CAPITULO 3

ANNIE

Cuando logro volver al mundo real, tomo asiento frente a él. Sus ojos azules, intensos como dos cielos despejados, me observan detalladamente, explorando cada rincón de mi rostro. Paso saliva sin poder evitarlo; su mirada me desnuda el alma, y su sonrisa de medio lado tiene mis sentidos en completo shock. Es como si el mundo hubiera dejado de girar, dejándonos atrapados en una burbuja donde solo existimos él y yo.

—¿Qué quieres beber, Abby? —pregunta con esa voz profunda que resuena como un susurro en mi oído, haciendo que cada vello de mi piel se erice. Es increíble cómo una simple pregunta puede sonar tan sensual cuando sale de sus labios. ¡Por Dios, Annie! ¡Cálmate!, trato de reprenderme a mí misma, pero es inútil. Mis pensamientos se desordenan cada vez que él me mira de esa forma.

—Un mojito —respondo finalmente, después de una breve lucha interna para soltar el nudo que se ha formado en mi lengua. Su presencia tiene un efecto abrumador sobre mí, dejándome sin palabras y con el corazón desbocado.

—Que sean dos —interviene mi prima, sin perder la oportunidad de añadir su pedido. Me lanza una mirada de complicidad, como si supiera exactamente lo que está ocurriendo dentro de mi cabeza. Seguro ha notado el caos en el que me encuentro, porque es evidente; este hombre ha logrado lo que pocas cosas consiguen: dejarme KO.

Aaron se levanta con una elegancia natural y se dirige a la barra destinada para la zona VIP. Mis ojos lo siguen, casi hipnotizados por su andar seguro y confiado. Lleva unos jeans desgastados que se ajustan a la perfección, destacando sus caderas y piernas musculosas. Su torso ancho, cubierto por una camisa color vinotinto que resalta cada músculo, es un espectáculo por sí mismo. No puedo evitar admirar cómo su ropa parece hecha a medida, diseñada específicamente para acentuar cada curva de su cuerpo atlético.

—¡Límpiate la baba! —me dice al oído Julia, sacándome un buen susto que me hace casi brincar en mi asiento.

—¡Joder! —exclamo, frunciendo el ceño mientras la miro con reproche.

—Estás encantada con él, ¿ah? —comenta con su sonrisita pícara pintada en el rostro. Es tan evidente que no puedo ni siquiera negarlo. Luego, me lanza una mirada de reojo—. Pues él tampoco te quita el ojo de encima, querida.

Inconscientemente, miro en dirección hacia Aaron. Él está volviendo con los tragos, y nuestros ojos se encuentran a mitad de camino. Es como si el tiempo se detuviera nuevamente; nuestras miradas se entrelazan, creando una conexión invisible que me hace sentir vulnerable, expuesta. Sus labios se curvan en una sonrisa de lado, esa que ya empieza a hacerse familiar y que sabe usar con maestría. Es irresistible, y él lo sabe. Allí, apoyado en la barra, con las manos en los bolsillos, parece un cuadro viviente de seducción pura. No soy la única mujer que lo está devorando con la mirada, pero él me está mirando solo a mí.

—Apuesto a que ni siquiera has pensado en Mikael —dice con arrogancia Julia, sin percatarse de lo inoportuno de su comentario. La miro levantando una ceja, sorprendida por su falta de tacto. Me encojo de hombros, intentando ignorar la mención de Mikael, pero ella rápidamente se da cuenta de su error—. Perdona... no debí decirlo. ¡Ah! Yo y mi puta boca...

—Tranquila... —le sonrío forzadamente, tratando de disimular la incomodidad que me ha causado la mención de su nombre. Necesito cambiar de tema—. Y tu acompañante, ¿dónde está?

—Está solucionando un problema —responde, encogiéndose de hombros—. Escucha, nena... él se lo pierde, ¿ok? Se pierde de ti. —Me toma el rostro con ambas manos, obligándome a mirarla a los ojos—. Eres una mujer hermosa y mereces lo mejor. Disfruta esta noche y no pienses tanto en el mañana.

Sus palabras me reconfortan de una manera que no esperaba. Es como si todo el peso que llevo cargando se aligerara un poco, permitiéndome respirar con más facilidad.

—Gracias, Jul —digo en un susurro, sintiendo una profunda gratitud por tenerla a mi lado.

—Llámame Leah, nena... no lo olvides —me guiña un ojo y se levanta de la mesa, preparándose para marcharse—. Ahora, si me disculpas, hay algo que debo hacer.

La veo alejarse, y por un momento me siento sola en esta inmensidad que es la zona VIP. Sin embargo, no estoy sola por mucho tiempo. Aaron está de vuelta, con los mojitos en la mano, y me ofrece uno con una gentileza que me desarma. Se sienta a mi lado, lo suficientemente cerca como para que nuestros brazos se rocen ligeramente.

Bebo un sorbo, y no puedo evitar darme cuenta de que me observa fijamente, como si quisiera descifrar cada pensamiento que cruza por mi mente.

—¿Pasa algo? —pregunto, extrañada por la intensidad de su mirada.

—Me preguntaba qué sabor tienen —susurra, sin dejar de mirarme, y mi corazón da un vuelco.

—¿Acaso nunca has probado este cóctel? —respondo inocentemente, pensando que se refiere al mojito.

—No me refería al trago —deja la frase en el aire, y siento cómo mi rostro comienza a ruborizarse. Mi corazón late desbocado, y la temperatura de mi cuerpo sube varios grados. ¡Pobre de mí, con esta tentación justo a unos centímetros!

La noche transcurre entre risas y un coqueteo constante que me deja sin aliento. Este hombre es inteligente, le encantan los deportes extremos y la música. Cada palabra que dice parece estar perfectamente calculada para mantenerme en este estado de nerviosismo agradable, de anticipación.

Finalmente, me invita a bailar, tomando mi mano con una firmeza que me hace sentir segura, y me lleva al centro de la pista. "Do it Like That" de Michele Morrone suena de fondo, y siento cómo los mojitos empiezan a subir la temperatura. Esta canción es tan sugerente, sus notas parecen colarse bajo mi piel, haciéndome más sensible al roce de nuestros cuerpos.

Bailo muy cerca de él, nuestros cuerpos se rozan una y otra vez, como si estuviéramos atrapados en una coreografía secreta. Sus manos recorren mi torso hasta mis caderas, y ese simple toque hace que cada poro de mi piel anhele más. Su rostro se acerca a mi cuello, escalando hasta mi oído, donde permanece por un momento que se siente eterno. Puedo escuchar su respiración entrecortada, el deseo contenido en cada exhalación.

—Hueles tan bien —susurra al fin, su voz baja, casi ronca por la necesidad—. No te imaginas cuánto me está costando contenerme... —aprieta mis caderas contra él, y yo siento cómo un calor se extiende desde ese punto de contacto por todo mi cuerpo— ... para no hacerte mía aquí mismo...

Un quejido se me escapa sin poder evitarlo, y antes de que pueda procesar lo que está ocurriendo, sus labios se pegan a los míos con una fuerza inesperada. Es un beso cargado de necesidad y deseo, un beso que me deja sin aliento. Me froto contra él, sintiendo cómo su cuerpo responde al mío, y maldigo en silencio al aire por ser tan necesario.

Separa su rostro del mío, y gracias a las pocas luces de la discoteca puedo ver sus ojos, ahora oscurecidos por el deseo. Me besa de nuevo con pasión, y yo correspondo encantada, olvidando todo excepto este momento, esta conexión.

—Escapa conmigo —susurra de nuevo en mi oído, su voz tan seductora que me estremezco—. Sé mía esta noche.

No respondo... no hay necesidad de hacerlo. Me lleva agarrada de la mano hasta su auto, y cada paso que doy siento que el mundo a mi alrededor se desvanece, dejándonos solo a él y a mí.

—Mi prima... —maldigo entre dientes, recordando de repente que no he dicho nada a Julia, pero él sonríe con complicidad.

—No te preocupes... llamaré a Alessandro, él le avisará a ella. Además, creo que estará lo suficientemente ocupada como para preocuparse por ti —me dice mientras abre la puerta del acompañante, con esa seguridad que me hace sentir que todo está bajo control.

Estoy a un metro de él, admirando su auto. Es bastante costoso, un Aston Martin negro mate, lo que significa que tiene mucho dinero. Pero más allá del auto, más allá de la opulencia, hay algo en Aaron que me atrae de manera visceral.

¿Qué estoy haciendo? Estoy a punto de marcharme con un desconocido. Dudo unos momentos cuando el alcohol me permite ser más sensata, y él se percata de ello.

—No soy un psicópata, Abby —sonríe enormemente, dejándome admirar su blanca dentadura. Hay algo en su sonrisa que me tranquiliza, aunque sé que debería ser más cautelosa.

—¿Cómo sé que no? —pregunto, cruzándome de brazos—. A... A... Además, yo ni siquiera he dicho que quiero irme contigo.

Escucho lo encantador de su risa, una risa que suena genuina y ligera. Lo veo venir hacia mí hasta estar muy cerca, tan cerca que siento el calor que emana de su cuerpo. Me lleva unos cuantos centímetros de altura, así que se agacha para estar a la altura de mi rostro y me mira fijamente. Sus ojos azules me sostienen, prometiéndome miles de placeres que ni siquiera sabía que deseaba.

-No hay necesidad- contesta, un poco arrogante, pero con una ternura que me desarma- Tus ojos, tu cuerpo, tu aroma... ellos responden por ti

Antes de que pueda replicar, se apodera de mis labios de forma demandante. No lo puedo negar, no puedo evitarlo.Este hombre haría caer a cualquier mujer, y aunque me cueste aceptarlo, yo no soy la excepción.

Más populares

Comments

Viviana Bustos Aldana

Viviana Bustos Aldana

Annie con esa tentación andante quedaste media lenta 😅😅😅😅😅

2025-05-19

1

Viviana Bustos Aldana

Viviana Bustos Aldana

😈😈😈😈😈

2025-05-19

1

Maris Benitez

Maris Benitez

Está por tirar las chancletas está noche,😊🤭🤭🤭😜😜😜 mañana será otro día

2024-11-09

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play