Después de escapar de las brutalidades de mi manada, he estado viviendo en las sombras como humana durante años, tratando de olvidar el pasado y construir una vida nueva. Pero cuando una incursión real amenaza con desestabilizar todo, me veo obligada a enfrentar mis demonios y proteger a los inocentes que me han aceptado. No puedo permitir que me arrastren de regreso a esa vida de opresión y miedo. Kaiden el rey alfa descubre que soy su compañera predestinada. Desde entonces me persigue e insiste en que mi lugar está junto a él.
Pero me niego a pertenece a alguien y lucharé por mi libertad y por aquellos que me importan, sin importar el costo.
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Una amenaza
POV SKAILER
Sus palabras, "Yo no soy de nadie. Y nunca lo seré", resonaron no solo en el aire, sino en cada fibra de mi ser.
Fue como si un rayo me hubiera atravesado, no de dolor, sino de una comprensión brutal. Adeline no era una flor delicada esperando ser protegida; era un torbellino, una fuerza de la naturaleza que se negaba a ser contenida. Y su "No soy una prisionera" era un eco directo de mis propios pensamientos, de la pregunta silenciosa que le había lanzado.
Sentí una punzada de frustración, sí, porque mi compañera predestinada era tan terca como hermosa.
Pero debajo de eso, algo más se encendió: una chispa de... ¿admiración? Su fuego, su feroz independencia, era parte de lo que la hacía ella. Y si no iba a ser mi prisionera, definitivamente no iba a ser la de Rick.
Mis ojos, que hasta hace un segundo estaban fijos en el desafío de Adeline, se desviaron bruscamente hacia Rick. Él seguía ahí, plantado, con esa sonrisa de suficiencia que me irritaba hasta la médula.
Había reclamado a Adeline, había intentado marcarla como suya, y el instinto más primario de mi ser, el del alfa, no podía permitirlo.
No se trataba solo de la predestinación; se trataba de respeto, de territorio, y de la verdad que Adeline acababa de gritar al mundo.
—¿Mía?— mi voz fue un gruñido bajo, apenas audible, pero cargado de una autoridad que hizo que el aire a nuestro alrededor vibrara.
Mis ojos se clavaron en Rick, y sentí cómo mi aura se expandía, llenando el espacio entre nosotros, presionándolo. —Ella acaba de dejar claro que no es de nadie, Rick. Y ciertamente, no tuya—
Di un paso adelante, lento, deliberado. Cada músculo de mi cuerpo estaba tenso, y listo.
La reverencia que Rick me había hecho antes, ese gesto de respeto forzado, ahora parecía una burla. Él había olvidado su lugar.
—Crecieron en la misma manada— repetí sus palabras, —¿Y eso te da derecho a reclamarla? ¿A ignorar su voluntad?— Mis ojos se movieron fugazmente hacia Adeline, que me observaba con una mezcla de sorpresa y cautela. Quería que ella viera esto, que entendiera que, aunque estuviéramos en desacuerdo, había límites que nadie, y menos Rick, podía cruzar con ella.
—Ella es mi compañera— la palabra salió de mis labios con una fuerza innegable, pero no como una posesión, sino como una verdad ineludible. —Y nadie, nadie, la reclama más que yo. Y si ella misma dice que no es de nadie, entonces tú estás muy lejos de siquiera pensar en ello—
Mi mirada volvió a Rick, y esta vez, no había espacio para la negociación. —Te sugiero que retires tus palabras, y te alejes de ella. Ahora—
—¿Retirar mis palabras? ¿Y tú quién eres para dictar lo que digo o hago, gran alfa? ¿Crees que por aparecer de la nada con tus cuentos de predestinación puedes borrar años de historia? Adeline y yo crecimos juntos. ¡Ella es nuestra!—
—Su historia no te da derecho a reclamar lo que ella misma ha negado. Ella es libre de elegir. Y no está eligiéndote a ti—
Rick soltó una risa hueca, y llena de amargura.
—¡Ella no sabe lo que dice!. Ella pertenece aquí, con nosotros—
—No me interesa tu "manada" ni tu "territorio" cuando se trata de ella. Te lo advierto una última vez, da un paso atrás. Olvida cualquier reclamo que creas tener. Porque si no lo haces...
Su mirada, llena de resentimiento, se apartó de mi y se fijó directamente en Adeline.
—Adeline... recuerda bien esto y tú me conoces. Si no eres mía, no serás de nadie más. Y menos de él. Esto no termina aquí. Lo que es nuestro, siempre encuentra el camino de vuelta—
Mi puño se apretó, hasta blanquear mis nudillos. La insolencia de Rick, su intento de sembrar miedo en Adeline, era inaceptable.
—Esto no ha terminado—
Con la furia ardiendo en sus ojos, se dio la vuelta bruscamente y se alejó con pasos pesados resonantes, y con todos los demás, perdiéndose rápidamente entre los árboles. El silencio que dejó fue casi tan pesado como la tensión que había habido.
POV ADELINE
El aire vibraba con la furia contenida de Rick, y sus últimas palabras se clavaron en mí como dagas de hielo. "Si no eres mía, no serás de nadie más. Y menos de él." Esa advertencia, esa amenaza velada, hizo que un escalofrío recorriera mi espalda, pero también encendió una chispa de desafío.
¿De verdad creía que podía dictar mi destino? ¿Que podía decidir si era de alguien o de nadie? ¡Qué arrogancia!
Lo vi alejarse, y su figura desvanecerse entre los árboles, llevándose consigo la tensión más ruidosa, pero dejando una más sutil, una que ahora se cernía entre Skailer y yo. Sentí la mirada de él sobre mí, intensa, como si quisiera leer cada uno de mis pensamientos. Había intervenido, sí, y había puesto a Rick en su lugar, pero yo acababa de proclamar mi independencia a los cuatro vientos, y ahora él estaba allí, el alfa predestinado, el que supuestamente me "reclamaba".
La ironía no se me escapaba.
Mis ojos se encontraron con los suyos. Eran profundos, llenos de una mezcla de preocupación y algo más que no podía descifrar. La adrenalina de la confrontación con Rick aún corría por mis venas, y no estaba de humor para más juegos de poder.
—¿Contento? Lo pusiste en su lugar, sí. Pero sus últimas palabras... no creo que ayuden mucho a mi causa—
Skailer dio un paso hacia mí, con su expresión suavizándose un poco, pero sus ojos aún vigilantes.
—No estoy contento, Adeline. Rick es un necio. Sus palabras son el balbuceo de un hombre herido en su orgullo, no una profecía. Y no, no ayudan a tu causa, pero tampoco la anulan. Nadie te posee. Y él lo sabe—
—No es solo un orgullo herido. Es una amenaza. Y no me gusta que me amenacen. Ni él, ni nadie. Y, sinceramente, tú tampoco me has ayudado mucho con tu... intervención. Acabo de decir que no soy de nadie, y luego apareces tú a decir que soy tu compañera. ¿Cómo se supone que voy a mantener mi postura de independencia ante todo esto?—
Skailer suspiró, un sonido que parecía llevar el peso de una vieja sabiduría.
—Entiendo tu frustración, Adeline. Créeme, la entiendo. Y no pretendo socavar tu independencia. Cuando dije que eres mi compañera, no fue un reclamo de posesión, sino el reconocimiento de una verdad. Una verdad que nos une, sí, pero no te encadena. No eres mi propiedad. Nunca lo serás. Y mi intervención fue para protegerte de la arrogancia de Rick, no para imponerte la mía—
Lo miré fijamente, tratando de discernir la verdad en sus palabras.
¿Era posible que entendiera? ¿O era solo otra forma de un alfa de intentar controlarme?
—¿Y qué significa eso? Porque hasta ahora, todo lo que he oído sobre compañeros predestinados, suena bastante a cadena. Todo el mundo parece pensar que tengo que aceptar esto—
—Significa que esta conexión es un camino, no una prisión. Es una elección, Adeline. Una que ambos debemos hacer, juntos. Pero antes de eso, hay algo que quiero que sepas. Rick no te pondrá un dedo encima. Su amenaza es vacía mientras yo esté aquí—