Llegaré tarde

...Lucía ...

Es una mañana como cualquier otra, para Lucía, son un poco más de las 8 de la mañana, se despide de su madre y después, sale de aquel edificio viejo dónde vive. Va en busca de un nuevo trabajo, pues hace un par de años atrás fue despedida injustamente de una prestigiosa empresa donde la cual le negaron una buena carta de recomendación y debido a eso no ha podido conseguir un nuevo empleo. Ha tenido que trabajar en diferentes oficinas centros comerciales, para poder obtener un par de cartas de recomendación, está cargada con una mezcla de nerviosismo, y a la vez esperanza.

Mientras cruza la ciudad en busca de empleo. Su cabello, recogido en un moño improvisado, deja escapar mechones que enmarcan su rostro cansado, pero determinado. Viste un conjunto sencillo algo desgastado, de su hombro cuelga su bolso de trapo algo viejo, una carpeta en sus manos que contiene su currículo y la lista de empresas donde tiene planeado dejarlos. Cada paso que da, es un recordatorio de lo difícil que se ha vuelto su vida desde que perdió su anterior trabajo.

La ciudad, es inmensa y bulliciosa parece no darle tregua, a su alrededor, las personas caminan de prisa, los autos rugen con impaciencia, y los semáforos cambian de color como. Sí compitieran con el tiempo. Lucía avanza con determinación, ignorando el peso de las miradas indiferente y las pequeñas humillaciones cotidianas que conlleva a ser una más entre los millones de personas que luchan por sobrevivir.

Ese día tiene una entrevista está programada en un edificio corporativo en el corazón del distrito financiero. Había repasado todas las posibles preguntas que podrían hacerle, memorizando datos de la empresa y visualizando una versión de sí misma segura y profesional, aunque en su interior sintiera que todo depende de un hilo. Al cruzar una de las avenidas principales, un destello de preocupación cruzó por su mente: el tiempo. No podía llegar tarde, no podía dar una mala impresión. Aligero el paso, sin prestar demasiada atención al tráfico que la rodeaba.

En ese preciso instante, un automóvil de lujo irrumpió en la escena. Era un Royce rolls, color negro, brillante, con líneas que parecían diseñadas para intimidar. El rugido del motor era ensordecedor, y su velocidad era excesiva, para la zona urbana. Al volante, un hombre que parecía encarnar, todo lo que Lucía nunca había tenido: poder, riqueza y una arrogancia desbordante. Él era Cristóbal Devereaux, el empresario más rico y temido de la ciudad. Su rostro ahora marcaba líneas duras y una expresión impecable, no mostraba rastro de emoción mientras hablaba por él manos libre de. De su teléfono, dando órdenes que sonaban más como decretos.

Cristóbal no notó a Lucía hasta que fue demasiado tarde. Ella, distraída por sus pensamientos y la prisa, cruzó sin mirar. Un frenazo ensordecedor rompió el caos habitual de la ciudad, seguido del impacto que lanzó a Lucía por los aires. El mundo pareció detenerse. Por un instante. El aire se llenó de murmullos, y los que transitaban se agruparon alrededor de la escena.

El cuerpo de Lucía cayó al duro pavimento, su carpeta voló por los aires esparciendo las hojas en el pavimento. Solo los murmullos de los presentes se podía escuchar.

-- ¡O por dios! ¡Está muerta! --

    -- Es apenas una niña. --

-- Pobre chica. --

Eran las palabras de los presentes. En un último suspiro de aliento, su último pensamiento de Lucía fue. -- "Voy a llegar tarde a mi entrevista" -- Antes de perder totalmente el conocimiento. Después de permanecer Cristóbal unos minutos dentro de su auto, descendió, cerrando la puerta del auto con un golpe seco. Vestía un traje impecable, oscuro y perfectamente entallado, con un reloj que costaba más de lo que Lucía había ganado en toda su vida. Su rostro no mostraba ni un poco de empatía mucho menos de preocupación. En lugar de preguntar cómo estaba la chica que acababa de atropellar, Cristóbal Devereaux, se limitó a mirarla con una mezcla de irritación y desprecio al voltear a ver a su auto que había sido golpeado por el impacto el cuerpo de Lucía.

Qué, sin la más mínima preocupación. Si la víctima se encontraba bien.

--- ¿Es que no miras por dónde caminas? --

Dice con voz fría y autoritaria como. Sí Lucía le fuera a responder, los ojos de Cristóbal ni siquiera voltearon a ver el cuerpo de Lucía, ni siquiera se había dado cuenta que ella estaba inconsciente. Sacó su teléfono y de inmediato le llamó a su asistente personal.

-- Necesito que te encargues de un problema, atropelle a una persona. --

Dejando en claro que no pensaba lidiar, personalmente con el asunto, justo en esos momentos llegan los paramédicos, para atender a Lucía. Cristóbal en cuanto los ve se da media vuelta, y cuando está a punto de abrir su auto le dicen.

       -- ¿Acaso no de has dado cuenta que la chica, está inconciente? --

Pero Cristóbal ignoró a la persona que le habló y no se hicieron esperar los murmullos de los curiosos aumentaron, pero Cristóbal, los ignoró por completo. Él no era un hombre acostumbrado a que alguien lo desafiará y que mucho menos que se dirijieran a él como si lo conocieran. --- No tengo tiempo, para esto. --- dijo secamente, y sacando nuevamente su teléfono. -- Retrasa mi junta unos minutos llegaré un poco tarde. --

Mientras que los paramédicos, hacen todo lo posible. Para salvarle la vida a Lucía. Y unos segundos después, su abogado y su asistente llegaron rápidamente, enseguida, le ordenó a uno de sus asistentes que llegó corriendo desde otro auto, que resolviera la situación. -- Ve con ellos al hospital, cuando esté consciente hazla que te firme un acuerdo y asegúrate de que no cause problemas. -- Dijo con frialdad antes de volver a su auto, como si el incidente no hubiera sido más que una molestia menor, en su apretada agenda.

El rostro de Lucía, pálido, su ropa manchada de sangre era símbolo por lo que había pasado aquella mañana en un momento de distracción. Lucía había tenido un terrible accidente. Una persona entre todos los presentes le gritó.

 -- Usted no tiene corazón señor Cristóbal Devereaux. Como puede dejar a esa pobre chica abandonada que está al borde de la muerte. --

Cristóbal respondió, rugiendo como si su voz en esos momentos se hubiera convertido en la de una fiera salvaje.

¿Qué pasará, con Lucía? ¿Logrará sobrevivir al accidente? ¡Se hará cargo Cristóbal de los gastos de Lucía!

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Comments

Nancy Granadillo

Nancy Granadillo

buen día autora secq es una novela y en ellas hay todo tipo de drama xq a los villanos lo odiamos jaja peroxfavpr tampoco una arrogancia de ese modo es un inhumano está bn q tenga todo el dinero pero la humildad es lo más bonita de un ser humano entonces q va a pasar q después q la umille bastante sale enamorado no vl Dtb estoy q lo mato jajaja éxito

2025-08-07

3

Maya

Maya

Es un desgraciado ese hombre debería desquitarse todo su rencor y enojo con la mujer que lo dejó no con otros de seguro esa mujer a de estar feliz porque no la busca y le hace pagar a ella lo que le hizo

2025-08-07

1

Jesus Castro Montero

Jesus Castro Montero

Este Cristobal es un arrogante de marca mayor que se piensa este que por que tiene dinero puede humillar y maltratar a la chica que esta inconsciente y que no sabe si va a morir ho vivir

2025-08-21

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