Solo cuídate mucho, ¿ok?

Jimena no podía ocultar su sorpresa. ¿Qué pasó exactamente?, le preguntó a Pascual.

Discúlpame por no haberte dicho la verdad ayer, pero no quería que la persona que hizo esto lo volviera a hacer otra vez por eso preferí callarme. Este es el resultado de ser muy desconfiado, yo puse los diseños exclusivos que están para entregarse en esta bodega, eso lo sabía yo, nadie más. Los otros vestidos solo eran una imitación de los reales. Las telas eran de mala calidad y los vestidos no eran diseños exclusivos, simplemente se pusieron ahí para despistar al enemigo, jaja...

Pascual, eres excelente, me salvaste la vida. Te estoy muy agradecida.

No tienes nada que agradecer. Sabes perfectamente bien que desconfío de todos hasta de mi sombra.

Gracias, Pascual, y ahora, por favor, encárgate de que sean entregados a su debido tiempo.

A sus órdenes, señorita,

Pascual se cuadró delante de Jimena.

Ya, no seas payaso.

Bueno, al menos logré sacarte una sonrisa.

Jimena se sintió muy bien de tener a Pascual como empleado suyo.

Era muy eficiente y había salvado su reputación.

.

.

Jimena, ¿vas a salir a comer?, si quieres vamos al restaurante que está aquí a dos cuadras, yo invito.

Creo que no comeré por el momento, tengo muchísimo trabajo.

Entonces puedo traer la comida a domicilio.

¿De verdad harías eso por mí?

Eso y muchas cosas más, ya lo sabes.

Bueno, entonces voy a pedir la comida, mientras adelanta tu trabajo.

Por supuesto, muchas gracias.

Jimena estaba muy enfrascada en su trabajo que no sintió que alguien entraba hasta que ese hombre le tocó el brazo.

En ese momento ella sintió como si un escalofrío le recorriera todo el cuerpo.

Al ver a ese hombre, lo miró de arriba a abajo con los ojos brillantes de emoción.

"Pero qué guapo está", pensó Jimena.

Disculpa que haya entrado así, pero toqué y no me contestaste y la puerta estaba entreabierta,

me llamo Marcelo Ramos

Hola, yo soy Jimena, gerente general de Fashion, de la moda lo que te acomoda.

Conozco bien esa tienda. Yo soy el dueño de la bodega de dónde se sacan todos los pedidos tanto de tu empresa como de otras más.

Bueno, pues, gusto en conocerte y, ¿a qué debo el honor de tu visita?

Estamos levantando encuestas para saber qué opinión tiene la gente de nuestros productos. Aunque son de diseñadores exclusivos, necesitamos saber qué tan bien se mueven.

Pues aquí no hemos tenido ninguna queja, al contrario, tenemos clientes exclusivos, como los diseños que tú nos traes.

Bueno, pues con esa explicación tuya no necesitamos hacer ninguna encuesta veo que están muy satisfechos. Te invito una copa, así podremos hablar más a fondo sobre el tema, ¿qué me contestas?

¿Por qué no?, pero, ¿no habrá una esposa celosa por ahí?

Soy soltero sin compromisos, ¿y tú?

También soy soltera sin compromisos.

Pues vamos, entonces, dijo Marcelo y le dio el brazo para que ella lo tomara.

Pascual llegó con la comida que había pedido y los vio alejarse caminando. Dio un suspiro, "ese hombre está muy guapo, ¿quién será?".

Jimena se sentía muy bien al lado de Marcelo, el hombre tenía carisma y era bastante guapo. Jimena nunca se había enamorado, y pensó que ya era el momento.

En cambio, Marcelo había tenido varias novias, pero nada serio, las había terminado porque ninguna de ellas le había sido fiel. Y muy en el fondo buscaba a una mujer buena que quisiera compartir su vida al lado de él. "Tal vez Jimena sea la chica que ando buscando", se dijo.

Jimena comió con mucho apetito, había pedido una hamburguesa con papas y refresco, y Marcelo también pidió lo mismo.

¿De dónde eres, Marcelo?, preguntó Jimena con mucha inocencia.

Yo soy de Monterrey, Nuevo León, pero radico desde hace algunos años aquí en Saltillo, ¿y tú?

Yo soy de aquí de Saltillo, mis padres nunca quisieron que nos cambiáramos a otra parte.

¿Y nada más tú trabajas?

No, mi padre también trabaja, mis dos hermanos están en la facultad, pero tienen trabajos de medio tiempo los dos.

Vaya, tienes una familia muy numerosa, ¿cuántos son?

En total somos seis.

Y, supongo que todos viven juntos, ¿verdad?

Sí, somos una familia muy unida.

Pues me da mucho gusto por ti. Yo no tengo familia, los únicos familiares que tengo viven en Monterrey, pero son muy lejanos nos hemos visto solamente una vez en 20 años. Ya hasta se me olvidaron sus caras, si los volviera a ver en estos momentos no los reconocería para nada.

Bueno, creo que es hora de que te lleve a tu trabajo, ¿estás conforme?

Sí, creo que será lo mejor, pero, ¿se te olvida que soy la gerente general de la empresa y, por lo tanto, puedo tomarme unos minutos más?

Uy, qué importante, jajaja...

La sonrisa de Marcelo le llegó hasta el alma a Jimena. Se veía hermoso a ella le gustaba mucho. Lucía unos hermosos dientes blancos perfectamente bien acomodados en su sitio.

Su cabello rizado se parecía mucho al de ella, pero el de él se veía más obscuro. Su tez morena le sentaba de maravilla. ¿Acaso será amor a primera vista?

Se quedó observándolo por unos minutos. Él le sostuvo la mirada.

Hasta que ella rompió el momento mágico.

Tienes razón, volvamos a mi trabajo tengo muchas cosas que hacer todavía.

Marcelo la fue a dejar a su trabajo, claro, se fueron caminando porque estaban cerca.

¿Puedo pasar por ti cuando salgas del trabajo? Podemos platicar un rato, ¿te parece?

Me gustaría mucho, pasa por mí a las 6 pm.

Es un hecho, al rato paso por ti. Bye.

El resto de la jornada laboral Jimena se sentía bastante bien.

Pascual entró a su despacho, vaya, estás muy contenta, ¿te fue bien con el tipo?

Pascual, no se te olvide que tienes que tocar la puerta.

Perdón, me da gusto por ti, pero te tengo envidia, chulis.

Y eso, ¿por qué?

El hombre con el que te fuiste a comer está guapísimo.

Ay Pascual, no cambias, eres muy especial para mí me has dado la mano en todo momento, pero a este hombre yo lo vi primero.

Ya lo sé, Jimena, solo estoy bromeando, ¿te gusta?

Creo que me he enamorado de él.

¿Así de buenas a primera?

Sí, es tan encantador, además, creo que hicimos química.

Jimena, yo te aconsejaría que tuvieras mucho cuidado. No todo lo que brilla es oro.

Ay Pascual, ¿por qué me dices eso?, no me eches a perder el momento, por favor.

No es eso, solo que no quiero que sufras ni que te hagan daño.

Pascual y Jimena hasta ese momento habían sido los mejores amigos él siempre la apoyaba en todo. Por eso Jimena lo escuchó atentamente y se puso a pensar.

Gracias, Pascual, pero quiero vivir mi vida por mí misma y descubrir las cosas bellas o malas que tenga para mí. Y, si me equivoco pues, yo sabré qué hacer, ¿está bien?

Está bien, yo no digo nada más, solo cuídate mucho, ¿ok?

Jimena solo asintió con la cabeza, las palabras de su amigo la habían puesto a pensar mucho.

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