El Golden Boy Alborotó Mi Vida.
In my place.
Gavi y Ansu ya habían llegado y nos encontrábamos en el coche de Ferrán de camino a un restaurante mientras escuchábamos música.
Ansu Fati.
¡Queeeeeeeedateeee!
Ferrán.
¡Qué la noche sin tu dueeeeeelee!
Le seguía Ferrán a todo pulmón.
Gavi y yo solo podíamos reírnos de la situación.
Después de unos minutos de seguir escuchando los cánticos horrorosos de nuestros amigos por fin llegamos al restaurante.
Era un restaurante japonés que habían abierto un nuevo cerca de mi casa y como estaba a las afueras del centro nos pareció buena idea ir ya que no habría tanta gente.
Cuando entramos un olor delicioso a comida inundó mi nariz.
El sitio era bastante acogedor, había unas lámparas de nubes con plantas amazónicas por las paredes y las mesas tenían cómodos sillones para sentarte.
Cogimos asiento en nuestra mesa correspondiente y como había un sofá enfrente del otro, Ansu se sentó con Ferran y yo me senté con Gavi.
Pedimos la comida y comimos junto con risas y charlas entretenidas de varios temas.
Ferrán.
Oye Pedri. Tú su casa es la que está más cerca y si vamos, ¿y hacemos una noche de chicos?
Pedri.
Puede ser divertido.
Ferrán.
Pero me pido dormir con Ansu que tú pegas patadas.
Todos los de la mesa reímos.
Ferrán.
Lo que tú digas, pero yo duermo con Fatiga.
Ansu Fati.
Tú vuelve a llamarme así, a ver con quién duermes.
Dijo está vez el morocho haciendo que estallasemos en carcajadas.
Cuando todos terminamos de cenar, pedimos la cuenta y pagamos.
Salimos del restaurante y vi unas nubes que se divisaban a lo lejos, por lo que lo más probable es que hubiese tormenta.
Al instante miré a Gavi que no se había dado cuenta de aquellas nubes, pero decidí callarme para no preocuparlo.
Los cuatro subimos al coche de Ferran y emprendimos camino hacia mi casa.
Después de unos diez minutos aproximadamente llegamos.
Bajamos todos del coche y yo abrí la puerta de mi hogar, estaba cálido, ya que la calefacción estaba encendida y con el frío que hacía fuera el haber entrado había sido una maravilla.
Dejamos los abrigos encontrados y fuimos al salón a jugar a algo.
Cómo éramos cuatro decidimos jugar al Mario Kart.
Ansu Fati.
Gavi y yo os vamos a machacar.
Dos partidas habíamos jugado y ellos habían ganado las dos, pues Gavi era muy bueno, demasiado.
Ferrán.
Bueno, cambio de parejas. Me pido ir con Gavi.
Todos nos reímos ante su petición.
Ansu Fati.
Ni de coña, es mi arma secreta.
Pedri.
Yo creo que deberíamos irnos a dormir, mañana tenemos entrenamiento por la tarde y tenemos que estar descansados.
Todos asintieron y guardamos la Nintendo.
Ferrán.
Nosotros dormimos en la habitación de tu hermano, ¿no?
Pedri.
Gavi y yo dormiremos en mi cuarto.
Ellos asintieron y se fueron directos en su habitación y nosotros a la mía.
Antes de que cerraran la puerta un trueno sonó y Ansu un vino corriendo.
Ansu Fati.
Pedri, mejor duermo yo con Gavi si quieres.
Pedri.
No hace falta, me quedo yo con él.
Dijo el morocho para esta vez sí retirarse a su habitación.
Yo me giré y caminé hasta la cama donde Gavi se encontraba sentado y escondiendo su cara en sus rodillas.
Él levantó la cabeza para mirarme y en cuanto lo hizo casi me rompo en mil pedazos, pues tenía la cara de verdadero terror.
Yo me tumbé en la cama y lo atraje hacia mí para abrazarlo con fuerza.
Sonaba su espalda de arriba a abajo y hacía caricias en su pelo para tranquilizarlo.
Él se acurrucó más junto a mí abrazándome con fuerza.
Estuvimos así un buen rato hasta que dejó de llover.
Él se apartó de encima mío y se puso a mi lado.
Sentí frío en cuanto se apartó, pero no dije nada.
Podía ver como sus ojos brillaban bajo la luz de la luna.
Estuvimos unos minutos en silencio hasta que él lo rompió.
Yo hice lo mismo para estar cara a cara.
Estábamos muy cerca y por alguna razón me estaba poniendo nervioso.
Susurró haciendo que su cálido aliento rozase mis labios.
Al sentirlo un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero no era malo, todo lo contrario, no sé por qué pero creo que me había gustado.
Pedri.
Yo tampoco, ¿quieres escuchar música?
Él asintió en la oscuridad y yo alargue mi mano hasta mi mesilla para coger el móvil y los cascos.
Le tendí uno y se lo puso mientras yo me ponía el otro.
Pedri.
¿Qué te apetece escuchar?
Gavi.
Pues... Alguna de Coldplay, ¿te gusta?
Puse su álbum y le di a reproducir.
La añadí a mi lista y cerré el móvil dejándolo sobre mis piernas.
Me concentré en la letra y en intentar entenderla y una parte de la canción me llamó la atención.
Estaba asustado, estaba asustado.
Cansado y desprevenido.
Pero espero por ello.
Si te vas, si te vas.
Y me dejas aquí solo.
Entonces esperaré por ti.
Miré a Gavi que se encontraba escuchándolo atentamente y ahí, mientras escuchábamos la canción los dos.
Supe que siempre cuidaría de él y que aunque me dejase solo, siempre esperaría por él.
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