardía.

—Idiota la perdiste, ahora si la perdiste —vocifero mientras se le cerraba la garganta angustiado.

 Había demorado mucho tiempo en buscar a su pequeña y ahora ya era demasiado tarde. Ella estaba enamorada de otro hombre y él debía apartarse para que pudiera ser feliz. No cometería de nuevo el mismo error, prefería morir en vida a que ella lo odie.

Roberto pasó frente a su jefe y sonrió triunfal, ya la semilla de duda estaba plantada en su cabeza y ahora debía trazar un plan para destruirlo por completo. Él sabía perfectamente los sentimientos que Danilo albergaba por Lucia, su forma de hablar de ella lo habían delatado y luego cuando en una conversación Lucia le comento porque se había distanciado de su mejor amigo lo supo. La reacción de Danilo era de un hombre enamorado que actuó por celos ante la posibilidad de perder a su amor imposible.

Media hora más tarde el guardia de seguridad llegó a una de las casas que tenía en la ciudad. Su ropa estaba cubierta de lodo, sangre y olía como un maldito condenado, necesitaba con urgencia cambiarse y refrescar su cuerpo para que se relajen todos sus músculos, así que fue directo al cuarto de baño por una ducha. Bajo el agua tibia sonrió con malicia, su plan estaba funcionando ahora debía convencer a su jefe que todo era verdad preparando un informe falso sobre la feliz pareja.