LA CORTEZA DEL BAMBÚ HACIA NUESTRO AMOR
Cap 3
El salón del trono estaba bañado por la tenue luz del atardecer que se colaba entre las grandes cortinas doradas. El aire olía a incienso y a madera pulida. En el centro, sobre un estrado elevado, el rey Armand contemplaba con el ceño fruncido una carta que le había entregado su maga Celestia esa misma mañana.
El Rey
—Esta flor… Noctulya —dijo con voz profunda—, es la última esperanza para la reina.
Su mano apretó el pergamino con fuerza. La enfermedad de la reina Leandra avanzaba, y su cabello, que alguna vez fue negro como el azabache, comenzaba a decolorarse, tornándose en mechones grises.
Lucas
—¿Está seguro, padre, de que la flor crece en el bosque de bambú? —preguntó Lucas, su hijo del medio, impaciente y decidido, que apoyaba la palma sobre la mesa frente a ellos.
El Rey
—La maga no tiene dudas —respondió el rey—. Florece solo en la noche, en lo más profundo del bosque, donde la luz de la luna toca las hojas más altas del bambú.
El Rey
—Por eso he convocado a los seis caballeros más fuertes y leales del reino —dijo el rey—. Son ellos los que irán. Y con ellos irá Lucas, quien liderará la misión.
Los caballeros hicieron una reverencia al entrar en ese momento. Sus armaduras brillaban con reflejos dorados y verdes, y cada uno cargaba armas de gran tamaño y apariencia imponente.
Leo
—Su majestad —dijo Leonardo, el más corpulento de los caballeros, con voz grave y segura—, estamos listos para partir en cuanto usted nos lo ordene.
Argus
—Que no se le olvide, hermano —añadió Argus con una mirada incisiva a Lucas—, que el deber es lo primero. Nada de aventuras imprudentes.
Lucas frunció el ceño pero no respondió. Iris, la caballera curandera, con su porte sereno y ojos profundos, tomó la palabra:
Atlas
—La flor Noctulya es un misterio para nosotros, pero debemos confiar en la magia de Celestia y en las habilidades de este grupo. La salud de la reina depende de ello.
Damien, el experto en armas pesadas, cruzó los brazos y agregó con cierta ironía:
Damien
—Y que ninguno de nosotros olvide que el bosque no es solo bambú. Hay leyendas de criaturas que custodian esos territorios.
Celine
—Historias para asustar a niños —replicó Celine, la joven telequinética, con una sonrisa ladeada—. Pero, por si acaso, mejor no confiarse.
Erick, el más sensible y empático del grupo, miró a Lucas con preocupación.
Erick
—Príncipe, es un honor tenerlo como líder, pero debemos ser cuidadosos. Los caminos que aún no hemos recorrido esconden más que plantas y árboles.
Lucas
—Lo sé —respondió Lucas, su voz firme pero con un dejo de vulnerabilidad que solo pocos notaron—. No solo es la flor, es el destino de todos nosotros… y de alguien muy especial para mí.
El silencio se tornó pesado. Nadie preguntó directamente, pero en el aire flotaba una mezcla de respeto y curiosidad.
El rey asintió con gravedad.
El Rey
—Entonces, mañana al amanecer partirán hacia Lihaô. El pueblo cercano al bosque. Allí podrán descansar y abastecerse antes de entrar.
La princesa Eliss, la menor de los hijos reales, entró silenciosamente y se acercó a Lucas.
Eliss
—Cuida de mamá, hermano —susurró con voz dulce—. Te espero con su recuperación.
Lucas sonrió, mostrando una leve sonrisa que no se le veía a menudo.
Lucas
—Haré todo lo posible, pequeña.
Leonardo puso la mano firme sobre el hombro de Lucas.
Leo
—Confía en nosotros. Traeremos esa flor, cueste lo que cueste.
Esa noche, mientras la luna creciente se alzaba en el cielo, el grupo se preparaba para la travesía. Las armaduras y armas relucían bajo las antorchas, y en el ambiente había una mezcla de temor, esperanza y un extraño sentimiento que solo Lucas parecía comprender.
Mientras tanto, en algún lugar del bosque de bambú, Amber—la nueva dueña de ese cuerpo—observaba las estrellas y se preguntaba qué misterios y peligros le aguardaban. La historia que Eunice había escrito comenzaba a entrelazarse con una realidad que ninguna de las dos había previsto.
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