BAJO LA PROTECCIÓN DEL MAGNATE

...SOSPECHAS, SECRETOS Y VIGILANCIA...

El ambiente en la torre Silver Dominion había cambiado, Emma lo sentía, lo percibía en el aire, en los movimientos de los guardias, en las miradas cruzadas entre Adrián y Ethan que últimamente iban más de lo normal al Penthouse, se notaba en los silencios, todo se había vuelto más... medido.

Demasiado medido.

Desde hacía dos días, Adrián evitaba dejarla sola por más de unos minutos; Sus conversaciones eran cordiales, incluso dulces en algunos momentos, pero había algo distinto, como si cada palabra estuviera cuidadosamente elegida, como sí... ocultara algo.

No era fácil leer a un hombre como Adrián, era tan enigmático, pero de algo si estaba segura es que su tío tenía que ver con todo esto.

Tal vez estaban en peligro, le dolía fuertemente el pecho al pensar que por su culpa ese hombre podría estar en peligro, no importa el poder que tenga, su corazón y sus pensamientos estaban dándole forma a un sentimiento, uno al que Emma tenía mucho temor, pues no quería enamorar sé sola y en solo idear que Adrián le podía ocurrir algo no se lo perdonaría.

Era esa actitud, esa frialdad, esa arrogancia, que le hacía llamar tanto la atención que no dejaba de pensar en él y prácticamente desde el primer día en que él brindo su mano y le dijo que estaría bajo su protección.

Emma se asomó al ventanal de su habitación, observando la ciudad desde las alturas, el corazón le latía con fuerza, no era paranoia, algo pasaba.

Esa mañana, al intentar salir a la terraza, dos guardias se interpusieron en su camino.

— Disculpe señorita, no puedes salir — dijo uno de los hombres.

—¿Desde cuándo no puedo salir a respirar aire? —preguntó, cruzándose de brazos.

—Órdenes del señor Blackwood, señorita.

Emma apretó los dientes, volvió al interior como si nada, pero por dentro hervía de rabia, Adrián no la había tratado como prisionera… hasta ahora.

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Mientras tanto, en otra parte, en la otra torre, Una April estresada, también empezaba a notar los cambios, Ethan la mantenía ocupada: clases de defensa personal, que para ser honestos le iba terrible, recorridos por la torre, charlas con tecnicismos empresariales que la hacían bostezar.

Pero había dejado de ser el guardaespaldas silencioso y distante, ahora era silencioso, distante... y protector.

Demasiado protector.

—Oye, Ethan... —dijo April mientras lo seguía por el gimnasio privado— ¿vas a decirme de una vez qué demonios está pasando?

—No tienes que preocuparte, todo está bajo control.

—Esa no es una respuesta. —Se cruzó de brazos—. Si no me dices, buscaré a Emma yo misma y ella me contará.

Ethan la miró por un segundo, serio como siempre… pero sus ojos se suavizaron, no estaba preparado para lo que esa pequeña tormenta de mujer le hacía sentir, y ahora, además, tenía que ocultarle cosas.

—Hay una amenaza activa —dijo al fin—. Pero no puedo decir más, si Emma lo supiera, podría cometer una locura.

April abrió los ojos como platos.

—¿Qué tipo de amenaza? ¿Alguien viene por ella?

Él no respondió, solo desvió la mirada.

—¡Maldita sea, Ethan! ¡Es mi amiga! Si algo le pasa y yo estoy aquí jugando a que estamos bien…

—¡Precisamente por eso no debes saber más! —espetó él, con más fuerza de la esperada—. Porque si tú lo sabes, se lo dirás, y si ella lo sabe, hará exactamente lo contrario a lo que se le ordene.

April lo fulminó con la mirada, pero por dentro... le preocupaba más de lo que quería admitir.

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En su despacho, Adrián giraba su sillón de espaldas al ventanal, múltiples pantallas mostraban mapas, movimientos satelitales y registros de comunicaciones interceptadas, no se fiaba de nadie, ni siquiera del gobierno.

—¿Los pasaportes falsos están listos? —preguntó a su asistente.

—Sí, señor. También la nueva ubicación.

—Perfecto. —Bebió un sorbo de café—. Que nadie más tenga acceso a esa información, ni siquiera tú.

—¿Y la chica? —preguntó Ethan, entrando al despacho con una expresión grave.

—Sabe que algo pasa. Está inquieta —admitió Adrián.

—¿Y se lo dirás?

—Aún no, si lo hago ahora, va a intentar escapar de nuevo, y esta vez no podemos correr ese riesgo.

Hubo un silencio espeso.

—El español está ofreciendo cinco millones y ya hay cazadores en Nueva York — añadió Ethan.

Adrián entrecerró los ojos.

—Entonces debemos desaparecerlas antes de que siquiera huelan su rastro.

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Esa noche, Ethan y Adrián hicieron varios movimientos estratégicos, para trasladar a April hacia la torre donde está Emma, sabían perfectamente que los hombres de Giovanni le estaban respirando en la nuca, esos putos cazarrecompensas también eran un dolor de cabeza.

Emma encontró a April en el balcón trasero, Mientras Ethan gestionaba y canalizaba todo para así poder mover a las dos chicas hacia un lugar seguro.

Emma y April Se abrazaron sin hablar durante unos segundos, ambas sabían, sin decirlo, que algo se avecinaba.

—¿También lo sientes? —susurró Emma.

—Sí —respondió April—. Y si crees que vamos a quedarnos aquí como muñecas decorativas, estás muy equivocada.

Emma sonrió, aunque por dentro... un escalofrío recorría su espalda.

—April, no creo que ellos nos dejen hacer algo, mira lo que pasó cuando intenté buscarte — murmuró Emma para que solo su amiga escuchará.

— Tienes razón, dándonos de valiente, aaahh me siento frustrada —

— Confiemos en ellos— dijo Emma con una mirada llena de esperanza e incertidumbre.

Porque si Adrián, el hombre más poderoso que había conocido, estaba preocupado, entonces lo que venía... no era poca cosa.

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Hola mis amores, un nuevo capítulo, no tengo luz así que voy a ir actualizando a como pueda...

Gracias por leer, y por apoyar la novela.

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gracias gracias ...

Esperemos a ver qué pasa, me estoy comiendo las uñas de la emoción