¿Buen anfitrión?

Nico Messina

Me apresuro al avión cuando veo a una mujer rubia bajando la escalera con un niño igual de rubio que ella.

Podría estar descansado después de partirme el lomo cinco años sin un puto día de descanso. Podría estar disfrutando de la hacienda que compré hace dos meses. Podría estar descansado en mi sala, o quizá hacer uno de los cientos de arreglos que tengo que hacer en mi nuevo hogar, pero no, por supuesto que no.

El descanso no se inventó para mí.

Y tampoco podría decirle que no a pequitas o a su esposo.

Y es por ese motivo que estoy un domingo en el aeropuerto quemándome bajo los cincuenta grados de calor, en vez de estar nadando en mi enorme piscina.

Cuando Vanity se acerca puedo ver los moretones decorando su rostro de una forma grotesca.

Bueno, supongo que tampoco soy la clase de hombre que podría decirle que no a una mujer que necesita ayuda.

–Soy Nico Messina –me presento.

Los ojos oscuros de la mujer se abren sorprendidos.

–¿Hablas inglés? –pregunta aliviada.

–Lo hago. Italiano también –digo–. Y español, pero algo me dice que no es tu fuerte.

–No lo es –dice mientras se acomoda la peluca que su hijo no deja de tirar–. Este es Georgie –lo presenta.

Me obligo a sonreír. No me gustan los niños. Tenía problemas para soportar a mis propios primos. Pequitas fue la excepción de mi regla de cero contacto con niños que no saben hablar, porque la pequeña gusanita me seguía a todas partes.

–Tenemos que irnos –digo y tomo la maleta que la azafata me entrega–. ¿Esto es todo?

Sus ojos se nublan por unos segundos. –No tenemos nada. En esa maleta están las cosas que Mauro me entregó.

Asiento y subo su maleta al asiento trasero de mi Jeep.

–Sube –le ordeno.

Me obligo a mantener mi sonrisa falsa en su lugar cuando Vanity se sienta con su hijo adelante.

–Creo que eso va en contra de las leyes –digo.

–Sí, pero no tienes una silla, estará mejor en mis brazos –dice antes de quitarle otro mechón de la peluca a su hijo, quien parece estar obsesionado por arrancársela de la cabeza.

–Mami, no –chilla con fuerza.

–Cielo, no –le dice con paciencia y yo me obligo a ignorarlos y salir del aeropuerto.

Hoy tengo que instalar dos puertas y una ventana y también tengo que instalar a mis invitados.

Y quizá debería cocinarles algo.

Mierda. ¿Qué se supone que come un niño tan pequeño?

–No tengo palabras para agradecer lo que estás haciendo por nosotros.

–Lo estoy haciendo por pequitas –digo y cuando su ceño se frunce en confusión me apresuro en agregar: –Mi prima. Venecia.

–Ah, la esposa de Mauro –susurra con resignación y todos los pelos de mi nuca se erizan.

–¿Ustedes dos fueron novios? –pregunto por cortesía.

–Lo fuimos, hace muchos años.

–Mauro está casado –digo con más fuerza de la necesaria–. Está casado con mi prima, y ella no es de las mujeres que se hacen a un lado cuando hay otra mujer acechando a su marido.

La mujer a mi lado palidece. –Yo no…

–Un consejo, no jodas a pequitas, tiene garras y sabe usarlas –advierto.

–Yo no… Mauro y yo… Eso está acabado. No soy ese tipo de mujer –agrega en una carrera.

–Yo solo decía… –digo antes de concentrarme en tomar la salida hacia la autopista–, que Pequitas es peligrosa –agrego con una sonrisa al recordar a mi prima.

Mierda. Quería ir a visitarla a Milán para conocer a mi sobrino, pero imagino que eso tendrá que esperar hasta que mis invitados estén instalados.

–Mami, no –vuelve a gritar el niño.

Vanity suspira antes de quitarse la peluca y entregársela a su hijo.

Su cabello oscuro y rizado cae en ondas por su espalda como una hermosa cascada.

–¿Está encendido el aire acondicionado? –pregunta mientras levanta su cabello con la mano que no está sosteniendo al pequeño demonio.

–Sí, esto es Culiacán, te acostumbrarás.

Sus ojos oscuros me miran incrédulos.

–Nací en Londres –dice a modo de disculpa.

–Sí, bueno, yo nací en el infierno –digo apuntando a nuestro alrededor–. Las temperaturas rondan los cuarenta y cinco grados en un día agradable.

Vanity me mira con una pizca de temor, pero luego me mira con resolución.

–Eso no será un problema –me asegura–. Y esto no es el infierno, créeme, vengo de él.

Mis ojos navegan por los moretones en su rostro. –Dime que al menos le devolviste uno de esos golpes.

–Oh, lo hice –responde antes de besar la frente del pequeño demonio, quien está succionado el cabello de la peluca.

–Bien por ti –digo antes de tomar el desvío hacia la hacienda–. En cuarenta minutos estaremos en la hacienda –agrego cuando un olor nauseabundo inunda el auto.

–Necesito cambiarle el pañal –dice con un mohín mirando al pequeño demonio que creó.

Abro las ventanas de mi auto, desesperado por airear el lugar.

–Huele peor que la mierda de mis animales –me quejo–.¿No lo tienes, ya sabes, entrenado?

–¿Entrenado? –pregunta arrugando su frente.

–Sí, entrenado –digo mientras me orillo en la carretera–. ¿Todavía no te avisa cuando quiere hacer? –pregunto cuando me detengo.

–¡No es un perro! –devuelve con indignación.

Pienso en Lucky. –No, no lo es. Un perro al menos avisa –digo antes de salir del auto y escapar del olor vomitivo.

He visto a un hombre orinarse y cagarse encima cuando no tolera bien el dolor, pero incluso eso es mejor que el olor que sale de ese niño.

¿Qué mierda le dará de comer?

Me sacudo para intentar eliminar el olor, pero no tiene el resultado que espero. Ese hedor se quedó grabado en mi cerebro.

Vanity sale con su pequeño demonio y lo acomoda sobre el capot.

–Lo sé, lo sé, el sol quema –arrulla a su criatura.

El pequeño lanza patadas mientras su madre lucha para cambiarle el pañal radioactivo. Enormes gotas de sudor cubren su rostro y la cima de sus pechos.

–Tendrás que acostumbrarte –le digo cuando la observo secarse el sudor de su frente.

–Tú también –dice cuando termina. Se acerca con el pañal usado y retrocedo como si me estuviera apuntando con un arma–. ¿Dónde lo dejo?

–Lánzalo lo más lejos posible de mí y de mi auto –devuelvo.

Sonríe antes de lanzarlo a mis pies.

El niño suelta una risotada cuando comienzo a maldecir en español, furioso con Vanity y asqueado con la mancha color mostaza en mi zapato.

Me quito el zapato y lo lanzo con todas mis fuerzas.

–¿Qué mierda? –le pregunto mientras me obligo a contar hasta diez.

–Me dijiste que lo lanzara –dice antes de subirse al auto.

–¡Te dije que lo lanzaras lejos de mí! –le grito antes de cerrar la puerta de un portazo–. Espero que estés contenta.

–Muy contenta –devuelve con una sonrisa que quisiera borrar de su rostro vende portadas.

–Y tú, engendro del mal –siseo–, espera a llegar a tu propia habitación antes de cagarte encima.

–No. No. No –dice golpeando el aire mientras burbujas de saliva salen de su boca.

–Su nombre es Geogie –dice Vanity mirándome con desdén.

–Me importa una mierda –gruño antes de incorporarme a la carretera y acelerar hacia la hacienda.

*****

–Vaya –susurra Vanity cuando entramos al camino–. Es muy espacioso.

Gruño como respuesta.

Estaciono bajo el garaje a medio terminar y me apresuro a abrirle la puerta.

–Mira donde pisas –le aconsejo mientras sus ojos navegan por el lugar cubierto de madera, tornillos, clavos y herramientas–. La casa no está mucho mejor.

Vanity sostienen al pequeño demonio más cerca de su pecho.

–¿Estás remodelando?

Asiento distraído mientras tomo su mano para ayudarla a caminar sobre un lote de ladrillos.

–Puedo ayudar –dice mientras sus enormes pestañas proyectan una sombra sobre sus mejillas.

Miro sus brazos delgados. –No lo creo.

–Soy fuerte.

–Si tú lo dices –susurro antes de mover la puerta, que aún no termino de instalar–. Bienvenidos a mi casa –agrego mientras el pequeño demonio trata de alcanzar los cables de electricidad que cuelgan por las paredes.

El polvo del hormigón comienza rápidamente a cubrir nuestros cabellos mientras avanzamos sobre los azulejos que estoy intentando sacar para poder poner el piso de madera que quiero.

–Vaya –susurra Vanity mientras coge las manos de su hijo–. Esto es… esto es algo –termina con poca convicción.

–Esto será algo. Solo tengo que trabajar más rápido –defiendo mi casa en ruinas–. La compré hace poco y quiero remodelarla completamente. –Los ojos oscuros de Vanity miran a su hijo con preocupación–. Las habitaciones que ustedes ocuparán están terminadas –digo y puedo ver como su expresión cambia.

–Gracias.

–No me lo agradezcas. No todavía –digo–. Agradéceme cuando te sientas a salvo.

Asiente. –Sobre lo que pasó en el auto… lo siento.

Miro mi zapato desaparecido y me encojo de hombros. –Tengo más zapatos –digo–. Imagino que solo tendré que tener cuidado donde pisar hasta que los encuentre. Sígueme –agrego, ignorando los brazos del pequeño demonio que tratan de tomar mi camiseta.  Caminamos sobre escombros hasta que llegamos al pasillo dónde están las habitaciones–. La primera y segunda habitación serán las que ocuparán. Mañana iré a comprar todo lo que necesites al pueblo. Haz una lista –ordeno–. Los dejo para que se instalen. Yo buscaré un par de zapatillas y luego les cocinaré algo.

–No tienes que hacerlo… yo puedo cocinar.

–Nos vemos en una hora –susurro mientras salgo de mi propia habitación.

Supongo que mamá tiene razón y uno nunca sabe para quién trabaja. Y supongo también que tendré que dormir en el suelo hoy. Espero que los muebles lleguen pronto, para así poder dormir sobre un sofá.

Pero al menos, por ahora, tengo que tratar de ser un buen anfitrión.

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Comments

Dolores Hernández

Dolores Hernández

empezamos con el pie izquierdo 🤣😂 pero ya veremos cambiar de opinión a Nico cuando se adapte a ser un buen protector no solo de Vanity si no de el pequeño Georgi cuando ame este combo ya no los va a poder dejar y menos permitir que los vuelvan a lastimar y más si se vuelven de su familia los Messina son muy protectores con los suyos y creo Vanity y su pequeño se van a convertir en la familia de Nico gracias éxito y bendiciones 🙏👍😸🍀 un mundo de éxito

2025-07-31

10

julietha galiano

julietha galiano

jajajajajjajajajjaja osea wey no es un perro
ojalá el hijo de Venecia le haga una de sus travesuras y lo deje lleno de caca hasta las orejas y la coronilla, para que aprenda a ser serio y no haceme reír tanto jajajajjajaja

2025-07-31

8

Evelyn Padilla

Evelyn Padilla

vete acostumbrando querido...
/Facepalm/ voy a amar verte cambiar un pañal...
0y no mi ciela... 🤷🏻‍♀️ es un bebé todavía...
como crees q va a saber ir al baño
ahora te aguantas... 😅

2025-07-31

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