Las clases de la mañana pasaron lentas. Muy lentas. Elisabet apenas prestó atención. Pensaba en la ducha rápida de esa mañana, en el desayuno lleno de miradas raras, en el viaje hasta el colegio… y en lo mucho que detestaba todo eso. Sentada junto a Ana y Erik en el comedor, empujaba con el tenedor los macarrones del plato.
Ana ( Omega)
—¿Te pasa algo? Estás rara.
Elisabet ( Omega.D)
—Estoy bien. Solo que… vivo en una casa nueva con dos alfas que me sacan de quicio.
Erik ( Alfa)
—¿Qué alfas?
Pero antes de que pudiera contestar, ocurrió.
Las puertas del comedor se abrieron. Y entraron ellos.
Neizan y Luke. Gemelos. Altos, guapos, con esa actitud relajada y segura que los había convertido en leyendas del equipo de baloncesto del colegio. La conversación general bajó de volumen. Algunas chicas se giraron, cuchicheando. Ellos no solían pisar el comedor a esas horas. Y mucho menos para esto.
Caminaron directamente hasta la mesa de Elisabet. Como si fuera lo más normal del mundo.
Luke (Alfa.D)
*serio* —Te recogemos a la salida. No te vayas por tu cuenta.
Neizan ( Alfa.D)
*tranquilo, media sonrisa*
—No te hagas la difícil, no queremos que te pierdas por ahí.
Elisabet ( Omega.D)
*levantó la mirada, fulminándolos con los ojos*. —¿Y si prefiero perderme?
Luke (Alfa.D)
—Te buscamos igual.
Ambos dieron media vuelta y se marcharon, tan rápido como habían llegado. El comedor volvió a llenarse de murmullos y miradas.
Ana ( Omega)
*con la boca abierta*. —¿Estás viviendo con los gemelos? ¿Tú? ¿Con ellos?
Erik ( Alfa)
*tenso* —¿Por qué no lo dijiste antes?
Elisabet ( Omega.D)
*Elisabet clavó el tenedor en los macarrones con más fuerza de la necesaria* —Porque no es importante.
Pero en el fondo, sabía que sí lo era. Y que acababa de empezar a complicarse todo.
Elisabet salía del comedor con su bandeja, intentando pasar desapercibida. Pero era imposible después de la entrada dramática de los gemelos. Sentía miradas clavadas en la espalda como si fueran cuchillas.
Ana caminaba a su lado, intentando restarle importancia.
Ana ( Omega)
—No mires atrás, pero literalmente cuatro chicas te están grabando. Creo que una hasta te ha hecho zoom.
Elisabet ( Omega.D)
—Perfecto. Ahora soy contenido viral y ni siquiera me he peinado bien hoy.
Mientras avanzaban por el pasillo principal hacia sus clases, un grupo de chicas se les cruzó, demasiado casuales como para que fuera casual
chica 1
—Oye… tú eres la que vive con Neizan y Luke, ¿verdad?
chica 2
*con una sonrisa falsa*
—¿Cómo es compartir casa con dos alfas así? ¿Duermes en medio o en una esquina?
Las risitas no se hicieron esperar. Elisabet se detuvo, clavando la mirada en la más atrevida.
Elisabet ( Omega.D)
* seca, borde* —¿Siempre haces preguntas así de estúpidas o solo cuando no te están mirando los chicos?
Las chicas se quedaron en silencio por un segundo, pero enseguida soltaron un bufido y se alejaron con comentarios por lo bajo. Ana se quedó medio impresionada.
Ana ( Omega)
—Me encanta tu mal carácter. Asusta y fascina al mismo tiempo.
Elisabet no contestó. Estaba cansada, incómoda y con ganas de desaparecer. Pero entonces los vio.
Neizan y Luke venían caminando en dirección contraria por el pasillo, riéndose de algo entre ellos. Iban rodeados de algunos chicos del equipo, como siempre. Y como si lo hubieran sentido, ambos giraron la cabeza al mismo tiempo hacia ella. Justo cuando sus caminos se cruzaban.
Neizan le sostuvo la mirada un segundo más de lo necesario. Luke no dijo nada, pero la saludó con un gesto leve de cabeza. Ni uno ni otro sonrió. Y eso fue lo más raro.
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