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Aria De Vida

Aria De Vida

Status: En proceso
Genre:Acción / Superpoder / Sci-Fi
Popularitas:352
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Ella siempre fue un experimento y nunca había visto el mundo exterior. Cuando al fin la dejaron salir, experimentó de primera mano la complejidad de los humanos y sobre todo, la vida en sí misma, salpicada de melodias alegres y tragicas.

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Capítulo 1.

Alice abrió los ojos hacia un nuevo día, observando las luces fluorescentes del techo blanco de su cubículo. Era como cualquier otro día, sin embargo, hoy era el día en que dejaba la institución de la investigación.

Ella. Un experimento. La dejaban salir.

Por supuesto que estaba algo inquieta y emocionada. Toda su vida había estado encerrada en un lugar lleno de máquinas, laboratorios y personas con batas y tabletas. No conocía otro lugar más que ese, y aunque el Mayor Chang venía a hacerle compañía de vez en cuando ya que era su “padre”, nada podía comparársele como salir del lugar.

Tenía ciertas expectativas de ver el mundo exterior, ya que, hasta donde le habían enseñado tanto los científicos como el Mayor Chang, el exterior se había vuelto frío y hostil. Las imágenes de paisajes con árboles y puestas de sol, eran ahora solo un minúsculo recuerdo de la humanidad luego del estallido de ese virus mortal y peligroso.

Por eso la habían creado. Aunque la modificaron para no poder transmitir el virus, sabía bien que su cuerpo era un cumulo de energía explosiva que se desintegraría si no tuviera el collar restrictivo. El collar no era bonito y le picaba el cuello, pero era la única manera de mantenerla estable. Aun así, no podía entender cómo el exterior podría necesitar a alguien como ella. No conocía nada, salvo las enseñanzas estrictas que recibió durante todo su crecimiento; todo era metódico y plano. Tampoco sabía socializar. Se preguntaba si podría comprender la mente de los humanos que habían vivido afuera.

Entonces un ruido de la puerta deslizándose la sacó de sus pensamientos.

-Mayor Chang. Buenos días.

-Hola, Alice – el mayor se sentó a su lado y le mostró una sonrisa ladeada, aunque con esa enorme cicatriz a un lado del rostro, le restaba amabilidad – En la tarde podrás ser libre.

-¿Libre? No me siento exactamente en cautiverio.

Chang sonrió y acarició el cabello blanco amarillento de la chica. Ver sus ojos purpuras y saber que era la nueva cura del virus mortal le hacía sentir un desgraciado.

Había donado su esperma para estas investigaciones. No tenía hijos propios y tener uno, aunque sea de probeta, le haría sentir que había dejado descendencia. Y aunque sabía para qué usarían su ADN, aun no podía aceptar en lo que habían transformado a su hija. Siempre quiso inmiscuirse en su crecimiento, pero se lo limitaron porque no querían que le llenara la cabeza de conceptos abstractos del honor, la moral o incluso el amor.

Solo podía interactuar con ella una hora al día. Hoy sería el último porque ella saldría al fin de este lúgubre lugar, que aunque bien iluminado y tan blanco como un hospital, solo era la fachada de la monstruosidad que se creaba a diario para estas guerras sin sentidos.

-Tal vez, pero una vez que pruebes el sabor del exterior, jamás querrás volver.

-Lo tendré que hacer – lo miró con curiosidad – Necesitan muestras del exterior y saber sobre mi adaptación en un ambiente estéril.

-Sí bueno – sonrió con desgana y apretó su mano para evitar maldecir – Ya lo verás. Sé lo que te digo.

Alice no lo creyó del todo pero igual nada le quitaba la creciente inquietud de su salida.

-Solo – suspiró Chang – Cuídate.

Sin poder contenerse, la abrazó fuerte, dejando totalmente aturdida a Alice, quien nunca había recibido un solo abrazó en sus veinticinco años de vida, la menos luego de aprender a caminar. Estupefacta correspondió el abrazo con cautela, pero solo hiso que el abrazo se volviera más fuerte hasta casi asfixiarla, pero por alguna razón, no quiso empujar al Mayor Chang. Era su padre, aunque no entendía bien el concepto además de que le proveyó de su código genético para darle vida, pero esta sensación de calor, le hizo pensar que era necesario.

Era extraño pensar en ello, pero no lo rechazó ya que, más probable es que no lo vuelva ver en mucho tiempo, y era la única persona, además de los doctores del centro de investigación, que hablaba con ella.

-Lo siento – al fin la soltó no sin antes volver acariciar su cabello y darle un beso en la frente – No sé cuándo volveré a verte. Eres mi única hija y te aseguro que ningún padre quisiera que su niña saliera a las garras de la vida.

Alice se llevó la mano a la frente ante el húmedo beso llena de sorpresa y desconcierto, sin embargo no lo limpió ni mostró repulsión, solo un cosquilleo en su frente y en su pecho, una sensación extraña que nunca había sentido, al menos en los entrenamientos de fortaleza mental. Pero aunque parecida, era ligeramente diferente que no le hacía sentir ansiedad, solo…

-Ya me tengo que ir – Chang miró su reloj que se había encendido indicando que su hora de visita se había acabado.

-Ah, está bien – Alice se levantó, y aun confundida que todo, lo acompañó hasta la puerta de su cubículo – Cuídese Mayor.

-Padre o papá.

-¿Eh?

-Dime padre o papá.

Una vez más Alice se quedó estupefacta, pero decidió cumplirle. Llevaría mucho tiempo cuando lo volviera a ver.

-Um… adiós… padre.

Chang sonrió y alborotó su cabello meticulosamente amarrado en una trenza.

-Adiós… mi niña – pero antes de salir recordó algo y sacó una bolsa de dentro de su chaqueta de militar – Casi lo olvido. Toma.

Alice lo recibió confundida.

-¿Qué es?

-Es ropa – ella lo miró dudosa – Vas a salir al mundo exterior, ¿lo harás vistiendo estas ropas?

Alice miró su bata. Una camisa y pantalones blancos con zapatos ergonómicos del mismo color. No tenía queja alguna, todos vestían casi igual. No entendía cuál era el problema, pero ya que su “padre” se había esmerado por cruzarlo de contrabando, lo aceptó con una sencilla sonrisa.

Cuando Chang se fue, puso la bolsa en la cama individual y la abrió. Había un pantalón demasiado corto, una blusa sin mangas, un suéter de color lila, unas zapatillas blancas y una boina lila. Estaba desconcertada, pero no desconocía la ropa, alguna vez lo había visto en videos cortos que le enseñaba el Mayor Chang a escondidas, pero dentro de la institución, todos vestían de blanco, no sintió la necesidad de vestir como la gente del exterior, sin embargo, su curiosidad aumentó en estos momentos con el sutil regalo.

Alice sonrió desde el fondo de su ser, aunque ella no notó ese minúsculo cambio. Sin demorarse más, guardó la ropa y fue a tomar su desayuno, total, que saldría al atardecer, aun había el tiempo suficiente para ponerse el regalo.

1
YueYue
Brillante
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