LA CORTEZA DEL BAMBÚ HACIA NUESTRO AMOR
Cap 4
El sol se filtraba en haces dorados entre las hojas de bambú que se alzaban a ambos lados del estrecho sendero. El aire estaba cargado de humedad y un silencio profundo, solo roto por el crujir ocasional de ramas y el susurro del viento entre las cañas.
Lucas avanzaba con paso firme, observando cada movimiento de sus caballeros a su alrededor. A su lado, Leonardo y Damien abrían camino, atentos a cualquier peligro. Iris caminaba con cautela, sus ojos escrutaban el follaje como si pudieran ver más allá de lo visible. Celine y Erick seguían cubriendo los flancos, preparados para cualquier emboscada.
Lucas
—Tres días desde que entramos —murmuró Lucas, casi para sí mismo— y parece que no hemos avanzado ni un paso real.
Leo
—Este bosque no es como los mapas. Se mueve, cambia. El terreno no es estable y hay zonas donde el bambú desaparece, dejando paso a otras plantas extrañas. No hay camino claro.
Damien
—Ni siquiera veo signos de la flor que buscamos —agregó Damien, frunciendo el ceño—. ¿Y si esto es solo una leyenda?
Iris
—La magia nunca miente. La flor existe, únicamente debemos encontrarla.
El grupo llegó a un claro pequeño, rodeado de bambús altísimos. El suelo estaba cubierto de un musgo verde brillante y varias flores silvestres que no habían visto antes.
Lucas alzó la voz para llamar atención.
Lucas
—Descansaremos aquí un momento. Es mejor no cansarnos
Los caballeros comenzaron a preparar el campamento improvisado. Iris sacó unas vendas para curar las pequeñas heridas que algunos habían recogido en el camino, mientras Celine observaba el entorno con atención.
De pronto, un ruido sutil llamó la atención de Lucas. Era un crujido, muy leve, pero diferente al sonido habitual del bosque.
Atlas
—¿Lo oyeron? —preguntó en voz baja
Todos se quedaron quietos. Damien desenfundó su hacha, mientras Leonardo levantaba su escudo, atento.
Lucas
—¡Alto! —gritó Lucas—. ¡Prepárense!
De entre las sombras del bambú apareció aquella figura femenina que vieron en su primer dia, ágil y rápida. Su cabello rojo flameaba con la luz, y sus ojos verdes brillaban con determinación. Portaba un arco en la espalda y una daga en el cinturón.
Amber detuvo su avance en seco, sorprendida de ver de nuevamente al grupo armado.
Ambar
—¡No busco pelea! —exclamó, alzando las manos—. Solo estoy explorando.
Leonardo dio un paso adelante con cautela.
Lucas
—¿Quién eres? ¿Qué haces en el bosque? No es seguro para nadie andar solo por aquí.
Ámbar clavó la mirada en él, sin miedo.
Ambar
—Me llamo Ámbar. Este bosque me pertenece, o al menos… es mi hogar.
Damien
—¿“Tu hogar”? Nadie ha vivido aquí por mucho tiempo. ¿Eres una criatura del bosque?
Ámbar respiró hondo y activó un pequeño campo de fuerza a su alrededor. Las armas de los caballeros rebotaron contra una barrera invisible.
Lucas
—¡Bajen las armas! —ordenó Lucas, dando un paso al frente—. No sabemos quién es realmente.
La tensión creció en el claro, como una cuerda a punto de romperse.
Celine
—¿Qué poderes tienes? —preguntó Celine, observándola con curiosidad y precaución.
Ámbar bajó su escudo con lentitud y decidió cambiar el tema.
Ambar
—No busco pelea. Solo quiero vivir en paz.
Pero antes de que alguien respondiera, un ruido fuerte vino desde la espesura: un rugido profundo que hizo temblar las hojas de bambú.
Lucas
—¡Prepárense! —gritó Lucas—. Algo se acerca.
De la maleza emergió una criatura enorme, parecida a un oso, pero con escamas y ojos amarillentos que brillaban en la sombra. Su aliento era caliente y sus garras, afiladas como cuchillas.
Ámbar reaccionó de inmediato, saltando hacia un lado y tomando una rama gruesa para usar como arma improvisada.
Los caballeros formaron círculo, listos para la pelea. Lucas sostuvo su espada con firmeza, mirando a Ámbar con un brillo extraño en los ojos.
Lucas
—Si luchamos juntos, podremos salir de esto —dijo, con voz intensa.
Amber asintió y, con una agilidad sobrenatural, saltó entre la criatura y Lucas, golpeándola con fuerza.
La batalla fue rápida pero feroz. La criatura rugió, atacando con fuerza, pero el trabajo en equipo y la habilidad de Amber para esquivar y contraatacar hicieron la diferencia.
Finalmente, la bestia cayó, derrotada, y el silencio volvió a envolver el bosque.
Lucas respiró agitadamente y se acercó a Amber.
Lucas
—No esperaba que alguien más pudiera enfrentarse a eso —dijo con una sonrisa cansada.
Ella le devolvió la mirada, un poco sorprendida por la sinceridad en su voz.
Ambar
—No soy solo alguien cualquiera —respondió ella, con un toque de orgullo—. Y tampoco estoy aquí por accidente.
Lucas se quedó pensativo, luego añadió:
Lucas
—Entonces, tal vez no debamos ser enemigos.
Lucas
—Por ahora, solo una tregua.
Los caballeros bajaron las armas y el grupo se reunió para descansar. En el fondo, tanto Lucas como Amber sentían que ese primer choque era solo el inicio de algo mucho más grande.
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