Te Cuento Un Secreto

Patrick Stuart

Alfa

32 años

Adan King

Alfa

30 años

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Estar cerca del omega Becker le trae sentimientos confusos, pero simplemente no puede alejarse.

En primera, porque es su empleado y el encargado de su seguridad, en segunda, que en todo este tiempo ha logrado tener una cercanía al hablar con él, como si fuera uno de sus amigos, como Adele y Patrick, amigos muy cercanos.

Pero con el era diferente y no lograba entenderlo, bueno, tenía una idea, pero se negaba, el amaba a su esposo con toda su alma.

Pero simplemente no puede evitar preguntarse quien sería el padre de esa pequeña y si aún estaba con él omega a pesar de lo verlo merodeando junto a esa pequeña manada, y el solo pensar en ellos su lobo gruñe y el... También siente molestia.

Tal vez porque su lado alfa ya quiere a la niña como su cachorra.

O solo pone eso como excusa.

Pero no puede evitarlo, no va negarlo, ese omega está empezando a gustarle y eso no puede pasar, tiene una gran relación de años con su omega, por mucho que le atraiga, ya ama a alguien más, a quien le pertenece su corazón, por eso estaba tan confundido.

Cuando los vió irse, su lado alfa sintió un poco de soledad, le encanta tener cerca a esos dos seres.

Tanto que no se dió cuenta que el aroma de su esposo estaba cerca ni sintió sus pasos, solo cuando lo abraza por la cintura y deja un casto beso en su espalda, es que reacciona —¿Amor?,¿Porque te levantaste tan temprano?.

— Tenía cosas que hacer, uno de los empleados se iba de viaje y como tiene una niña, le dije que por precaución, se llevará a la niña en el auto — dijo tragando grueso y sonriendo un poco nervioso para luego girarse y abrazar a su omega —¿Vas a ir a la toma de fotos fuera de la ciudad?,¿Porqué no te has arreglado?.

Alan asiente — Si, debo ir, Patrick te cuenta todo como siempre — dijo haciendo un puchero.

— Es tu jefe, pero también es mi mejor amigo y tú eres mi esposo, así que siempre me va a contar dónde esté para que no me preocupe — dijo antes de dejar un beso en sus labios.

— Adan, mi hermano, también irá, así que no te preocupes, estaré en buenas manos — dijo el omega — ¿Porqué mejor no nos damos una ducha nosotros dos para no extrañarnos tanto en el día? — dice con coquetería cerca de su boca.

— Eso es una buena idea — dijo el alfa.

Una vez estuvieron en la ducha y sus manos estuvieron recorriendo sus cuerpos, por un instante, mientras Philips devoraba la boca de Alan, abrió sus ojos y en medio de su deseo y por sus pensamientos, vió el rostro de Dennis lleno de indiferencia que camuflaba su vergüenza ante todos, (que pensaba que él no se daba cuenta) pero volviendo al tema, estaba desconcertado y volvió a parpadear viendo a su esposo que lo miraba extrañado —¿Sucede algo, amor?.

No, definitivamente no estaba bien por dónde se estaban yendo sus sentimientos por Dennis.

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— Mamá, no puedo respirar — dijo porque su madre lo apretaba de forma demasiado exagerada con su abrazo.

Seguido empezaron a salir, Kiara la cual tenía una mejilla roja, pero parecía no importarle, tenía sus ojos bien abiertos —¡El muerto regresó a la vida!, ¡Yo pensaba que te habían comido los gusanos ya! — dice ella con burla ganándose de su hermano mayor Damian, un pellizco en su brazo —¡animal!.

— Te dicen — le ataca Daniela jalando de sus cabellos de forma disimulada uniéndose al abrazo familiar — ¡Te extrañamos demasiado!.

— Sabes que cuentas con nosotros para lo que sea — dijo su padre que ahora era él quien lo asfixiaba.

Pero es soltado por todos cuando su pequeña enojada por no ser el centro de atención como siempre, grita.

—¡También estoy aquí!, ¡Es gracias a mí que estamos aquí!— dijo de brazos cruzados con sus ojitos aguados.

—¿Esta preciosa es...?— dijo su cuñada acercándose para cargarla y verla con adoración.

— Mi hija, Ariana, Esmeralda, ella es tu tía Ariana, esposa de tu tío Damián — dijo señalando a los nombrados.

— ¡Hola, yo soy la luz de papi!, ¡Soy Esmeralda Becker!— dijo haciendo que todos la miren con adoración al ver lo tierna que es.

—¿¡Ves, Damián!?— dijo su padre dándole y zape en la cabeza haciendo que el mayor se queje — Tu hermano se va cuatro años y ya me trajo una nieta, y tú tienes siete años sin vivir aquí y nada que me traes uno así sea adoptado.

—¡Papá, ya lo hablé con Ariana y ella tampoco quiere!, ¡y en las relaciones el omega manda!, ¡tú me lo has dicho!, ¡y las decisiones son unánimes!, ¡Tienes todas las de perder, padre!— dijo él con burla.

Entre bromas y un asado en la parte de atrás de la casa, pasaron el día contándose lo que ha pasado en esos cuatro años en los que no en la vida del otro.

—¿Y de tu vida amorosa hermanito?, yo aunque no me creas no tengo a nadie, pero alguien le ha mentido a mamá para encargarme yo de su bebé, no te miento cuando digo que no es verdad de ese cachorro — dijo Kiara.

— Es que hay un detalle, tu si fuiste a esa fiesta de donde se originó el chisme, picarona — dijo Daniela — y dijeron que te vieron un omega.

— Les voy a ser sincera, a mí me gustan los omegas, no "las omegas", así que es imposible, aparte, me gustan mayores papá, y ese día estaba con Oscar Hunter, mi futuro esposo, para su información, es mi destinado — dijo de brazos cruzados mientras que su hermano suspiraba de frustración, otra vez escucha ese apellido, va a volverse loco, no quería saber nada de ese apellido y a dónde vaya lo menciona —¿Y, hermanito?, ¿conseguiste a alguien?.

Suspiró y miró a su hija que estaba jugando con Ariana con sus muñecas que trajo, estaban alejadas y luego dice— No, no tengo a nadie.

— Pero te gusta alguien, y por lo visto no es nada bueno, ¿el imbécil te hizo daño?— pregunta Damián empezando a enojarse a lo que él niega.

— Es prohibido, no me ha ido muy bien que digamos, pero lo único bueno de todo es mi pequeña — dijo él — Vendré cada quince días, ¿estarán aquí?.

— Claro que sí, sabes que cuentas con nosotros y puedes venir siempre que quieras — dijo Daniel, su padre que estaba a su lado en el gran sofá y tomando su mano le dice — cuentas con nosotros, no vuelvas a desaparecer así, estuvimos muy preocupados, pero por el lazo sabíamos que estaban bien, solo necesitabas sanar.

— Si, también para ser fuerte para lo que venga, porque tengo una vida que depende de mí — dijo con sus ojos aguados.

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Oscar Hunter

Omega

32 años