En Tus Brazos, Llega La Calma...
05: "Familia"
Michio
¡Y no vuelvas a decirme así!
Michio
Yo no soy tu hijo, Rick.
Rick
Que forma tan grosera de hablarle a tu padre.
Michio lo miró incrédulo y apretó los puños con fuerza antes de darle la espalda.
Michio
No voy a perder mi tiempo hablando contigo...
Dijo Michio, tajante, sus palabras salieron como si las estuviera arrastrando.
Michio empezó a caminar con pasos rápidos, tratando de alejarse lo más rápido posible de ese hombre que se hacía llamar su "padre."
Rick
¿¡A dónde crees que vas!?
Rick miró como Michio caminaba y bufó mientras empezaba a caminar tras de él.
Como era más rápido que Michio, Rick logró tomarlo de su brazo con mucha fuerza.
Rick
No me has dado el dinero de esta semana.
Michio
¡Es lo único que te interesa!
Rick se tomó 3 segundos para rodar los ojos y después volverse a mirar a su "hijo".
Rick
¿Por qué otra cosa te buscaría entonces, hm?
Las palabras de ese hombre resonaron como un eco en mi cabeza... al igual que en mi corazón.
Aún después de todo lo que me ha hecho, de que sea su culpa el infierno que es mi vida...
Su frialdad al hablarme me dolía.
Rechazado... por mi propia "familia."
Ver como la única razón que ambos tienen para hablarme o buscarme...
Unos miserables pedazos de papel con números grabados.
Que valen más que mi vida.
O por lo menos tienen el poder de arruinarla.
Lentamente, me solté de su brazo y puse mi mano en mi muñeca.
Michio
Frank no me dio la paga de ayer.
Michio
Tendrás que esperar a la siguiente semana.
Dije eso y me di la vuelta, caminando lo más rápido que podía a pesar de escuchar sus gritos.
Sus maldiciones e insultos.
Mi corazón no quería aguantar eso por enésima vez.
|COMPLEJO DE APARTAMENTOS|
Abrí la puerta y Kaya me recibió con una sonrisa.
Kaya
¡Michi! ¿a dónde fuiste?
Michio
Fui a comprar algunas medicinas para tu hermano, muñeca.
Revolví su cabello y ella soltó una risita.
Amaba a esa niña con mi vida...
Sería capaz de hacer cualquier cosa por ella.
Kaya
Sigue acostado en la cama pero... ¡Ya le he llevado té como me dijiste!
Reí, su expresión era tierna.
Michio
Hiciste bien, linda.
Michio
Le llevaré sus medicinas y después los 3 veremos una película.
Estaba seguro de que tanto Yori como yo haríamos lo que fuera por conservar esa dulce e inocente sonrisa.
Kaya ya había puesto un pañuelo húmedo sobre la frente de Yori.
Ahora él se veía más despierto, pero aún necesitaba un poco de ayuda y cuidado.
Le ayudé a tomarse las pastillas y también empecé a curar las heridas de su rostro.
Apenas podía abrir el ojo izquierdo y sus labios estaban partidos, llenos de cortes qué parecían haber sido hechos con una navaja.
No pude evitar quedarme mirando su rostro...
Tanto que me hacía querer llorar.
Su voz era burlona, acompañada de una risa sonora.
¿Cómo podía seguir sonriendo después de eso?
No le contesté y él cambió su expresión, tomando mi mano y acariciando mi palma suavemente con el pulgar.
Él me estaba sonriendo, dejando ver sus dientes blancos y perfectos.
Yori
Tú no te preocupes por mi...
Yori
Shh... ya no digas nada.
Yori
Todo esto terminará algún día.
Yori
Tú y yo saldremos juntos de esto.
Yori
Y... podremos vivir como personas normales.
Yori
Sin preocuparnos por nuestro pasado... lo que hayamos hecho antes.
Yori
No lo sé, solo estoy seguro de que pasará.
Yori
Todo se resolverá para nosotros.
Yori
Solamente falta... un poco más.
Mis ojos lagrimearon, sus palabras estaban cargadas de esperanza contagiosa.
Abrió sus brazos hacia mí y yo no dudé en abrazarlo con fuerza.
Tenía razón... algún día todo esto pasaría y podríamos vivir en paz.
Lo único que tenía que hacer era...
Si no tenía esperanza en que algún día todo esto acabaría...
|Unos kilómetros cerca de ahí...|
Yasu se encontraba sentado en su escritorio, el café caliente al lado suyo mezclado con el aroma del tabaco en su oficina.
De pronto, la puerta se abrió de golpe revelando a la persona más irritante que conocía.
Yasu tomó aire y contó mentalmente hasta tres, tratando de controlar sus impulsos de levantarse y darle un puñetazo a su hermano.
Yasu
¿No sabes tocar una puerta?
Jun
¿Acaso no estás feliz de ver a tu hermano favorito?
Yasu
Eres mi único hermano.
Jun
Te traigo los informes de los nuevos empleados.
Yasu rodó los ojos y tomó el boche de hojas con molestia.
Yasu
¿Y yo por qué tengo que verlos?
Yasu
Solo es gente de mantenimiento.
Jun se puso frente a él y le robó la taza de café de las manos para darle un sorbo.
Jun
Eres CEO de este lugar.
Jun
Se supone que debes conocer a TODOS tus empleados.
Jun
Por más insignificante que sea.
Jun
¡Quita esa expresión, Dios!
Y ahí estaban. Dos hombres asquerosamente ricos, dueños de una empresa multimillonaria.
Al final la taza se derramó sobre la camisa perfectamente limpia de Jun, haciéndolo entrar en crisis.
Jun
¿¡Sabes cuanto cuesta esto!?
Yasu
No, y no me interesa.
Yasu
¡Ahora largo de mi oficina!
Yasu apuntó hacia la puerta con su dedo índice.
Jun lo miró con molestia y caminó hasta la puerta, balbuceando maldiciones en el camino.
Jun
¡Ojalá te ahogues en todo eses papeleo! ¡Idiota!
Jun azotó la puerta no sin antes enseñarle el dedo medio a su hermano mayor.
Yasu se dejó caer contra la silla y paso una mano por su cabello.
Con un suspiro, se puso unos lentes y tomó el montón de hojas al lado suyo.
Yasu
Me parezco al viejo...
Dijo mientras pasaba hoja tras hoja.
Recientemente, se había vuelto CEO de la empresa tras la muerte de su padre.
Yasu no era una persona exactamente "apegada" al viejo.
Así que en el momento que le tocó hacerse cargo de la empresa, hizo un cambio completo de personal.
No quería a nadie que tuviera que ver con su padre en una empresa que ahora sería suya.
Yasu pasaba las hojas sin mucho interés.
Todos eran chicos o chicas con información típica, aburrida y tediosa de leer.
Yasu soltó un bostezo y pasó otra hoja.
Cuando lo hizo, pudo ver un rostro conocido por un fugaz momento.
Rápidamente, jaló el papel que había pasado hacia segundos y lo observó detenidamente.
Si expresión se ensombrecio y sus cejas se arquearon con sorpresa.
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