Massimo Messina
Su expresión y la forma en la que abre esos preciosos ojos me hace saber que está asustada.
Aterrada de mí.
Pero casi tan rápido como apareció, ese miedo se desvanece por completo y voltea a mirar al imbécil, que la mira como si fuera un ángel caído del cielo.
–Mi amor, déjame presentarte a mi primo –dice con una sonrisa tirando de esos labios sabor a fresa.
–¿Primo? –pregunto asqueado con la palabra.
Desde que comenzamos a enrollarnos le prohibí que me dijera primo, porque eso solo hacía que todo pareciera mucho peor de lo que fue.
–Massimo Messina –me presenta y caigo nuevamente por la forma en que pronuncia mi nombre, como una oración dicha por una persona que ha encontrado la fe después de presenciar un milagro.
–Primo, este es mi novio. Travis Morel –dice, pero no volteo a mirarlo. Mis ojos siguen prendados de la belleza frente a mis ojos.
–Tres años –digo con reproche.
–Sí, tres años –devuelve antes de saludarme con un beso en mi mejilla, que me sabe a migajas. Sobre todo, que yo sé a qué saben sus besos. A adrenalina pura.
Un sabor delicioso y adictivo. Un sabor que ese imbécil estaba disfrutando hace unos segundos.
Tomo su brazo. –Tenemos algo que hablar en privado –espeto sin darle una mirada al pedazo de mierda que está a su lado.
Eva se gira hacia su dizque novio y el rostro de ambos se ilumina. Todos los músculos de mi cuerpo se tensan. Antes el rostro de Eva solo se iluminaba en mi presencia y también cuando le comía ese delicioso coño y la hacía llegar una y otra vez.
–Puedes decirme cualquier cosa delante de Travis –susurra con una sonrisa, sin despegar sus preciosos ojos del idiota.
–Creo que esto es algo que solo nos concierne a ambos –empiezo mientras cuento mentalmente hasta diez para evitar subírmela a los hombros y correr lo suficientemente lejos para que ese imbécil no pueda volver a mirarla y mucho menos tocarla.
Eva es mía. Siempre me ha pertenecido y siempre lo hará.
–Eva –siseo su nombre.
–Massimo –devuelve con humor mientras se hace más pequeña en los brazos de su novio.
–¿Es otro Iván? –pregunto con ira.
Los ojos de Eva se oscurecen cuando me miran, con rabia y con culpa.
–No lo soy –responde el pusilánime a su lado–. Eso puedes apostarlo –agrega.
Él sabe quién fue Iván. Eva confía en este hombre.
Todo dentro de mí se retuerce de forma desagradable, pero me obligo a sonreír.
–Me alegra escuchar eso –miento–. Pero en serio necesito hablar con mi prima –mascullo, odiando la palabra–, a solas.
–La cena estará lista en unos minutos.
Todos nos giramos para ver a mi tía Inés caminar hacia nosotros.
–Theo está llegando –anuncia mi tío.
Eva corre hacia el garaje, con el idiota siguiendo sus pasos, y pierdo la oportunidad para hablar con ella. Y cuando veo entrar a Stefy a la casa, sé que esta noche no podré acercarme. Sus ojos grises se clavan con ira en los míos.
Pasa a mi lado y me susurra. –Recuerda que tengo tus bolas en mi mano, primo –sisea–. Si arruinas esto para Eva, te despellejaré vivo.
–No arruinaré algo que ya está arruinado. Ese hombre no es para Eva –susurro–. Incluso tu hermana tendrá que darse cuenta en algún momento.
–Ese no es tu maldito problema, Massimo –espeta–. No te atrevas a acercarte a ella o yo misma te arrancaré la polla, ¿estamos claro? –pregunta antes de caminar al coro de risas que vienen del garaje.
La ira arde en mi garganta. Stefy y Venecia me tienen harto. No me han dejado acercarme a Eva a punta de amenazas.
He pensado ciento de veces mandarlas a la mierda e ir por mi chica, pero no lo hago porque sé que lastimaré a mis padres. Ellos no criaron a un monstruo. Ellos no criaron a un hombre que puede excitarse tan solo viendo a su prima. Es enfermizo, es vergonzoso.
Eva hierve mi sangre con tan solo existir.
Mi cabeza se inunda de imágenes de ella desnuda en mi cama con sus ojos preciosos pendientes de mí, aferrándose a mis brazos mientras se corre salvajemente, haciéndome sentir que soy el hombre más afortunado del mundo.
Pero claro, después de esa liberación de endorfinas venía la culpa y la alejaba cuando me sentía asqueado por lo que hacíamos. Desde la primera vez que cruzamos la línea me he sentido así. Y ambas emociones, el deseo crudo y la culpa, no han hecho más que crecer con el tiempo. Incluso con la distancia.
Desearnos de la manera en que lo hacemos no es natural, no es sano. No es permitido. Está mal. Pero maldita sea no puedo controlar mi cuerpo cuando estoy a su alrededor.
Theo golpea mi hombro cuando me ve. –Al fin está en casa.
Asiento y me obligo a sonreír cuando todos pululan a su alrededor, sobre todo, sus sobrinos, Ben y Ely, quienes se pelean por llamar su atención.
Eva se inclina para hablar con Ely y mis ojos van a su delicioso trasero y luego a la expresión de amor en su rostro.
–Parece que el hombre está enamorado –dice Theo mirando a Travis–. Es bueno saber que mi hermana está en buenas manos.
Miro al idiota y me rehúso a creer eso. Ese imbécil nunca podrá mantener a una mujer como Eva, con un espíritu rebelde y una sensualidad exquisita, feliz.
Mi tía nos invita a sentarnos en el comedor y mientras la cena trascurre, mis ojos se deleitan en Eva, en cada expresión dibujada en su rostro. En cada movimiento. En cada respiración.
Sí, definitivamente un hombre como Travis nunca podrá apreciar a una mujer como mi chica. Nunca podrá amarla como ella se merece.
El idiota se levanta de la mesa, abruptamente, y todos lo miramos.
–Eva –la llama y luego se arrodilla delante de ella.
Todo el mundo queda en silencio mientras mi corazón comienza a latir furiosamente dentro de mi pecho.
–¿Travis? –pregunta ella incomoda–. ¿Qué…?
El idiota toma su mano. –Te amo, mi pequeña, y aquí, delante de toda tu familia, me gustaría pedirte que seas mi esposa.
Me levanto de mi silla para impedir esta locura, pero antes de poder moverme, Eva asiente y se lanza a sus brazos.
–Claro que sí, mi amor. Te amo, seré tu esposa –dice y siento como todo el suelo tiembla bajo mis pies.
Todos se levantan a felicitarlos, mientras mi mundo colapsa.
Mírame, Eva. Mírame, maldita sea, pienso con fervor.
Pero no ocurre, Eva ahora solo tiene ojos para su futuro esposo.
Algo dentro de mí se rompe cuando veo que otro hombre puede hacerla feliz.
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Comments
🇲🇽Lety 💞🌛🌹
hay muerda savia,lo savia que ibas a ser no odiarlo tanto, claro el lo ve mal prohibido el amor que le tiene es su prima familia, no es de sangre pero así se lo enseñaron desde pequeños que se devén ver como familia y el no puede decepcionar a sus padre a sus tíos hay quiero ir a consolar y resetearle el Windows y decirle que no hay lasos genéticos entre ellos
2025-08-03
7
Isabel Balbuena
así es massimo hay alguien que le da amor, no tiene miedo, no la esconde, no se arrepiente de estar con ella y es su lugar seguro.... y ese es Travis ya que tú no has hecho nada por ella más que solo lastimarla....
2025-08-03
10
Dulce María Canelon Marin
a mí parecer el no tiene tooodaaa, la culpa, yo entiendo el que uno como hermana(o) quiere lo mejor para los nuestros pero las hermanas de Eva debieron dejar que ellos arreglen sus problemas alomejor si se hubieran acercando capaz hubiesen podido arreglar sus cosas o por lo menos ayudarse uno al otro en sus traumas
2025-08-06
3