Capítulo 3 - El Encuentro Incómodo

Valerie despertó al día siguiente con una sensación extraña en el estómago. Por primera vez en años, tenía nervios de ver a Sebastián. Se vistió con más cuidado del usual, eligiendo un vestido verde que sabía que le quedaba bien, aunque no estaba segura de por qué le importaba.

Llegó al lugar de encuentro habitual - el gran roble - y encontró a Sebastián ya allí, pero algo era diferente. Estaba sentado con la espalda rígida, mirando hacia el horizonte en lugar de subido en las ramas como siempre.

-Buenos días- dijo Valerie con una sonrisa tentativa.

-Buenos días- respondió Sebastián sin mirarla, su voz sonando extrañamente formal.

Valerie se sentó a su lado, pero él se movió ligeramente, creando más distancia entre ellos. El gesto fue sutil, pero ella lo notó.

-Entonces... supongo que ya sabes lo del matrimonio- dijo finalmente.

-Sí- respondió Sebastián secamente. -Ya sé.

El silencio se extendió entre ellos de una manera que nunca había sucedido antes. Valerie jugueteó con sus manos, buscando las palabras correctas.

-Seb, no tiene que cambiar nada entre nosotros- dijo suavemente. -Seguimos siendo los mismos. Seguimos siendo mejores amigos.

Sebastián finalmente la miró, y había algo en sus ojos verdes que ella no reconocía. -¿En serio, Val? ¿Crees que nada va a cambiar?

-Bueno... no inmediatamente- admitió Valerie. -Pero no veo por qué tendría que arruinar nuestra amistad.

Sebastián se rió, pero no era su risa usual. Era amarga. -¿Estás hablando en serio? ¡Nos van a casar, Valerie! ¿Cómo se supone que voy a actuar normal sabiendo eso?

Valerie se sintió herida por su tono. -Pensé que... pensé que tal vez te alegraría un poco. Quiero decir, si tenemos que casarnos con alguien por obligación, al menos es con alguien que ya conocemos y... queremos.

-¿Queremos?- repitió Sebastián, poniéndose de pie bruscamente. -Val, yo te quiero como una mejor amiga, no como... ¡como una esposa!

Las palabras dolieron más de lo que Valerie esperaba. -Yo también te quiero como mi mejor amigo- murmuró. -Pero eso no significa que no podamos hacer que funcione.

-No quiero hacer que funcione- dijo Sebastián. -Quiero que las cosas sigan como estaban.

-Pero no pueden- dijo Valerie, también levantándose. -Sebastián, esto ya está decidido. Nuestros padres...

-¡Al diablo con nuestros padres!- explotó Sebastián, volviéndose hacia ella con furia. -¡Decidieron nuestras vidas sin preguntarnos! ¿Y tú simplemente lo aceptas?

Valerie retrocedió, nunca había visto a Sebastián tan enojado. -¿Qué otra opción tenemos?

-¡Luchar! ¡Negarnos! ¡Algo!- gritó él.

-¿Y luego qué? ¿Arruinar las alianzas de nuestras familias? ¿Causar un escándalo? Sebastián, tienes que ser realista.

-No quiero ser realista- murmuró Sebastián, la furia desvaneciéndose y siendo reemplazada por algo que parecía desesperación. -Solo quiero... solo quiero que algo tan importante no sea tomado a la ligera.

Valerie se acercó a él, extendiendo su mano. -Aún podemos serlo.

Pero Sebastián se alejó antes de que pudiera tocarlo. -No, Val. Ya no podemos. Todo ha cambiado.

Con eso, Sebastián se alejó, dejando a Valerie sola bajo el árbol por primera vez en años.

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