"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Capitulo 11:"Danzando con lobos"
El amanecer llegó, pero el cuarto de Lucas seguía envuelto en sombras.
Aelina no se había movido de su lado.
Sostenía su mano fría, luchando contra las lágrimas.
"No puedes dejarme. No ahora."
Kael entró, la expresión endurecida.
—Mi lady... los médicos dicen que la herida está controlada, pero no sabremos si despertará hasta mañana.
Aelina asintió en silencio.
Kael se agachó frente a ella.
—Sé que deseáis estar aquí… pero hoy debéis comparecer ante la corte.
Si no os mostráis fuerte, Darius interpretará vuestra ausencia como debilidad.
Aelina levantó la mirada, cargada de determinación.
—Entonces que me vea. Y que tema lo que ha despertado.
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Horas después, la Gran Sala del Palacio estaba llena.
La reina madre organizaba un baile de reconciliación. Hipocresía pura.
Aelina apareció vestida con un traje negro y rojo, el cabello recogido, mirada afilada.
Cada paso que daba era un desafío.
Kael y Aurelian se colocaron a ambos lados, sus presencias tan intimidantes como elegantes.
El murmullo creció.
"¿No era la pobre prometida traicionada?"
"¿Por qué parece una reina?"
Darius la observaba desde el trono lateral, el ceño fruncido.
Al llegar al centro, Aelina hizo una reverencia perfecta.
—Mi señor príncipe, agradezco vuestra invitación. Vuestra cortesía es… inesperada.
Un golpe bajo, disfrazado de protocolo.
Darius apretó los dientes.
—Espero que esta velada os devuelva la alegría, lady Aelina.
Ella sonrió con frialdad.
—Mi alegría está en constante reconstrucción.
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Cuando comenzó la música, los nobles se lanzaron a la pista.
Aelina permaneció firme, sin aceptar invitaciones.
Fue Aurelian quien se le acercó primero.
—Me permitiríais este baile, mi lady?
Kael, al escuchar, dio un paso hacia adelante, pero Aelina asintió.
—Será un placer, duque Veynor.
Mientras danzaban, Aurelian sonreía.
—Hoy, todos os miran como si fuerais un astro. Incluso los que os despreciaron.
Aelina respondió sin perder el ritmo.
—Hoy bailo entre lobos. Pero he aprendido a morder.
Aurelian acercó sus labios a su oído.
—Si alguna vez deseáis aprender otras artes… estoy a vuestro servicio.
No solo como aliado… sino como hombre.
La frase hizo que el corazón de Aelina latiera más rápido.
Kael, desde el borde, los observaba, el puño apretado.
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Cuando la pieza terminó, Kael interceptó a Aelina antes de que otro noble se acercara.
—Bailad conmigo.
No era una petición.
Aelina aceptó.
Mientras giraban, Kael susurró, la voz tensa.
—No volveré a veros tan cerca de Aurelian.
—¿Estáis celoso, duque?
Kael la sostuvo más fuerte de lo apropiado.
—Estoy preocupado. Y sí… quizás también celoso. No lo negaré.
Aelina le clavó la mirada.
—Entonces no me vigiléis. Protegedme… y ayudadme a destruir a quien lo merece.
Kael asintió, grave.
—Siempre.
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El baile continuó, pero la noche reservaba un último golpe.
Mientras Aelina bebía una copa de vino, un sirviente deslizó una carta en su palma.
"Lady Aelina, si deseáis conocer al traidor… venid sola a la Biblioteca Imperial esta medianoche. No confiéis en nadie."
Aelina leyó la carta tres veces.
"¿Una trampa? ¿O la verdad?"
Antes de que pudiera decidir, Aurelian apareció a su lado.
—Parecéis turbada. ¿Alguna mala noticia?
Aelina ocultó la carta.
—Solo las sombras que siempre nos siguen.
Aurelian tomó su mano brevemente.
—Si vais a adentraros en ellas… permitidme ser quien os guíe.
Kael, viéndolos, se acercó de inmediato.
—Mi lady, vuestro lugar esta noche es seguro. No arriesguéis más.
Aelina respiró hondo.
"No puedo confiar ciegamente… en ninguno."
—Os agradezco a ambos. Pero esta noche, decidiré yo mis pasos.
Se apartó, dejándolos tensos.
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A medianoche, Aelina llegó sola a la Biblioteca Imperial.
Todo estaba en silencio.
Una figura encapuchada la esperaba.
Cuando levantó el rostro, Aelina quedó paralizada.
—¡Vos!
Era alguien que jamás habría sospechado. Alguien muy cercano a Darius… y también a su familia.
La figura sonrió.
—El juego apenas comienza, mi lady.
Y entonces la oscuridad la envolvió.