Luna es una joven mucama de dieciocho años, de origen humilde, que trabaja para un joven actor famoso, que tiene problemas para aprender sus guiones siendo ella quien le ayudaba a aprenderlos, aprendiendo asi ella el arte de la actuación, pero en medio de los excesos desmedidos de el actor y de su trastornada mente Luna una noche es victima de abuso de su parte y huye de ese departamento con ayuda del joven hermano del actor. Es ayudada a representar pequeños papeles en teatro y novelas siendo su talento natural quien la ayuda a destacar, acompáñame a descubrir como llega a ser una estrella, como Luna encuentra al amor y las trabas que le pone en el camino la vida.
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LUNA FERNÁNDEZ
es una bella joven de cabello negro, ojos claros, tez clara y de solo dieciocho años que vive sola con su madre, doña Rosario Fernández.
Luna estudió su primaria y secundaria completa terminando también su preparatoria en su pueblo, habiendo terminado sus estudios ella ya trabajaba en la tienda de Don Pablo para ayudar a su mamá que ya venía sintiéndose mal de salud, pero por falta de dinero no se hacía ver por el médico.
Una tarde que Luna regresaba a su casa abre la puerta y encuentra a su mamá en el suelo, corre la intenta despertar y estaba fría, no respondía, sus gritos alertaron a los vecinos que vinieron rápido a ver que pasaba encontrándola abrazada del cuerpo inerte de su madre.
Luna: "Despierta mamita, despierta no me puedes dejar sola, que voy a hacer sin ti, despierta".
Los vecinos la apartaron del cuerpo de su madre mientras ellos al ser una comunidad unida y sabiendo que Luna nunca tuvo a nadie más que a doña Rosario, hicieron una cuota y entre todos se encargaron del feretro y el entierro en el panteón, fue velada en la casa de Luna que a sus recién cumplidos dieciocho años ya estaba sola en este mundo.
Luna no se apartaba del féretro de su madre, y en cementerio del pueblo su llanto era desgarrador, pero había que sepultarla, y sus vecinas la ayudaban a calmarse, la llevaron a su casa, donde pusieron todo en su lugar y Luna se quedó sola en esa casa humilde que fue el hogar de ambas desde que Luna tiene recuerdo.
Se puso a buscar un poco entre las cosas de su madre hallando una carta vieja, donde un hombre le decía:
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Rosario, sé que te di mi palabra de caballero de casarme contigo, pedí tu mano ante tu padre y no te he respetado como lo hacen los caballeros, entiéndeme mi padre me obliga a irme con el del país a Europa, allí me espera una vida mejor y acomodada que la que te pudiera dar aquí, si mi padre me da la espalda, sé que estoy poniendo por delante de mi amor al dinero, pero no es solo eso es la enemistad de nuestros padres la que no me dejaría ser feliz. Tu padre es comprensivo y sabrá entender, mientras tú no cuentes a nadie lo que sucedió entre los dos, tu padre encontrara un buen partido que se case contigo y serás muy feliz.
Atentamente
Fernando De la Cruz.
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Luna comenzó a recordar que su madre cuando ella era pequeña y le preguntaba por qué ella no tenía papá siempre le respondía, que todos los niños tienen papás solo que el suyo se fue muy lejos sin saber que ella venía en camino, Luz guardo aquella carta y siguió buscando en aquella caja de madera que nunca antes había visto.
Hallo fotos antiguas de unos señores con su madre muy jovencita, un anillo de compromiso y su acta de nacimiento, Luna recién se enteraba de que ella no nació en ese pueblo, nació en un convento en la capital.
Luna guardó todo y preguntaba al aire como si aun su madre pudiera oírla, el porqué no le contó la verdad, si su padre fue un hombre que solo se burló de ella y era ese tal Fernando De La Cruz ella no quería conocerlo y si su abuelo por parte de su madre le dio la espalda al estar su madre embarazada quería saberlo, algún día iré a la capital se repetía.
Siguió buscando los cajones de aquella vieja cómoda de madera y encontró una alcancía de las antiguas de barro, pero estaba muy llena, la saco a la mesa tomo un mantel de la cocina y envolvió la alcancía, dándole un golpe con el rodillo que la logro partir. Había puros billetes de a diez dólares y algunas monedas, los junto todos los billetes y había mil dólares, y en monedas cien dólares más, Luna se puso a llorar por que teniendo ese dinero guardado su madre no se hizo ver, si la consulta en el centro médico solo costaba diez dólares al cambio en pesos Mexicanos.
Luna solo guardó el dinero en un maletín que ella tenía, sería por si algún día, podía viajar a la capital.
En eso fuertes golpes se sentian en la puerta y salió a ver quien era, abrió y era el alcalde del pueblo un viejo pedante, orgulloso y borracho que ella no sabía que hacía en su casa.
Luna: "Dígame señor alcalde que lo trae por aquí".
Alcalde: "Ya me, entere de que tu madre falleció y al quedarte sola te vengo a hacer una propuesta, ¿puedo pasar?".
Luna: "Claro que no, lo que tenga que decir lo dice ahí afuera".
Alcalde: "Pobretona y altanera, no tienes donde caerte muerta, te llevo de mí... amante a mi casa y mientras no pidas hijos o matrimonio te daré todo lo que tú pidas".
Luna: "Se equivocó de lugar, las que venden sus caricias están en la calle baja que da para los bares y cantinas, esta será una casa humilde, pero el respeto aquí sobra".
Alcalde: "Mañana será tu última oportunidad de salir bien parada, yo obtengo lo que quiero a la buena o la mala, y usted ya es mayor de edad, está un poco delgada, pero con un poco de rigor se engorda, mañana temprano vengo por usted, y si sabe de mi mejor es que no se esconda, el viejo del Pablo ya no tiene trabajo para usted y nadie le vendera un pan, es más grande el miedo que el cariño mi querida Luna, mañana te quiero bañada que no me acuesto con cochinas y no estoy para bañarla".
El viejo solterón del alcalde se iba y Luna veía como todos cerraban sus puertas como señal de que era cierto lo que ese hombre decía, cerro su puerta y salió corriendo donde don Pablo a preguntarle si era verdad que ya no tenía trabajo.
Luna: "Don pablo buenas noches, vendame un pan y dos huevos, ya mañana vengo a trabajar".
Don Pablo: "Luna lo siento, le debo mucho al alcalde y no puedo meterme en problemas ya llamé a una sobrina que vendrá a trabajar por usted, toma el pan te lo regalo, pero escóndelo bien y no vuelvas a venir, mejor vete con el que allá comida no te a de faltar".
Luna: "Gracias por el pan don Pablo".
Luna salía corriendo de regreso a su casa, tranco la puerta y pensaba en cuantas veces ella vio como los mismos padres entregaban a sus hijas al alcalde o hombres de dinero solo por pagar sus deudas o que les den dinero, agarro el maletín que guardo y lo lleno de ropa toda la que pudo, unas zapatillas, un suéter negro, tomo las joyas de su madre, la carta, el anillo de compromiso, su partida de nacimiento, las fotos, los dos candados grandes que tenía, tranco la puerta de atrás con muebles a la de adelante le puso los candados y salió en la oscura noche caminado tratando de no ser vista, caminó hasta la carretera, sabía que para el sur quedaba la capital y para el norte la frontera, pero ella no tenía ni visa solo su Documento de Identidad.