El sol de la tarde proyectaba largas sombras en el piso pulido de la agencia de héroes. Katsuki Bakugo, vestido con su uniforme, se apoyaba en su bastón, una leve mueca de dolor contrayendo sus labios. Habían pasado seis semanas desde su accidente, seis semanas de recuperación lenta y dolorosa, seis semanas de la constante compañía de Izuku. Ahora, estaba de vuelta.
No era el mismo Katsuki que había salido para esa misión. El tiempo en el hospital había dejado una marca en él, una cicatriz no solo física, sino también emocional. La vulnerabilidad que había experimentado durante su convalecencia, la dependencia de Izuku, le había dejado una sensación extraña, una mezcla de gratitud y una inquietud persistente.
Izuku estaba allí, apoyándolo, su sonrisa cálida y tranquilizadora. Había insistido en acompañarlo a la agencia, a pesar de las protestas de Katsuki. "No necesito una niñera, Deku," había gruñido Katsuki, pero Izuku solo había sonreído y le había dado un suave apretón en el hombro.
"Solo quiero asegurarme de que estás bien, Kacchan," había respondido Izuku, su voz llena de preocupación. Y Katsuki, a pesar de su orgullo herido, había apreciado el gesto.
El ambiente en la agencia era tenso. Sus compañeros héroes lo miraban con una mezcla de preocupación y admiración. Habían escuchado sobre la gravedad de sus heridas, sobre el tiempo que había pasado en el hospital. Había un silencio respetuoso, un reconocimiento tácito del peligro que había enfrentado y de la valentía con la que había regresado.
Su superior, una mujer de cabello gris y mirada severa, lo recibió con una mirada penetrante. "Bakugo," dijo, su voz firme pero con un dejo de preocupación, "me alegra verte de vuelta. Pero no te apresures. Toma las cosas con calma."
Katsuki asintió con la cabeza, su orgullo herido luchando contra el alivio de estar de vuelta en acción. "Sí, señora," respondió, su voz un poco más suave de lo habitual.
Su primer día de vuelta fue difícil. El dolor en su pierna era constante, un recordatorio de su lesión. Las tareas que antes realizaba con facilidad ahora requerían un esfuerzo considerable. Pero cada vez que sentía el peso del dolor, la mirada de Izuku, llena de apoyo y aliento, lo impulsaba a seguir adelante.
Al final del día, exhausto pero con una sensación de logro, Katsuki se apoyó en el bastón, mirando a Izuku, quien lo esperaba pacientemente. "Vamos, Deku," dijo, su voz cansada pero con un dejo de satisfacción.
"Kacchan," dijo Izuku, acercándose y tomando la mano de Katsuki, "hiciste un gran trabajo hoy."
Katsuki se sonrojó ligeramente, desviando la mirada. "No fue gran cosa," murmuró.
Izuku sonrió, su mirada llena de admiración y afecto. "Para mí, sí lo fue," respondió, apretando suavemente la mano de Katsuki. "Estoy orgulloso de ti."
Esa noche, en la comodidad de su hogar, Katsuki se dejó caer en el sofá, exhausto pero feliz. Izuku estaba a su lado, masajeando suavemente su pierna adolorida. Era un regreso al trabajo, un regreso a la acción, pero también un regreso a la normalidad, una normalidad que incluía el amor incondicional de Izuku, un amor que le había dado la fuerza para superar sus heridas y volver a enfrentar el peligro. Y eso, pensó Katsuki, era algo por lo que valía la pena luchar.
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Me encanta tu forma de expresarte. 🥺💗✨
2025-06-16
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