Salí de la ducha con una toalla en la cadera, me acerqué al espejo para peinar el pelo ya que apuntaba a todos lados.
Pedri.
Pablo, ¿puedo pasar?
Gavi.
Si, pasa.
Abre la puerta y se queda ahí parado mientras repasa mi cuerpo con la mirada, me recuerda a la otra vez en el Camp Nou. El cabrón ni siquiera intentaba disimular.
Gavi.
Ya sé que tengo un cuerpazo, pero deja de comerme con la mirada.
Pedri.
Perdón, no era mi intención ponerte incómodo.
Se disculpa mientras se desnuda para entrar a la ducha.
Pedri.
¿No importa que me duche? Es que ya me has visto todo esta noche.
Gavi.
No, tranquilo, ahora salgo.
Salí afuera y esperé que Pedri saliera de la ducha para que me lleve a casa. Para matar el tiempo cogí el móvil y me metí en Instagram, como siempre tengo luego seguidores y miles de mensajes, pero hay un mensaje que me llama la atención.
@paolajmnz29.
Me ha encantado la noche de hoy, espero volver a repetir. Te prometo que la próxima vez me harás correr tu primero.
Yo flipaba, en verdad no sabía si volvería a tener sexo con ella ya que no me había emocionado tanto. Había logrado correrme gracias a la imagen de Pedri todo sudado, su cara de placer... mierda me estaba poniendo cachondo pensando y mi mejor amigo, pero qué coño me pasaba.
Ni siquiera me molesté en contestar, le dejé en visto, salí de su chat y me puse a ver historias de Instagram.
Habían pasado diez minutos cuando el canario por fin salió del baño, con una toalla en la cintura y pues yo me quedé embobado mirándolo, no tenía nada de malo, él había hecho lo mismo.
Miré su cuello, luego bajé mi mirada hacia el techo del canario, pasé por sus pezones y bajé la mirada a sus abdominales y la perfecta V de su cadera.
Pedri.
Disfrutas mucho de la vista, ¿no?
Gavi.
Así sientes como me siento yo cuando me miras.
Rió y entró para cambiarse la ropa, cuando salió nos fuimos directamente a su coche. Subió y como era costumbre puse música a través de mi móvil. Pues un poco de todo, de Coldplay hasta Quevedo.
Gavi.
Paola me ha escrito, me ha dicho que quiere repetir y que esta vez seré yo el que la haga correr primero.
Pedri se quedó en silencio.
Pedri.
¿Quieres repetir?
Me preguntó en un semáforo en rojo, me miraba de una manera que parecía que quería ver lo que hay en mi mente.
Gavi.
No sé, si me apetece te digo.
Pedri.
Perfecto.
Todo lo que quedó de viaje y nos quedamos en silencio, pero ese silencio cómodo que compartes con personas especiales.
Pedri.
Hemos llegado, nos vemos el lunes.
Interrumpió el silencio el canario.
Gavi.
Gracias por llevarme y por querer compartir un momento como esta noche conmigo.
Pedri.
Haría mil planes contigo Pablo, descansa.
Me acerco y le doy un beso en la mejilla, como siempre nos lo hemos dado.
Gavi.
Buenas noches Pedri, me avisas cuando llegues a casa.
Pedri.
Claro.
Salí del coche y entré a casa, me giré y le saludé con la mano para despedirme, como respuesta Pedri me guiña. No sé porque cuando el canario guiña se le ve súper sexy.
Entré en casa intentando no hacer ruido para no despertar a nadie, me puse el pijama y una vez me inspiré en la cama caí dormido.
A la mañana siguiente me desperté con un dolor de cabeza, me dolía todo el cuerpo y estaba sudando, no recordaba que la resaca tuviera todos estos efectos.
Había pasado una hora y estaba peor, me había tomado una pastilla luego de desayunar, intenté pedir ayuda a mis padres pero habían salido y mi hermana vivía con su novio. Así que mi única salvación era mi mejor amigo, entre a su chat y vi que me había mandado un mensaje de que ya había llegado a casa la noche anterior. No dudé en llamar.
Pedri.
Pablo, ¿todo bien?
Tenía la voz ronca de acabar de despertar.
Gavi.
Pedri, te necesito, ¿puedes venir a mi casa?
Estaba temblando. Escuché cómo Pedri se movía y el ruido de las llaves.
Pedri.
Voy enseguida.
Al colgar, me tapé con la manta y esperé a Pedri. Pasaron más o menos diez minutos cuando sonó el timbre, me levanté para abrir.
Pedri.
Pablo, ¿qué pasa?
Me preguntó con preocupación.
Gavi.
No sé, no me encuentro bien.
Pedri se acerca y me besa la frente, presionó los labios durante cinco segundos, me tranquilicé un montón. Pedri pone un brazo detrás de mi rodilla y la otra en mi espalda mientras me levanta, automáticamente pongo mis brazos en su cuello.
Gavi.
Solo me encuentro mal, no soy una varicela en apuros.
Pedri.
Pablo, creo que tienes fiebre. Te dejo en la cama y voy a por el termómetro.
Me deja encima de la cama y veo como sale. Luego de un minuto vuelve con un termómetro.
Pedri.
Levanta el brazo Pablo.
Hago caso y levanto el brazo, hago una mueca por el dolor que me provocó.
Pedri.
Te duele todo el cuerpo, ¿no?
Asiento la cabeza y bajo el brazo.
Esperamos a que el termómetro pite y en ese tiempo levantó la mirada para ver al canario. Ahora que lo veía con determinación, vi sus largas y bonitas pestañas, su única y preciosa nariz, esos ojos con los que te podrías perder muy fácilmente, los labios gruesos y carnosos.
Pedri levantó la mirada y conectó con la mía, nos quedamos mirándonos durante varios segundos, ninguno de los dos quitaba la mirada. El termómetro pitó, pero ninguno de los dos tenía intención de quitar la mirada. Finalmente, Pedri desvío la mirada y cogió el termómetro.
Pedri.
Dios Pablo, vamos a la ducha para que baje la temperatura.
Pedri estaba muy preocupado.
Pedri.
Tienes un 42.
Me levantó otra vez como una princesa y me llevó a la ducha.
Pedri.
Pablo, te voy a desvestir, ¿vale?
Yo asiento con la cabeza. Noto sus manos frías por debajo de la camisa y tira para arriba.
Pedri.
Levanta los brazos.
Hago caso y levanto los brazos, cuando termina, me baja los pantalones y me pone dentro de la ducha, cuando veo que tiene intención de bañarme con el boxer puesto, me lo quito yo.
Pedri.
Pablo.
Dice el mayor con la mirada puesta en mi entrepierna.
Gavi.
Odio ducharme con ropa interior, pero si te incomoda me lo pongo.
Pedri.
No, déjalo que no me incomoda.
Abre el grifo para poner agua fría.
Pedri.
Te la pongo fría, para que baje la fiebre.
Cuando me pongo debajo del agua fría tiemblo por lo fría que sale, Pedri coge el champú y me masajea el cabello mientras me lo limpia, cierro los ojos. Me vuelve a pasar el agua para aclarar el pelo y coge el bote de gel. Me pasa las manos por la espalda, los hombros, los brazos, las piernas y el abdomen. Abro los ojos y me encuentro con la mirada de Pedri pegada a mi entrepierna, lo dejó pasar porque no tengo fuerzas para reírme de él. Pedri pasa el agua.
Al terminar me envuelve en una enorme toalla, tiene intención de salir para buscar la ropa, pero antes de que lo haga, cojo su muñeca y le giro para que me mire.
Gavi.
Gracias por cuidarme Pepi.
El canarios sonrió por el apodo y me dejó un beso en la mejilla.
Pedri.
Lo haría un millón de veces más, yo lo llámame y vendré lo más rápido posible.
Gavi.
Gracias.
Pedri.
Ya me lo has dicho, voy a por ropa, ahora vuelvo.
Volvió con un boxer nuevo y otro pijama, me lo puso con cuidado de no hacerme daño, al terminar me cogió otra vez en brazos y no pude evitar picar.
Gavi.
Te gusta mucho llevarme en brazos eh
Pedri río y me dio un beso en la frente.
Pedri.
Solo esta vez porque te encuentras mal, no te mal acostumbres.
Yo reí en respuesta.
me dejó encima de la cama y me tapó con la manta.
Pedri.
Descansa Pablo, estaré en el comedor.
Me dió otro beso en la frente, pero yo lo detuve.
Gavi.
Quédate aquí, porfa.
Estiro su brazo para que se metiera conmigo en la cama.
Veo como Pedri se lo piensas pero al final se mete en la cama al otro lado donde estoy yo, me pongo de espaldas y pongo su brazo en mi cintura para que haga la cuchara.
Pedri.
Pablo.
Gavi.
Shh.
El canario finalmente me abraza por detrás y sonrío porque me he salido con la mía, en los brazos de Pedri me sentía en calma y caí dormido al instante.
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