Los días siguientes fueron extraños. Sebastián comenzó a faltar a sus encuentros habituales, y cuando Valerie iba a buscarlo a su mansión, siempre estaba "ocupado" con clases o responsabilidades.
El primer día que Sebastián no apareció bajo el roble, Valerie esperó durante tres horas. Cuando finalmente se rindió y regresó a casa, se sintió más confundida que molesta.
Al segundo día, decidió ir directamente a la mansión Cross.
-Buenos días, señora Cross- saludó Valerie educadamente cuando la madre de Sebastián la recibió.
-¡Valerie, querida! Qué sorpresa- Lady Cross sonrió, pero había algo forzado en su expresión. -¿Vienes a ver a Sebastián?
-Sí, se suponía que nos encontraríamos esta mañana, pero no apareció.
Lady Cross intercambió una mirada con su esposo. -Me temo que Sebastián está muy ocupado con sus nuevos tutores. Su padre ha decidido intensificar su educación.
-¿Tutores nuevos?- preguntó Valerie, confundida. -Pero si siempre estudiábamos juntos...
-Ahora que Sebastián tiene... nuevas responsabilidades- interrumpió Lord Cross, -pensamos que sería mejor que se enfoque en materias más específicas.
Valerie sintió un nudo en el estómago. ¿Se referían al matrimonio?
-¿Podría hablar con él solo un momento?
-Está en una lección muy importante- dijo Lady Cross. -Tal vez otro día, querida.
Al tercer día, Valerie decidió esperarlo en el establo. Cuando Sebastián finalmente llegó, parecía más sorprendido que feliz de verla.
-Val, ¿qué haces aquí?- preguntó, su tono más frío que de costumbre.
-Te estaba esperando- respondió ella. -Has faltado a nuestros encuentros y quería asegurarme de que estuvieras bien.
Sebastián evitó su mirada, concentrándose en colocar la montura a su caballo. -Estoy bien. Solo... ocupado.
-¿Ocupado con qué? Nunca antes habías estado demasiado ocupado para al menos mandarme un mensaje.
Sebastián se detuvo, sus manos temblando mientras ajustaba las riendas. -Las cosas han cambiado, Valerie.
-¿Por el compromiso?
Él finalmente la miró, y había algo diferente en sus ojos. -Sí, por el compromiso.
-Seb, hablamos de esto. Dijimos que podíamos hacer que funcionara.
-No, tú dijiste eso- la corrigió, montando su caballo. -Yo nunca estuve de acuerdo.
-Entonces, ¿qué? ¿Vas a evitarme por los próximos seis años?
Sebastián miró hacia el horizonte. -Tal vez sería mejor si nos distanciamos un poco. Para acostumbrarnos a los cambios que vienen.
-¿Acostumbrarnos a qué cambios? ¡Somos los mismos de siempre!
-No, no lo somos- dijo Sebastián tristemente. -Ya no podemos serlo.
Con eso, le dio una señal a su caballo para avanzar y se alejó, dejando a Valerie con lágrimas en los ojos.
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Elizabeth notó el cambio inmediatamente cuando llegó al día siguiente.
-¿Dónde está Sebastián?- preguntó al encontrar solo a Valerie bajo el árbol, con los ojos rojos.
-Está... ocupado- murmuró Valerie.
-Val, te conozco desde que tenemos ocho años. Sé cuándo has estado llorando- Elizabeth se sentó junto a su amiga. -¿Qué pasó?
Valerie dudó. Sus padres le habían dicho que no mencionara el compromiso, pero se sentía tan sola.
-Es complicado.
-¿Tuvieron una pelea?
-Más bien... él decidió que necesitamos distancia.
Elizabeth frunció el ceño. Sin embargo, en el fondo, sintió una pequeña chispa de esperanza que la llenó de culpa.
-¿Quieres que hable con él?- ofreció Elizabeth.
-No- respondió Valerie. -Creo que necesita espacio.
Pero no era espacio lo que Sebastián necesitaba. Era escapar de la realidad de que su vida había sido planeada sin su consentimiento, y que la persona más importante para él ahora se sentía como una obligación.
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