Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
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Bendito accidente
Vanity
–Te estaré vigilando, pequeño demonio –dice Nico antes de sentar a Georgie en su silla–. Sin cagarse en mi auto.
–Es un viaje de dos horas –digo mientras muerdo mi labio para no reír cuando Georgie llena de baba la nariz de Nico.
–Si Lucky puede, él también.
–¿Por qué tu perro no está en la hacienda?
Nico se incorpora y saca un mechón de mi cabello que estaba a punto de entrar a mi boca. –Mira este lugar –pide–. No podía tenerlo conmigo con el peligro de que se comiera un kilo de tornillos al almuerzo.
Sonrío. –¿Y dónde está?
–Con mis padres –responde–. ¿Lista?
Reviso el maletero antes de asentir. –Creo que sí.
–Si sabes que vamos a volver mañana, ¿verdad? –pregunta antes de cerrar el maletero–. Cualquiera creería que nos vamos de campamento por una semana.
–Vamos con un bebé, créeme cuando te digo que no sé si empaqué todo lo necesario.
Nos subimos y antes de partir Nico mira a Georgie por el espejo retrovisor.
–Te estaré vigilando, amigo.
Georgie aplaude y ríe como si Nico fuera el payaso más entretenido del mundo. Creo que es la primera vez que lo veo tan cómodo con otra persona que no sea yo, y eso me llena de paz.
Estoy en el lugar correcto.
Mientras miro el paisaje a mi alrededor no puedo dejar de sonreír. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me sentí segura y feliz. Es liberador y aterrador al mismo tiempo, porque hay una pequeña parte de mí que está esperando que esta burbuja en la que estoy escondida reviente de un momento a otro.
–¿Qué hacen tus padres? –pregunto para distraerme con algo.
Nico rasca la parte de atrás de su cabeza. –Creo que lo correcto sería decir que están retirados, pero mis padres necesitan trabajar en algo, no saben quedarse quietos.
–¿En qué trabajaban antes de retirarse?
–Negocios familiares.
–¿Qué negocios?
–Ventas –responde–. ¿Mauro, no te habló de…? Por supuesto que no lo hizo.
–¿No me habló de qué? –pregunto curiosa.
–Olvídalo.
–Dime –le pido haciendo un mohín lastimero.
Vuelve a rascar su cabeza. –¿Te habló de sus negocios?
–De Lusso, por supuesto, es su mayor orgullo.
–¿Y de sus otros negocios?
–Sé que compraba acciones, pero nada más. ¿Qué tiene que ver Mauro con los negocios de tus padres?
–Todo. Hemos sido socios por años.
–¿Venden piel? –pregunto curiosa–. ¿Seda?
–Solo… cosas –responde–. ¿Quieres escuchar música?
Asiento distraída mientras vigilo a Georgie. –¿Todo bien, mi amor?
Georgie me muestra su conejo de juguete antes de volver a meterse la oreja a su boca.
–¿Crees que tu marido te está buscando?
Asiento. –Sé que lo está haciendo y en las noches mi cabeza piensa en si existe una posibilidad en que pueda dar con mi paradero. No creo que sea posible, pero siempre hay un fallo, ¿verdad? No existen los planes perfectos… Eso me quita el sueño cada noche –digo antes de bostezar.
–Duerme ahora.
–Tengo que vigilar a Georgie.
–Yo estoy aquí –dice golpeando mi muslo con su palma.
Un calor tan intenso como repentino sube hasta mi garganta cuando siento el calor de su mano sobre mi pierna.
–Georgie… él… puede necesitar un cambio de pañal.
–Me comportaré esta vez, lo juro –dice con una sonrisa que ilumina sus ojos grises–. Duerme. Lo que temes no puede alcanzarte, no ahora, no conmigo.
Un peso demasiado pesado para mí, abandona mis hombros, dejándome exhausta.
–Los cuidaré siempre –promete y es cuando por fin puedo relajarme y cerrar los ojos.
Me quedo dormida antes de poder decirle lo que esto significa para mí.
*****
Cuando vuelvo a abrir los ojos estoy siendo llevada en brazos por Nico.
–¿Georgie? –pregunto asustada–. En la cabaña –responde–. Se cagó dos veces. Gracias por preguntar.
Bostezo antes de enredar mis brazos en su cuello y apoyar mi cabeza contra su hombro. –Gracias. Siento que han pasado años desde la última vez que pude dormir así.
Apoya su barbilla en mi cabeza y por unos segundos podría jurar que está oliendo mi cabello.
–¿Podemos seguir en la carretera por siempre? –pregunto entre bostezos.
Ríe. –Puedes descansar, Vanity. No necesitas estar en un auto para sentirte a salvo, necesitas confiar en mí.
Miro la profundidad de sus ojos grises y asiento. –Me gustaría poder hacerlo, pero…
–No te voy a lastimar, lo juro. Ni a ti ni a ese demonio.
Sonrío. –¿Podrías llamarlo por su nombre alguna vez?
–No lo creo –responde de inmediato con una sonrisa contagiosa.
–Puedo caminar.
–Lo sé, pero no tienes que hacerlo sola. Lo crees, ¿verdad?
Suspiro profundamente antes de hablar: –Estoy comenzando a creerlo.
–Esa es mi chica –dice antes de entrar a la pequeña cabaña.
Georgie está en el suelo sobre una enorme manta, con otro conjunto de ropa.
–Se cagó hasta las orejas –suelta Nico antes de dejarme en el suelo al lado de Georgie–, y vomitó mi camiseta –agrega antes de sacársela y caminar hacia la pequeña cocina.
Mis ojos miran los músculos de su espalda y brazos flexionándose mientras lava la camiseta en el lavaplatos.
Que maravilloso espectáculo.
–¿Quieres comer algo? –pregunta mientras sigue en lo suyo.
–Oh, ya lo creo que sí –respondo cuando las hormonas están golpeando mi útero con toda su puñetera fuerza.
La forma en la que sus jeans caen sobre su estrecha cadera debería ser un anuncio de prevención del embarazo adolescente.
–Creo que necesito una ducha –digo poniéndome de pie–. ¿Quieres acompañarme?
Nico se voltea rápidamente. –¿Qué…? –pregunta con una sonrisa tan sexy que quisiera morderla–. ¿Quieres que nos duchemos juntos?
–No –respondo cuando la cordura cierra la puerta que la lujuria abrió.
–¿Segura? Porque sería un trabajo que estaría dispuesto a hacer.
Sonrío. –Deja de bromear.
–¿Quién dice que estoy bromeando?
Siento como mis mejillas se calientan cuando se acerca. Trago fuerte antes de mirar los abdominales de su estómago, que invitan a una mujer a pasar sus uñas y lengua por ellos.
–Creo que estoy…
–Caliente –me corta.
–¿Perdona?
–Hace mucho calor, ¿no lo crees?
Abanico mi rostro. –Sí… –susurro cuando está frente a mí–. No quise decir… ya sabes… eso –titubeo–. ¿Me podrías indicar dónde está el baño?
Sonríe antes de tomar mi barbilla en su mano. –La primera puerta en el pasillo –indica y tengo que obligarme a alejarme de la tentación que es su cuerpo.
Cuando me encierro en el baño y doy la ducha sé que soy más fuerte de lo que me doy crédito.
Ese cuerpo debería estar en un museo para que todas las mujeres del mundo pudieran apreciarlo.
Me desnudo y me meto al agua fría.
Mi ovulación debe estar a la vuelta de la esquina, porque juro que si le cediera el control a mis hormonas le saltaría encima a ese hombre a la primera oportunidad.
Me quito el calor y el sudor antes de salir y volver a ponerme mi ropa, excepto por la ropa interior.
Cuando salgo del baño, Nico está esperando afirmado en la pared frente a la puerta del baño.
–Georgie está durmiendo en la habitación a mi izquierda. Tomó su biberón antes de llegar a la cabaña. Mi turno –dice guiñándome un ojo antes de entrar al baño–. También me siento caliente –agrega antes de cerrar la puerta.
Cuando vuelvo a la pequeña sala, sonrío. Nico es un peligro andante.
Rebusco en las bolsas sobre la pequeña isla, decidida a hacer unos sándwich de atún y mayonesa.
Abro un cajón para buscar un abrelatas y pego un grito cuando un ratón salta del cajón directo a mis pies.
Corro hacia el baño gritando por mi vida y cuando veo a Nico salir del baño asustado salto a su cuerpo como si yo fuera un koala y él el árbol más alto y seguro de todo el bosque.
–¿Qué pasa? –pregunta mirando hacia todos lados, principalmente hacia la puerta dónde Georgie está durmiendo.
–Un… un enorme ratón –hipeo aterrada.
Se relaja visiblemente. –Es solo un ratón, probablemente esté más asustado que tú.
–No me importa –digo y me aferro a él con fuerza.
Mientras mi corazón comienza a tranquilizarse me doy cuenta de dos cosas. La primera es que Nico está desnudo y mojado, y la segunda es que está muy excitado.
Trago fuerte antes de atreverme a mirar al calor que oscurece sus ojos.
–Bendito ratón –susurra antes de tomar mi barbilla y golpear su boca con la mía.
la niña ni siquiera puede articular una palabra...
Vanity entiende q esos besos, esas caricias y todo lo q te da Nico es solo para ti... No como Mauro, q aunque duela, solo te usaba para olvidar a Veny o George q solo lo hacía para compararse con Mauro...
Nico es diferente, el te ama con el cuerpo, con la mente, con el alma y el corazón...
si a mi me esta matando la ansiedad me imagino el pobre de Nico...
Vamos ... le abriste el parque de diversiones para q juegue, ahora ábrele las puertas de tu corazón...
Vanity dale una chance ... Este hombre es muy sincero y por si no te has dado cuenta te ama...
recién lo está procesando
que hermoso capítulo