Shania San Román está pasando por un momento difícil. Aunque es una mujer casada, parece soltera y su suegra es mas como una madre. Sin embargo ella no puede darse el lujo de querer a nadie, todos solo la aprecian por su fortuna, por su patrimonio o ¿NO?.
Ese marido inútil servirá para algo o ya no tiene remedio.
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Cap. 11¡Nana Loti, el azúcar glass!
Mañana en la Mansión Núñez del Prado un caos de harina y felicidad.
El aroma a canela quemada y café recién colado inundaba la cocina. Shania, con el pelo recogido en un moño despeinado y un delantal manchado de mermelada, corría de un lado a otro como un huracán rosa.
—¡Nana Loti, el azúcar glass! ¡No, no esa, la que parece nieve de mentira! —gritaba, mientras intentaba rescatar unos pancakes que más que desayuno parecían arte abstracto.
Camilo, sentado a la mesa con el periódico en mano, no podía apartar los ojos de ella. Shania es un tornado y todo lo que sigue. Sus risas demasiado altas para ser las 7 a.m. El momento en que su nariz se arrugaba al equivocarse.
Esa maldita felicidad que contagió hasta al administrador de la casa más serio, quien ahora ayudaba a decorar muffins con sonrojo.
¿Desde cuándo su casa olía a vainilla y no a whisky y silencio?
En los principales titulares de los medios de comunicación hablaban de la pareja que por fin parecían vivir juntos.
—El enigma Núñez del Prado. ¿Por fin el CEO y su misteriosa esposa viven juntos?
Subtítulo de medios más serios: Fuentes confirman que la ausencia de Shania se debió a tratamientos médicos. ¿Amor o conveniencia?
Camilo apretó el papel hasta arrugarlo. ¿Quién diablos hablaba de su esposa?
Shania, como si lo hubiera sentido, se acercó con un plato de pancakes en forma de su cara mal hecha, pero reconocible.
—¿Te gusta? Es tu cara de billetera abierta —dijo, orgullosa, antes de soltar una carcajada que hizo temblar los cubiertos.
Camilo negaba con la cabeza, ella esta siempre molestando pero es contagiosa con sus bromas, no le disgusta pero e disgusta que no le disguste.
*_*
Jonás lo encontró una hora después en su oficna, mirando fijamente una foto de Shania en su teléfono. la había tomado esa mañana, cubierta de harina.
—Dios mío, —Jonás se llevó las manos a la cabeza.
—Estás enamorado de tu esposa por contrato.
Camilo cerró el teléfono de un golpe.
—No es eso —mintió, aunque el rubor en sus orejas lo delató
—Es solo que… no entiendo cómo alguien puede ser tan molesta y a la vez tan…
—¿Encantadora? ¿Divertida? ¿Sexy? —Jonás sonrió como un gato.
—Camilo, ya hablando en serio…, es hermosa como su hermana, y realmente estaba muy enferma cuando se casaron. Su hermana era más suave y tu esposa es más sensual. Sin embargo, es mucho más enérgica y parece que se leva los corazones de quien se le cruza por el camino —dijo Jonás un poco triste, cuando era más joven, la hermana de Shania había sido su amor platónico.
—Ella…, ella es preciosa, pero debo concentrarme en mi trabajo, no puedo tener distracciones —dijo tratando de concentrarse en su trabajo.
—Te lo dije, esa niña te tiene hecho polvo —dijo carcajeando.
*_*
Esa tarde, Shania apareció en su oficina sin avisar, cargando una caja gigante.
—¡Prueba esto! —exclamó, abriéndola para revelar un pastel de tres pisos decorado como un edificio de oficinas… con una figura de azúcar de Camilo enojado en la cima.
—Es la Torre Núñez del Prado —dijo, orgullosa.
—Janet, mi pinky frient dice que deberíamos venderlos como “El CEO Amargado”. A los empleados les encantaría clavarte alfileres.
Camilo, contra todo pronóstico, se rió. Esa noche, Camilo encontró a Shania dormida en el sofá de la biblioteca. El cuaderno azul de recetas abierto en su regazo. Manchas de chocolate en los dedos. Una sonrisa tan tranquila que le dolió el pecho.
No era el contrato. No era la herencia. Era ella. Siempre había sido ella.
*_*
Temprano en la mañana el desayuno ya estaba listo y Shania tenía un lindo traje ejecutivo de rosa y negro que le quedaba como pintado.
—Marido, hoy me voy contigo, me encontraré con mi amiga en tu empresa, además, tengo que tenerte vigilado, tus amiguitas son muy osadas y no quiero el título de cornuda —dijo tomando su bolso mientras Camilo no sabe si mandará a que se cambie de ropa por lo bella que se ve así o enojarse por ese comentario.
En las oficinas Núñez del Prado, fue una mañana inesperada. El elevador se abrió con un ding alegre, y una explosión de color rosa chocante irrumpió en el espacio minimalista de Camilo.
—¡Jefa de mi alma! —La joven rubia, vestida como un algodón de azúcar humano, se lanzó hacia Shania, quien trabajaba en unos diseños en la mesa de reuniones.
—Fui a la casa de playa y ¡zas! ¡Te habías mudado con ese tarado de tu esposo! ¡Qué traición, mi reina! —dijo Janet con cara de agravio.
Shania, sin inmutarse, dejó que la chica Janet, según su etiqueta de "CEO de Sweet Hell Corp" se colgara de su brazo como un koala entusiasta.
—Janet, no seas dramática —dijo, aunque con una sonrisa.
—Y no llames tarado a Camilo. Es mi… bueno, ya sabes, es mi adorado tormento de momento, mañana quién sabe —dijo sonriente.
Camilo, que acababa de entrar con Jonás, se quedó petrificado en el umbral. Janet giró hacia él, escaneándolo de arriba abajo con una mirada crítica.
—Ah, el esposo. Pensé que serías más alto, más guapo y más…, no sé —declaró, antes de volverse hacia Shania.
—Oye, jefecita…, pero nuestros negocios siguen en pie, ¿no? ¡No me digas que este muro de hormigón te prohibió trabajar! —dijo con la cara de pánico.
Shania solo sonrió, sacando un iPad de su bolso.
—Claro que no. De hecho, tenemos una reunión con los coreanos en una hora. Y tú, Janet, llegaste justo para traerme los informes que olvidaste enviarme.
Janet palideció. Ups.
Camilo que miraba la interacción estaba confundido, ¿cuál negocio? ¿Quién diablos es esta mujer?. Camilo se acercó a Shania, bajando la voz a un susurro mortal.
—Nena… ¿Qué negocios?
Ella le pasó el iPad sin inmutarse. En la pantalla, un informe detallado de "Sweet Hell Corp", una empresa de repostería de lujo con sucursales en cinco países. Fundadora y CEO: Shania Núñez del Prado.
—Construí esto mientras vivía con la tía Ágata —dijo, como si comentara el clima.
—Janet es mi socia… y mi desastre personal favorito, no le hagas caso, ella es así, no tienen filtro.
Camilo miró a Jonás y su amigo solo se encogió de hombros. Parecía que Shania tenía más sorpresas de las que se habían imaginado.