En Tus Brazos, Llega La Calma...
04: Compasión.
Yasu
Te hice una pregunta.
Mi cara de desconcierto era tan evidente como la estupidez de su pregunta.
Michio
¿Qué estás diciendo?
Yasu
No me has respondido aún.
Él se acercó a mi peligrosamente hasta que mi espalda chocó fuertemente contra la desgastada pared.
[Yasu]
Lo vi soltar un leve chillido, me extrañé un poco al escucharlo así que le di la vuelta logrando ver una serie de moretones y profundas marcas en su espalda.
Como si alguien le hubiera golpeado con un látigo.
Michio
Son cosas del trabajo... no es...
Yasu
¿En serio piensas que voy a creerme eso?
Michio
¡Entonces dime lo que quieres que te diga!
Michio
¡No estoy mintiendo si eso es lo que crees!
La indiferencia y la falsa preocupación con la que trataba toda esta situación...
Yasu
¿Entonces eres de esos?
Yasu
¿A los que les gusta el dolor?
¿Era en serio lo qué decía este idiota?
Michio
Deja de decir estupideces y hazlo rápido, o subo el precio.
Yasu
¿Acaso, tan poco te importa tu propio cuerpo?
Yasu
Hace un rato estabas a punto de desmayarte.
Michio
¿Por qué prestas tanta atención a eso?
Michio
No estamos aquí para una charla.
Poco a poco, él se fue alejando de mi.
Caminó hasta un sillón cercano y se sentó en el, al mismo tiempo que sacaba una cajetilla de cigarros directamente de su bolsillo y empezaba a fumar.
Yasu
Pero, ¿Qué clase de persona sería si lo hiciera con alguien que se ve así?
Michio
¿Ahora juzgas mi aspecto?
Yasu
¿El de p**** barata que tienes?
Yasu
No, la verdad es que no.
Yasu
Estoy acostumbrado a ver personas como tu a todos lados a donde voy.
Apreté los puños a cada lado de mis caderas y mis ganas de golpearlo se incrementaron.
Bajé la cabeza mientras el daba una calada a su cigarro.
Michio
¿Crees que yo elegí esto?
Dije en voz baja mientras el me veía con una ceja levantada.
Se quedó callado, sus ojos fríos mirando mis puños apretados.
Michio
¿En serio piensas que yo quería vivir así?
Michio
Tú... actúas como si lo supieras todo.
Michio
¡En verdad odio a los tipos como tú!
Él se levantó de golpe y sujetó mi muñeca con tanta fuerza que sentí que me dejaría una marca permanente.
Yasu
¿Qué m***** estás diciendo?
Michio
¡La m***** que estás escuchando!
Michio
¡Todos los tipos como tú son iguales!
Michio
¡Piensan que todo gira a su alrededor!
Michio
Lo tienen todo... ¡Y nunca ven el infierno que viven los demás!
Michio
¡Yo no quería esta vida!
Michio
¡No quería terminar en este maldito y jodido lugar!
Michio
¡Nunca quise nada de esto!, para que ahora tú vengas...
Michio
¡A insinuar que hago esto porque me agrada hacerlo!
Michio
¡SOLO ERES OTRO MALDITO HIJO DE...
No pude terminar de hablar, la palma de su mano estampándose contra mi mejilla me hizo callar.
Caí al suelo con un sonido sordo y llevé una mano a mi mejilla, las lágrimas ya salían de mis ojos. Recordándome mi lugar...
Solo pude mirarlo con desprecio, pero inmediatamente desvié la mirada. No podía darme el lujo de que le levantarán más de una queja a Frank esta noche.
Aunque seguramente la haría igual.
Él se arrodilló frente a mi y tomó mi mentón, al hacerlo... rápidamente me soltó.
Se separó de mí al ver mi rostro.
En serio... ¿Qué le sucedía a este hombre?
Yasu
No debí haberte tratado así.
¿Se estaba disculpando conmigo?
Era tan difícil tomar en serio su disculpa cuando no hacía ninguna expresión.
Su cara estoica como una roca.
Yasu
Me disculpo también por eso.
Se acercó hacia mi y me tendió una mano para que pudiera levantarme.
Con algo de duda decidí aceptar la ayuda y me levanté.
Michio
Eres algo extraño, ¿sabes?
Michio
¿A dónde quieres llegar?
Michio
No entiendo por qué eres así conmigo.
Michio
Ni siquiera sé que es lo que haces aquí...
Michio
Te da asco, puedo verlo.
Michio
Entonces... ¿Qué se supone que vas a tener a cambio?
Él calló unos segundos, sus ojos se entrecerraron un poco antes de responder.
Yasu
La verdad... no lo sé.
Yasu
Supongo que solamente me dejé ir un poco.
Se dio la vuelta y soltó mi mano, no sin antes darme un fajo de billetes.
Michio
Pero no hicimos nada...
Yasu
No quieres hacerlo de todos modos.
Yasu
Temblaste desde el primer segundo que toqué tu cuerpo.
Él cerró la puerta dejándome a mí en un completo shock.
¿Por qué armó todo este teatro si lo supo desde un principio?
¿Acaso quería sacarme información o algo parecido?
Miré el fajo de billetes en mis manos y suspiré.
Lo que sea que ese hombre pretendiera ya no importaba.
Después de todo ya no lo volvería a ver...
Abrí la puerta del departamento que compartía con Yori, era sábado y el único día en el que podía descansar y fingir ser una persona normal.
Al entrar, una niñita fue corriendo hacia mi con una sonrisa.
Bueno, en realidad no podría considerarse todavia una niñita.
Pero para mi siempre lo sería.
Michio
Buenos días, muñeca.
Era Kaya, la hermana menor de Yori.
La conocí cuando apenas era una bebé de 4 años junto con Yori y su madre.
Ellos se convirtieron en mi familia y por un momento... Las cosas fueron bien.
Hasta el día en que la madre de Yori tuvo un accidente de auto que la dejó estancada en un hospital.
Hasta el día de hoy sigue en coma.
Michio
¿Tu hermano ya llegó?
Kaya
Unos minutos antes de que se fuera la niñera.
Kaya bajó la mirada y curvo los labios en una mueca triste.
Kaya
Yori... llegó a casa muy mal.
Kaya
Lo dejé en la cama y se quedó dormido.
Me acerqué a ella y le di un abrazo.
Michio
Hey... estará bien, ¿si?
Ella solo asintió con la cabeza mientras se aferraba a mi.
Solamente tenía 11 años... y ya estaba envuelta en toda esta m***** de vida que llevábamos.
Michio
Oye... ¿Por qué no vas y preparas un té para Yori?
Ella se separó de mi y fue hasta la cocina.
Caminé con pasos lentos a la habitación de mi amigo y abrí la puerta.
Me rompía el corazón verlo así...
Toda si cara golpeada, las marcas de cigarros en sus brazos y su cuello mordisqueado...
Me senté en la cama y toqué su frente, tenía fiebre.
Michio
Shh... está bien, no te levantes.
Michio
Kaya te hará un té y yo iré por medicamentos.
Michio
Quédate tranquilo...
Yori respondió a mis palabras con una leve sonrisa.
Su voz reposa y debilitada, podía saber perfectamente que su garganta estaba destrozada.
Michio estaba en el mostrador, esperando su turno para comprar unos medicamentos.
Michio
¿Cuánto es lo que te debo?
Michio
¡Pero ya te debo demasiado!
Inara
Solo acéptalo, no es ningún problema.
Suspiré cansado, Inara siempre me dejaba llevarme cosas de la farmacia sin cobrarme nada.
Más que nada porque sabía que las necesita y no tenía dinero para pagarle.
Inara
Solamente saluda a Yori de mi parte.
Salí de allí y empecé a caminar por las calles hasta la unidad donde vivíamos.
Antes de que pudiera empezar a subir las escaleras...
Una voz grave y ásperas que conocía me hizo frenar.
Me giré para enfrentar al hombre frente a mí.
Michio
¿Qué es lo que haces aquí?
El sonrió, sus pasos aproximándose hacia mí.
—
¿Ahora un padre no puede visitar a su hijo?
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