Mamá no quería que tuviéramos tanto tiempo de ocio, nos convenció de que lo mejor para nosotros era practicar algún deporte o actividad extra curricular, pero lo iba a dejar a nuestro criterio, cosa que no me agrado mucho, en cambio, a Helen si, se decidió por ballet y música, a los pocos días le compraron un violín, intenta tocar algún instrumento, pero no se me dio, mi querida hermana era como si fuese tocada por la suerte o algo mágico, se le daban las cosas y le salía todo bien, mi amigo. Mackeni practicaba karate, por lo que elegí el karate de igual modo.
Después de ser una de las mejores abogadas del país, Mamá disfrutaba el rol de madre y ama de casa, incluso comenzó a asistir a la Iglesia el domingo con mis hermanas, yo prefería quedarme en casa, nunca me llamo la atención la religión, como si fuera poco, Helen tenía una voz melodiosa, lo que le hizo ganarse un puesto en el coro de la congregación.
Todo lo que pasaba en la vida de Helen, nos separaba aún más y no me gustaba, lo que más quería era estar a su lado, oír su suave voz y tomar sus cálidas manos, pero mi cariño no era comprendido por otros, mientras conversaba con mi amigo Mackeni, me hizo una afirmación:"Tú siempre hablas de tu hermana de una forma singular, yo siempre peleo con mis hermanos, pero en cambio, a ti te pasa como si estuvieras enamorado de ella".
—"Estás loco, que cosas dices, siempre me llevo bien con mi hermana eso todo".
Pero Mackeni sembró la duda en mi cabeza, definitivamente yo no podía amar a Helen, algo que me generaba mucha curiosidad, es que pasaba por la mente de mi querida hermana, será que me quiere como la quiero yo a ella o le fastidiaba mi presencia.
Quise por un instante preguntarle a Helen si le gustaba pasar tiempo conmigo y si me quería, pero tenía miedo de tener la respuesta que no buscaba.
Los días fueron pasando y ella se metió muy de lleno a la religión, todavía no me resignaba a solo ser su hermano de rol nada más, quería ser parte de su vida, convertirme en lo que una vez fui su mejor amigo, pensé que tendríamos que coincidir en algún punto en común; Una vez pude verla haciendo un video con sus amigas para compartirlo en sus redes sociales, rápidamente llego a mi cabeza una idea, la convencería de comenzar su carrera como influencer y para eso me dedique a ver tutoriales de edición de video y grabación.
Fue así como encontré la forma de ser parte del mundo de Helen, algo de las cosas peculiares que pasaron es que una de las amigas de mi hermana se enamoró de mí, Emily Lombardi de 14 años.
Luego paso que nos hicimos novios; pero la verdad no estaba enamorada de ella, solo me gustaba besarla en la boca, era para mí una experiencia nueva.
Todo iba bien con lo de las redes sociales, hasta que Helen perdió el interés en grabar, estaba como molesta por alguna cosa, pero no lo sabía expresar, luego se peleó con Emily, le preguntó que paso, y me respondió:"Nada Davis, cosas de chicas".
Para nada me convenció su respuesta y le pedí a mamá que hablara con ella.
—Davis cariño, tu hermana está agobiada por tantas cosas, es mejor que dejen las grabaciones por un tiempo— Dijo mi Mamá
—Está bien, pero que te dijo
—Que te quiere mucho, anda y habla con ella— Afirmo Mamá
Subí a la habitación de Helen, estaba viendo la televisión, me senté al lado de ella, me miro y me abrazo.
—Emily no es buena para ti, eres muy buena para ella, no quiero que te haga daño, te quiero mucho hermanito mío.
—No estoy enamorado de Emily, pensé que te gustaba que socialice con tus amistades.
—Sí, pero no, así como lo haces con Emily— Contesto Helen
—No te entiendo muy bien, quieres que rompa con ella, por nada, es tu amiga, es muy egoísta de tu parte.
— No escuchas lo que te digo, no te importa mis sentimientos— Réplica Helen
—Que dices, qué sentimientos, caprichos tuyos y envidia
—Cómo puedes decir eso Davis, no sabes lo mucho que te quiero—Con voz quebrada Helen
Escucharla decir esas palabras, me lleno de una emoción incontenible, la miré fijamente al rostro y le di un beso en la boca, fue algo poético, como que el tiempo se detuvo en ese momento, sus labios se entrelazaron con los míos, hasta que Helen:" Basta ya, no está bien, salde mi cuarto por favor" me di la vuelta y fui para mi habitación.
Luego de ese beso terminé con Emily, y Helen no me volvió a mirar a la cara ni hablar por unos días, hasta que no soporte más y en una ocasión en que mamá salió a comprar unos víveres, solos en la casa conversamos:
—Perdona, lo que paso aquella vez, te prometo que no lo volveré a hacer si tanto te molesta.
Entonces me miró fijamente y me abrazo y estas fueron tus palabras: "Los hermanos no se besan en la boca, te quiero mucho, pero no puedo darte lo que otra mujer te daría"
—yo lo único que quiero es que volvamos hacer tan unidos como antes, que seas mi mejor amiga como cuando éramos unos niños,
— ¿Se te olvidó eso?
—No, perdóname tú por dejar que cambiara las cosas entre nosotros
—No tengo nada que perdonarte, hay cosas que pueden escapar de nuestras manos, que nunca se te olvide lo mucho que te quiero, pero sobre el beso, a mí me gustó mucho, no le veo nada malo.
—Eso no está bien, mejor que no se vuelva a repetir por favor— Aseguro Helen
Después de esa conversación, volvimos a hacer inseparables y éramos los mejores amigos, pero en ocasiones me sentí tentado a repetir aquel beso mágico, aunque no lo hacía por respeto a Helen, en cambio, nos abrasábamos mucho, acariciaba su mejilla y besaba sus cachetes y frente, se sonrojaba y sonreía.
En una ocasión me encontré en mi habitación con Helen, vimos una serie en la TV, de pronto, ella comenzó un juego, me pellizco, comenzamos a forzar los dos, la lance para la cama y pude someterla por mi fuerza, me coloque arriba de ella, sujete sus dos manos con las mías, mientras simulaba ser un vampiro, mordía su cuello y ella se moría a carcajadas, en eso por el ruido que hacíamos subió mi mamá, lo que vio en ese momento no le causa chiste para nada.
— ¿Qué están haciendo?—Mamá Con voz grave.
Yo me quedé perplejo, no dije ni una palabra, solté a Helen y me salí de la habitación, pero llegué a escuchar el sermón de mamá a hermana: ¡Que son esos juegos, ya tu eres una señorita, no quiero ver esto otra vez!
Después de eso, mamá nos prohibió estar en el cuarto del otro, también sentimos que nos vigilaba, pero una sospecha se apoderó de su pensamiento, comenzó a ver nuestra forma de tratarnos como algo anormal, así que acudió a una profesional en psicología, su amiga la Dra. Margaret Otti.
El primero en acudir a la consulta con la psicóloga fui yo, luego Helen.
—Hola Davis, ¿cómo estás? —Saludo la Doctora Margaret
—Hola muy bien.
— ¿Cómo describe tu relación con Helen? —Pregunto a la Dra. Margaret
—Creo que tenemos muy buena comunicación y nos llevamos muy bien desde siempre.
—Del 1 al 10 ¿cuánto la quieres?
—Diría como un 100—Me reí
—Pero La has visto desnuda o le has tocado alguna de sus partes— Insistió la Dra. Margaret
—No nunca y tampoco le faltaría el respeto— Con firmeza Davis
—Has tenido novia
—Sí, Emily.
—Háblame de Emily.
Terminé hablando de muchas cosas que a la larga no entendí que sentido tuvo esa visita a la Dra. Margaret, después fue el turno de Helen.
Mi diagnóstico fue que era homosexual, cosa que mi papá no aceptó con mucho entusiasmo, aunque nunca me lo dijeron personalmente, lo escuche en una conversación entre mis padres, el problema que vio a la psicóloga en nosotros es que habíamos creado un vínculo de una relación de dependencia, pero no había nada de que preocuparse según la profesional, con el paso del tiempo nos iríamos separando, lo cual era una realidad, pues la universidad, estaba a la vuelta de la esquina.
Con todo eso mamá nos volvió a dar nuestro espacio, ya no pensaba que yo terminaría propasándome con Helen, tampoco me presionaba para que tuviera novia ni me hablo más de chicas en mi vida.
Pasaron varios días y nuestro cariño se hizo tan expresivo, nuestro trato era como el de dos enamorados, lo único que nos faltaba eran los besos y toques de una pareja.
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