La sombra de la enfermedad

El alivio de Izuku fue efímero. La relativa calma tras la primera visita al hospital se desvaneció rápidamente. Durante la noche, la condición de Katsuki empeoró drásticamente. Su fiebre, inicialmente manejable, se disparó, alcanzando niveles peligrosos. Su respiración se volvió entrecortada y superficial, cada inhalación un esfuerzo visible. El color de su piel palideció, adquiriendo un tono casi grisáceo.

Ya había tenido muchos ataques.

Los médicos, con rostros serios y preocupados, entraban y salían de la habitación con una frecuencia alarmante. El zumbido constante de los monitores cardíacos y la respiración artificial se convirtieron en una banda sonora inquietante para la angustia de Izuku. El joven se aferraba a la mano de Katsuki, sus dedos entumecidos por el frío de la piel del rubio. Sentía el latido débil y errático del corazón de su amado, cada latido una lucha contra la adversidad. Izuku tenía miedo, no sabía que hacer para que su amado mejorara.

Las palabras de aliento de Izuku, susurradas con un amor desesperado, parecían perderse en la tormenta que se cernía sobre Katsuki. El rubio apenas respondía, su conciencia fluctuando entre breves momentos de lucidez y largos períodos de inconsciencia. En esos fugaces instantes de claridad, Katsuki apenas lograba articular un nombre: "Nerd...Sabes que te amo verdad?". Era un susurro, un hilo de voz que se desvanecía en el aire, pero para Izuku era un faro de esperanza en la oscuridad. Sabía que algo malo iba a pasar, lo presentía.

El tiempo se estiró, cada minuto una eternidad. Izuku se negaba a abandonar el lado de Katsuki. Dormía en una silla incómoda junto a la cama, su cuerpo adolorido, su mente agotada, pero su espíritu inquebrantable. La imagen de Katsuki, pálido y vulnerable, se grabó en su memoria, un recordatorio constante del amor que los unía y el miedo que lo consumía.

La desesperación se apoderó de Izuku. Las palabras de los médicos, cuidadosamente elegidas para evitar el pánico, resonaban en su cabeza: "estado crítico", "posibilidades inciertas". La posibilidad de perder a Katsuki, la idea de un futuro sin su explosiva sonrisa y su corazón de oro, lo paralizaba.

Una noche, en medio de la oscuridad y el silencio, Katsuki abrió los ojos. Miró a Izuku, sus ojos, normalmente brillantes y llenos de fuego, ahora apagados y cansados. Una débil sonrisa se dibujó en sus labios.

"Deku..." susurró, su voz apenas audible. "Perdóname..."

Las lágrimas recorrieron el rostro de Izuku. Se inclinó para besar la frente de Katsuki, sus labios rozando la piel fría y seca.

"No te preocupes, Kacchan," dijo Izuku, su voz quebrada por el llanto. "Todo estará bien."

Pero Izuku sabía, en el fondo de su corazón, que "todo bien" era una promesa que no podía cumplir. Él deseaba poder simplemente ir a casa y que Katsuki estuviera bien. La lucha de Katsuki era una batalla contra un enemigo invisible, implacable, y el resultado aún estaba por verse. La sombra de la enfermedad se cernía sobre ellos, amenazando con extinguir la llama de su amor. Izuku no dejaría solo a Katsuki.

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Comments

Me va a dar algo... 🥺

2025-06-16

1

Anonymous

Anonymous

Casi llore me siento triste Porfavor que no se muera Katsuki

2025-03-28

2

Total

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