Capitulo 4 Celena vs duque

Después de aceptar la propuesta de la duquesa, me sacaron del lugar donde estaban las criadas.

Me ponía mal dejar a Lumi, pero bueno, cuando pueda la veré. Ahora estaré junto a Olivia. No sabía que había otro lugar en el ducado donde trabajaban las sirvientas de alto nivel.

—Bien, Celena. A partir de hoy, eres una sirvienta del ducado —dijo Olivia, seria.

—¿Pero ya no era parte del ducado? —pregunté, extrañada.

—No. Tú eres sirvienta del duque sucesor. Ahora eres sirvienta de la duquesa, la verdadera patrona —sonrió—. Eres afortunada. Yo tardé un mes en llegar aquí —me entregó una ropa nueva.

Y así empezaron los preparativos para convertirme en la sirvienta personal de Dylan Winter. ¿Quién iba a creer que estaría al lado de él? Mi madre siempre me leía esta historia...

Fuimos por los pasillos, eran hermosos. Olivia me abrió una puerta. Allí estaba un nuevo cuarto. Era precioso: una cama grande, un escritorio, una ventana que daba al patio del ducado y un cuarto solo para mí. Lo malo es que estaba al lado del cuarto del duque.

—Bien, Celena, este será tu cuarto. La duquesa vio que el de al lado del duque estaba vacío, así que te puso aquí. Cuando él duerma, tú solo sales y vienes —sonrió.

—Está bien, entiendo... Son muchas escaleras. Pero, ¿por qué cambiaron de cuarto al duque? —pregunté, curiosa.

—Porque a la duquesa le dio asco saber que el joven duque usaba ese cuarto para dormir con mujeres —se asqueó—. Pobre Celena —me abrazó—. Tuviste suerte de que él solo estaba.

Si supiera que lo vi en bata, seguro le daría un infarto a Olivia. Ella es tan buena... En mi otra vida solo me rodeaban bastardos como Alan y Anabela.

—¡Madre! ¡Esto es injusto! ¿Cómo una chica tan rara va a ser mi sirvienta? —se quejó Dylan.

—Dylan, es por tu bien. Ella pudo hacer que durmieras, hijo —le tomó la cara con sus manos—. Eres el futuro heredero de esto. Sabes que tu padre lamentablemente desapareció en la guerra y quedé yo. Pero no soy eterna, y quiero que mi hijo tenga paz.

—¿Pero madre...? Esa chica no va a estar siempre —dijo, frustrado—. ¿Cómo voy a tener paz?

—Eso lo sé, pero mientras tanto, debes ser fuerte. Ella debe tener la clave. Los Fall son conocidos por su gran maná y poder espiritual. El mago puede ayudar también a que ella despierte y pueda ayudarte.

—Bien, madre. Está bien. Solo la aceptaré por ti, porque quiero cuidar el legado de mi familia, los Winter. Me tengo que ir —y se fue.

Cuando Dylan se fue, la duquesa sacó una foto y una carta. En la foto había un chico parecido a Dylan y, a su lado, una mujer feliz: la duquesa cuando era joven. Junto a ella, una carta nunca abierta.

—Si Dylan abre esta carta, sabrá por qué quiero que esa jovencita esté con él —lloró—. Porque lo que le pasa... es culpa mía —volvió a guardar la carta.

Mientras tanto, en los pasillos, Dylan vio a Celena mirando melancólica por la ventana. Él la observaba y sentía algo en su pecho, como si su corazón la necesitara. En eso, ella se dio la vuelta.

—Ahí estás, joven duque —fui hacia él seria—. Mira, no me importa que seas el duque. No jugarás conmigo ni me acosarás. Y si no quieres hacer algo que está en la lista... ¡YO TE OBLIGARÉ!

—Oye, cálmate. Recuerda que soy tu jefe. Aparte, soy más alto que tú. Un duende como tú no puede mandarme —me sacó la lengua.

—Ash… Eres pesado. Sabes, esto solo lo hago por la duquesa. Buuu... ¡El duque que no puede dormir! —me reí.

Una luz entró por la ventana e iluminó mi rostro. Tenía la piel blanca, una sonrisa hermosa, labios rosados, cabello castaño y ojos verdes con un toque azul. El corazón del duque latía como nunca.

—¡Basta, por favor! —dijo, tapándose la cara con sus guantes negros.

Yo no entendía nada, y así comenzó la actividad del día.

—Bien, ¿qué tengo que hacer? —pregunté con fuerza.

Espero que me diga algo clave de la historia… que será, ¿firmar tierras? ¿Bailar con el gran rey? ¿Pelear? Me sé cada detalle de este libro.

—Debes ayudar a pedir perdón a Elisabet —dijo, serio.

—¿A eso? Es fácil, solo debo... —me detuve—. ¡ELISABET! Esa es la chica que me pegó…

Él asintió. Me paralicé y sentí mucho miedo.

Ok, vi muchos memes en mi vida pasada…

—Digamos que cuando me trató mal, le eché un vino muy caro en su cabeza de estúpida. Y su vestido... se parecía a un payaso —dijo pelos en la lengua.

—Nunca en mi vida escuché tanto insulto a una mujer en una sola oración —respondió, sorprendida—. Espera, ¿le hiciste eso porque te pegó?

—¡No! ¿Cómo crees? Esa cara de mono me cae horrible. Mi tío abuelo, por unas minas de carbón, me vendió como carne —respondió, fastidiado.

—Oh... ¿Tú no superas a tu esposa? —lo miré con curiosidad.

—¿Superar qué...? —serio—. ¿Hablas de mi esposa? Sabes, esa fue una boda estúpida. Nunca pude ser lo que yo quería. Solo debía vivir según lo que el Rey decidiera. Mi tío abuelo siempre se deja influenciar por él.

—¿El Rey? ¿Cómo que el Rey se mete en tu vida? —pregunté, sorprendida.

Dylan dejó de hablar y llamó un carruaje. Era grande y los caballos, hermosos. Estaban bien cuidados. Dylan, después, se convertiría en el duque más tirano de todos… hasta el punto de ser traicionado por la heroína.

Los pasos de los caballos se escuchaban sobre el suelo de piedra. Se abrió una puerta: era un mercado.

—¿Por qué estamos aquí...? Señor duque, ¿dónde estamos? —pregunté, curiosa.

—Estamos en el mercado del Reino. Tú eres mujer y sabes qué cosas les gustan a las mujeres. Elisabet es mujer... eso creo —me miró.

—¿Y si Elisabet no es una mujer? ¿Qué crees que es...? —él pensó.

—Un mono ponzoñoso molesto. Dice el dicho: “aunque la mona se vista de seda, mona queda” —rió.

—Eres un descarado. No tienes ni un mínimo de respeto —él me agarró de la muñeca y me llevó a un rincón.

—Mira quién habla. ¿Sabes que hablar así podría hacer que ese hermoso cuello no tenga a alguien? No sabes las cosas que he hecho en la guerra —lo miré seria.

—Hazme algo y no te diré el secreto para salir de Elisabet —dije con firmeza.

—Eres buena, Celena —me soltó—. Vamos, rara.

—Sí, duque idiota —seguí tras él.

Fuimos a una parte llena de collares, ropa y zapatos. Elisabet era muy codiciosa, así que le gustaban las joyas. Estaba junto a él cuando una mano se posó en mi hombro.

—Oh, joven Harry, ¿qué hace aquí en el mercado? —pregunté, curiosa.

—Nada, vine a afilar mi espada y vi que Dylan se fue. Dije: “es mi momento para ir con Celena”. ¿Por qué estás con él?

—Soy su sirvienta personal —respondí feliz—. Ahora buscamos algo para Elisabet.

Harry vio algo, lo agarró y me lo entregó.

—Esto seguro le gustará. Es una joya de lirio —sonrió—. Es bonita, ¿verdad? No cualquiera puede tenerla.

—¿En serio...? —la tomé y la miré—. Es perfecta. Por casualidad, ¿sabes dónde venden libros de romance...? Ya sabes, de adultos.

—¿Adultos...? ¿Tú lees esas cosas? —asentí—. ¿Sabes leer? Mayormente las plebeyas no saben.

—Quiero saber cómo son los libros aquí. Este libro tiene dos versiones: la normal y la +18. Espera... ¿EN QUÉ VERSIÓN ESTARÍA YO?

Fuimos a una biblioteca hermosa. Había libros de todo tipo. Encontré varios de romance y también de magia. Aquí debe estar la piedra…

Al salir, Harry me agarró las manos.

—Me sorprende lo pulcra que eres. Te llevaste veinte libros —rió.

En eso, una sombra nos cubrió. Era Dylan, enojado.

—¿DÓNDE ESTABAS? —me agarró del brazo.

—Amigo, cálmate. Me la llevé cinco minutos, no más —intentó calmarlo Harry.

—¡Yo no soy tu amigo! Vamos, Celena. Debo hacer algo —dijo, molesto.

Subimos al carruaje. Estábamos en silencio, cuando de pronto, una chica se subió apareció

🌸Dato de celena🌸

Ella es aficionada a los libros romance aún que suele ir se de la rama y suele leer libros de otras cosas comida astronomía de todo

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Comments

Mitsuki G

Mitsuki G

jeje este Dylan primero se queja de Celena y que es extraña pero la ve tomada de las manos de Henry y se enoja jeje en verdad no se da cuenta de nada

2024-12-24

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