Después del entierro de la madre de Sabrina, Leonardo la instalo en su Mansión, le compro ropa y todo lo que una niña de su edad necesitaba, aunque para su sorpresa, Sabrina no quería cosas de niñas de su edad, y el solo la complació, el fin de semana sus padres lo visitaran y su hermano, y ahí les presentará a Sabrina, aún no se a atrevido a leer la carta de su único amor, al cual acaba de decirle adiós, estaba en su despacho, mirando la carta frente a él, se debatía en leerla o no leerla, le daba miedo saber el por qué ella se alejo de él, y le oculto a Sabrina, unos toques en la puerta lo sacan de sus pensamientos —adelante —entra Sabrina y mira a su padre.
—Deberias de leerla papá
—Me asusta
—A mi me asustan muchas cosas, y aún así las he hecho —Leonardo asiente y le hace una seña con la mano para que se acerque, Sabrina se sienta sobre sus piernas y Leonardo le da un beso en la mejilla, Leonardo decide abrir la carta y leerla junto a su hija
Querido Leo, mi gran amor
...Sabes me hubiera gustado poder despedirme de ti, pero lamentablemente las circunstancias no me lo permiten, mis padres no me quieren contigo, y me da miedo que ahora que soy mamá, me lo quiten, ya que mi padre me dijo que si no me alejaba de ti, me la quitaría, y no quiero, es lo único que tengo de ti, del fruto de nuestro amor, ojalá un día me perdones, me mandaron a un lugar horrible y no tengo como comunicarme, pero espero que un día aparezcas y puedas verla, es hermosa, tiene tus ojos azules, y mi cabello rubio, es un ángel, y se llamaba Luna Sabrina, recuerdas que una vez dijiste que ese sería el nombre perfecto para nuestra hija, pues yo lo cumplí, la Luna, la única testigo de nuestro amor, y Sabrina por qué a si, me recordarias siempre, te amo, y jamás deje de amarte, se que el día que la leas, yo ya no estaré, pero se que serás un excelente padre, cuidala si, cuida a nuestra hija, que lleva un pedazo de ambos, y una cosa más, es toda una Romano, creeme, pero noble como yo, se que nos volveremos haber y podremos estar juntos, los amo mis dos grandes amores....
Sabrina se limpio unas lágrimas, y abrazo a su padre, el también la abrazo —ella fue buena —decia Sabrina
—Si, era la mujer más noble que conoci, a todo mundo quería ayudar, y su inocencia era muy obvio, no sabía distinguir lo malo de lo bueno, pero a si como te mostraré a ti, también a ella se lo enseñe, también la enseñe a defenderse
—Y a mi me enseñarás
—Claro que si, pero ahora debemos ir a cenar y después a descansar, a sido un día muy largo salían los dos al comedor, después de la cena, ambos se fueron a descansar.... Todos adoraban a Sabrina, sus nuevos abuelos, su tío, que la llenaba de regalos y la llevaba a pasear y también se había vuelto su entrenador de combate, ya que en eso el era el mejor
—Tio, por qué tú y papá no se han casado
—No, eso jamás, aparte ya tenemos a una mujercita en nuestras vidas, que tiene todo nuestro amor y atención
—Pero no quieres hijos, yo quiero primos
—Sabrina, tal vez en un futuro, por ahora solo entrenemos si —despues de una tarde de entrenamiento, volvían a la casa y Leonardo estaba en el salón viendo algo en una tablet
—Papi —gritaba Sabrina y Leonardo la abrazaba.
—Como les fue hoy
—Bien, es muy buena, de hecho la siguiente semana subiremos el entrenamiento
—Solo con cuidado Lionel
—Papá , deberás confiar en mi —y a si pasaban las semanas, entre clases que Sabrina recibía en su casa, y los entrenamientos, ya con 12 años, ya sabía disparar un arma y empezaba a conocer un poco del negocio de su padre, aunque por ahora debía mantenerse al margen y solo podía disparar si iba de cacería con su tío, y era un acuerdo para ella, ya que Leonardo le prometió dejarla ir a la universidad que ella eligiera, muy pocos sabían de la existencia de Sabrina, para Leonardo era mejor, a si no sería una presa fácil, aunque para tener 12 años, ya se defendía bien, y sabía casi todo, pero no quería que ella sufriera de nuevo, también una psicóloga la veía dos veces a la semana y la estaba ayudando mucho con sus constantes pesadillas, y sus traumas, se veía feliz, como toda una niña de su edad, aunque fue ella quien decidió tener maestros particulares, Sabrina tenía una amiga con la cual recibía las mismas clases, y también le enseñaban a defenderse, era Monse Lucio, hija de la mano derecha y mejor amigo de Leonardo
—Hey Sabrina
—Que pasa Monse
—Lo mismo me preguntó, estás distraída, estás bien
—No, casi es el aniversario de mamá
—Ey, sabemos que ella te quiere feliz, que no
—A si es, ven sigamos con el proyecto.
—Hija, debo salir, pero regreso para la cena —le da un beso en la mejilla a su hija y también a Monse —tu papá dijo que te quedarías
—Si, gracias señor Romano
—Portense bien —salia de ahí, y ellas seguían haciendo su tarea, aunque Sabrina se notaba distraída.
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Comments
Solange Fuentes
Pobre niña! a tan corta edad ha sufrido mucho
2025-09-19
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