Un Enfrentamiento

Sabrina Romano:

Jamás comprendí por qué hay hombres que les da miedo trabajar con mujeres, pero al final, el negocio se hizo, Isidro termino firmando, aunque podría jurar que su mirada la he visto antes, algo en el me recuerda mi infancia aunque tengo años que no sufro pesadillas, hay algo en Isidro que me ronda en la cabeza, y no se que es, no quiero decirle nada a papá, se que no estará tranquilo, por eso primero quiero asegurarme que no estoy loca, o tal vez un poco, pero no tanto para alucinar, mi psicóloga me decía que mis traumas los dejaría atrás, encerradas con llave, y nada podría sacarlos, al menos que este dispuesta a enfrentarlos, pero no podrá enfrentarlos, por qué ese desgraciado está muerto, pudriéndose en el infierno, al menos eso esperó, por todo, aunque hay cosas que aún no recuerdo bien, hay cosas que olvide y decía la psicóloga que tal vez es lo más fuerte que viví, y la verdad para mí esta mejor, ya que si lo que olvide me atormenta, está bien a si, para que escarbar en el pasado oscuro que tengo, llevo rato en la oficina revisando algunos contratos y probables futuros clientes, veo que son las 2 de la tarde, tocan a la puerta —adelante —entra la secretaria de papá

—Voy a comer, necesita algo más señorita Romano

—No, y dime Sabrina si, hay un restaurante cerca aquí

—Si, al que voy yo, es como una tipo fonda, si gusta la llevo, suelo ir sola

—Me gustaría, ya me dió hambre —la chica frente a mi sonríe, y salimos juntos, veo un auto tapado, y 3 hombres cuidandolo

—Señorita, aquí está su auto —me dan las llaves, y le quitan lo de encima, y dejan a la vista un Bugatti negro, sonrío, este y los Ferrari son mis favoritos desde niña

—Gracias —abro la puerta y le hago una seña a la secretaria para que suba —tu me dices por dónde —me va indicando por dónde, llegamos a un pequeño restaurante y entramos —tu me recomiendas que comer

—Si con gusto, por cierto soy Celina

—Un gusto Celina, se me había pasado preguntarte —despues de comer, salimos de regreso a la empresa, pero una calle antes de llegar, ví por el espejo que nos venían siguiendo, suspiro y mire de reojo a Celina, quien parecía entretenida en su celular —Celina cuando te diga, te agacharas y no saldrás del auto —veo como me mira sin entender, pero tampoco pregunta nada, y lo agradezco, ya que no necesito preguntas ahorita, aceleró y freno de golpe, sintiendo un golpe detrás, saco mi arma personalizada de mi bolso, veo como Celina la mira sorprendida —cierro la puerta y te agachas, y llama a mi padre —esta solo asiente y empieza a llamar, bajo del auto, ya que nadie a bajado, veo como parece que hay dos sujetos, inconscientes, pero podría jurar que ninguno está inconsciente, me acerco a pasos firmes hasta la camioneta y logro ver como el piloto mueve su mano, pongo mi mano en la puerta, la abro —ni se te ocurra, dame las, las dos —tomo sus armas y las pongo en el suelo, los hago bajarse y ponerse de rodillas. —saben es nuevo el auto, y mira ya lo golpearon —dijo algo molesta, estos solo rien

—Papi te compra otro

—Tal vez tengas razón, pero sabes que no hará mi Papi, pero yo si

—¿Qué niña bonita?

—Darles una bala en medio de las cejas, eso —veo como los dos se callan —ahora me dirán por qué demonios me seguían y tienen un minuto —me pongo frente a ellos y estos levantan la cabeza para mirarme, y reconozco a uno, el vivía en el mismo barrio que yo, pero parece que el no le recuerda o solo se hace el idiota —no los escuché hablar —los veo mirarse entre si

—El señor Montenegro

—Cual de los dos

—El jefe, el tío de Isidro

—¿Tío? —pregunto incrédula, creí que era su padre por el parecido.

—Si, dice que la reconoció como la hijastra del hermano de él —senti como se me revuelve el estómago, al oir eso, algunas imágenes se viene a mi cabeza, y esa rabia, enojo se apoderan de mi, miro a los dos tipos, y a uno le doy un balazo en la cabeza y otro en el corazón, matandolo al instante, y al otro que parece estar atónito le doy uno en la pierna

—Le dices a tu jefe que a la otra no le mando a ninguno, y que si quiere saber algo, que venga hasta mi y me lo pregunte, maldito cobarde —en eso sentí unas manos sobre mis hombros

—Vamos amiga

—Monse que haces aquí —siento unas lágrimas sobre mis mejillas

—sube a tu auto, vamos a la empresa, mi papá se encarga de todo —solo asiento y subo al auto, pongo mis manos sobre el volante, apretándolo, poniendo mis nudillos blancos, enciendo y aceleró, me estacionó y suelto un suspiro

—La veo arriba señorita —me dice Celina, y solo asiento sin mirarla, dejo caer mi cabeza sobre el volante, y unas lágrimas empiezan a empañar mi vista, decido solo limpiarlas, no volveré a llorar, por mi pasado, no, mi madre no quiere esto, juro que quien se meta conmigo, lo acabaré, nadie, pero nadie volverá a lastimarme, lo juro, veo como esta Monse mirándome desde afuera, abro la puerta y ella sube al auto

—Vamos a casa si quieres

—No, tengo trabajo aquí, en la noche vamos a un bar

—Perfecto, pero me tendrás el resto del día aquí —solo asiento y después subimos a mi oficina, dónde me interno y me dejó undir entre tanto papel, sin darme cuenta, ya es de noche, casi las 9 de la noche

—Vamos a casa, a cambiarnos y de ahí nos vamos —salimos Monse y yo, y veo que ya no hay nadie, pero no dijo nada, solo sigo caminando hasta la salida, y subir a mi auto.

Alonso Cabrera

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Comments

Solange Fuentes

Solange Fuentes

sin temblaron el pulso, a lo mejor ese pervertido también participaba en las cochinadas que le hacían

2025-09-19

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