Elisabet llega a casa, aún con la cabeza dándole vueltas por el día raro que ha tenido. Su madre la espera en la puerta, con cara seria.
lidia (madre)
—Eli, tenemos un problema. Se ha roto una tubería y la casa está inundada. He estado hablando con Paola y puedes quedarte en su casa unos días para no perder clases.
Elisabet ( Omega.D)
—¿En su casa? No pienso ir. Hace mucho que no hablo con esa familia, es como si me fuera a vivir con unos desconocidos.
lidia (madre)
—No tienes otra opción. Tu padre y yo nos vamos con tus abuelos, hasta que esto se solucione.
Elisabet ( Omega.D)
—Y no me puedo quedar en casa de mi amiga Ana?
lidia (madre)
*suspira*— No conozco a sus padres y no te voy a dejar con ke te q no conozco de nada a paola y a a sus ojos la conoces desde siempre además solo es por unos días. Paola y sus hijos te cuidarán. No puedes quedarte sola aquí con la casa asi.
Elisabet a a prepararse la maleta que su madre le ordenó hacer
Elisabet y su madre Lidia llegan a la puerta de la casa de Paola. Lidia llama y Paola abre, le da un abrazo a Elisabet y le dice con una sonrisa:
Paola Grimm ( madre)
—¡Lidia! Qué alegría verte. Y tú estás muy guapa, Elisabet. Venid, pasad.
Entran en la casa, un hogar amplio y luminoso. La sala está ordenada, con muebles cómodos y detalles que muestran que hay chicos en casa.
Paola Grimm ( madre)
—Los chicos están jugando al baloncesto ahora, así que no están en casa. Tendrás la casa para ti un rato. *lleva a Elisabet por el pasillo.*
Paola Grimm ( madre)
—Aquí está la habitación de los chicos, están uno al lado del otro, pero no te preocupes, no vas a compartirla con ellos. Hemos preparado esta habitación para ti.
Paola abre una puerta y muestra una habitación mediana, con paredes pintadas en tonos suaves, una cama con colcha de colores neutros y una ventana que deja entrar mucha luz natural. Hay una mesita de noche con una lámpara, un armario espacioso y una pequeña estantería con libros y algunos detalles personales.
Paola Grimm ( madre)
—Es la habitación del medio, entre las de los hermanos. Queríamos que tuvieras un poco de privacidad, pero también que estés cerca por si necesitas algo.
Elisabet ( Omega.D)
—Está bien, supongo.
Paola Grimm ( madre)
—Si necesitas cualquier cosa, no dudes en decírmelo. Esta es tu casa estos días
lidia (madre)
*Lidia sonríe agradecida y le da un abrazo a Paola. * —Gracias por cuidar de ella.
Elisabet se sienta en la cama, aún un poco tensa por el cambio, mientras Paola y Lidia hablan en la sala.
Después de que Lidia se despidiera y se marchara con un último “pórtate bien”, Elisabet se quedó sola en el pasillo con la maleta a medio abrir. Respiró hondo y se metió al baño que quedaba justo enfrente de las habitaciones. Se quitó la ropa sin muchas ganas y dejó que el agua caliente le cayera por encima, aliviando un poco el nudo que tenía en el pecho desde que su madre le dio la noticia.
Cuando terminó de ducharse, se dio cuenta demasiado tarde de que se había olvidado la ropa limpia en su habitación. Bufó bajito, enrolló la toalla con fuerza alrededor de su cuerpo y abrió la puerta del baño dispuesta a cruzar rápido al cuarto.
Justo al salir, chocó de lleno contra algo. O más bien, contra alguien.
Neizan ( Alfa.D)
—¡Ey! ¿Qué de—?
Luke (Alfa.D)
—¿Qué coj—?
Los dos hermanos, que venían riéndose entre ellos por alguna tontería, se quedaron completamente congelados al verla. Neizan todavía tenía media sonrisa dibujada, pero se borró al instante. Elisabet abrió los ojos como platos, con el corazón a mil.
Elisabet ( Omega.D)
—¡No miréis! *Soltó un grito ahogado y se cubrió aún más con la toalla mientras salía corriendo hacia su habitación, cerrando la puerta con un portazo. Su corazón no dejaba de latir fuerte, y el calor que sentía no era solo del agua caliente.*
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